Por qué los neumáticos son tan contaminantes, y qué se puede hacer para evitarlo

Darío Pescador

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¿Cada cuántos kilómetros cambias los neumáticos de tu coche? En realidad depende del terreno y la conducción, y además los neumáticos actuales son más duraderos que antes, pero la mayoría empiezan a dar signos de desgaste profundo al cabo de los 30.000 kilómetros de rodadura, cuando el surco tiene menos de 1,6 mm.

Pero ¿te has preguntado dónde termina esa goma que se ha desgastado del neumático? Con un poco de mala suerte, puede que en tu comida.

Las ruedas de los vehículos tienen que ser resistentes, pero suficientemente blandas para ofrecer una buena adherencia y evitar accidentes. Esto las condena al desgaste.

El asfalto es como un rallador de queso para los neumáticos, y se calcula que un automóvil pierde entre un cuarto de kilo y dos kilos de caucho al año, con una media mundial de 0,8 kg.

Las emisiones de partículas de los neumáticos de los coches son sustancialmente superiores a las de otras fuentes de microplásticos, como los neumáticos de los aviones, el césped artificial o el desgaste de los frenos.

La contribución relativa del desgaste de los neumáticos a la cantidad total mundial de plásticos que acaban en nuestros océanos es del 5-10%. En el aire, se calcula que entre el 3 y el 7% de las partículas están formadas por desgaste de neumáticos.

Esto indica que pueden contribuir a los problemas de salud producidos por la polución de estas partículas en suspensión, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) causa 3 millones de muertes en 2012. 

Antiguamente, los neumáticos eran de goma de látex. En la actualidad contienen una mezcla de caucho natural y entre un 20% y un 60% de caucho sintético, fabricado a partir de polímeros de plástico.

En la fabricación de neumáticos se emplea azufre, utilizado para vulcanizar el caucho, que genera contaminantes como el dióxido de azufre y el disulfuro de carbono. Además contienen óxido de zinc, sílice, negro de carbón y aceites.

Aunque un neumático nuevo por sí solo no es tóxico, algunos de sus componentes al descomponerse sí lo son, como los metales pesados cadmio y plomo, y los famosos hidrocarburos aromáticos policíclicos o HAP, considerados cancerígenos.

Además, los neumáticos están reforzados con mallas metálicas y textiles. Esta mezcla hace que sean una pesadilla para el reciclaje. 

El difícil reciclaje de los neumáticos

La eliminación de los neumáticos también puede ser un problema. Si no se eliminan correctamente, pueden acumularse en vertederos, donde pueden tardar décadas en descomponerse y liberar sustancias químicas nocivas para el medio ambiente.

La quema de neumáticos, ilegal en España, puede liberar al aire sustancias nocivas, como monóxido de carbono, partículas, benceno, tolueno y xileno. En 2016, el incendio de un vertedero ilegal de neumáticos causó una catástrofe ecológica que costó cinco millones de euros en restauraciones.

A partir de la entrada en vigor de la nueva Ley de Economía Circular, se responsabiliza al fabricante del ciclo de vida completo del neumático.

En el reciclado de los neumáticos, estos se trituran para obtener un granulado que tiene otras aplicaciones en la industria y la construcción. La más común es actuar como relleno de los campos de césped artificial.

También se emplea rellenos de terraplenes, balsas o depósitos de agua, en el suelo de seguridad de los parques infantiles y a veces como combustible. 

Pero ni siquiera el reciclado soluciona el problema de las micropartículas que se quedan en la carretera. Las lluvias arrastran estas partículas, que llegan al cauce de los ríos y al mar.

Un estudio de 2017 comprobó que el 28% de los microplásticos de los océanos provenían de los neumáticos. Las partículas son más densas que el agua y se acumulan en el fondo, donde los pequeños peces y moluscos las ingieren, y de ahí pasan a los peces de mayor tamaño, incluidos los que acaban en nuestra cesta de la compra. 

No obstante, una de las soluciones de reciclado puede paliar en parte el problema de los microplásticos: la reutilización del caucho en el asfalto. Al mezclar el asfalto con los restos de neumático mejoran sus propiedades.

Así, filtran mejor el agua, se agrietan menos, reducen el ruido de rodadura de los vehículos y, sobre todo, reducen el desgaste de los neumáticos de los automóviles sin reducir el agarre. Menos desgaste quiere decir menos partículas en la carretera y menos contaminación del agua.

La constructora Sacyr tiene en España varios tramos de pruebas con asfalto que contiene un 65% de polvo de neumático reciclado en tramos de Autopistas de la Mancha, en Fuenlabrada y en la A4 en Valdepeñas, que suman cinco kilómetros. Una gota en el océano de los más de 372.000 kilómetros de vías asfaltadas en nuestro país.

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