Cardiopatías congénitas, un error en la formación de la estructura del corazón

Una médica ausculta un bebé

Marta Chavarrías

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Hablar de una cardiopatía congénita es hacerlo de una malformación que se produce en la estructura del corazón y que está presente, casi siempre, desde antes del nacimiento. Aunque se trate, puede llegar a ser crónica. 

En España, se calcula que 10 bebés nacen cada día con este defecto del corazón sufrido durante el desarrollo fetal, la patología congénita más frecuente y que puede tener repercusiones en el día a día de la persona que la sufre.

Una enfermedad que puede obtener, si así los consideran los Centros de Atención a las personas con Discapacidad (CAD), el reconocimiento de grado de discapacidad si llegan a un 33% o superior. Una discapacidad a menudo difícil de valorar.

Profundizamos en esta enfermedad, sus síntomas y tratamiento con motivo del Día Mundial de Cardiopatías Congénitas, el 14 de febrero, porque, pese a ser el defecto congénito más frecuente en España, todavía sigue siendo una patología bastante desconocida.

Qué son las cardiopatías congénitas

Existen un gran número de cardiopatías congénitas distintas, más de 50 tipos distintos de lesiones que, en ocasiones, pueden combinarse varias de ellas en un mismo niño.

Así sucede con la tetralogía de Fallot, en la que suelen aparecer hasta cuatro lesiones diferentes. Los expertos las clasifican en varias categorías para comprender mejor los problemas que experimentará el bebé.

Las cardiopatías congénitas pueden producirse en las cámaras cardíacas (aurículas y ventrículos), en los tabiques que las separan (septum), y en los grandes vasos que entran o salen del corazón (conotruncales). 

Pueden aparecer problemas que hacen que pase demasiada sangre a través de los pulmones, un defecto que permite que la sangre rica en oxígeno, que debería viajar al cuerpo, recircule a través de los pulmones, lo que provoca un aumento de la presión en los pulmones.

También puede ocurrir que pase muy poca sangre a través de los pulmones, lo que permite que la sangre que no ha estado en los pulmones para recoger oxígeno viaje al cuerpo. Este no recibe suficiente oxígeno, lo que provoca que el bebé tenga una coloración azul. 

Otro problema es que llegue muy poca sangre al cuerpo a causa de cámaras subdesarrolladas del corazón o bloqueos en los vasos sanguíneos que impiden que la cantidad de sangre adecuada viaje al cuerpo.

Unos problemas pueden llegar a comprometer la vida y otros solo tienen algunos síntomas relacionados con la actividad física. En la mayoría de los casos, y aunque pueden diferir en función del tipo de cardiopatía, los síntomas más habituales suelen ser, si aparecen:

  • uñas o labios azulados al nacer
  • latidos cardíacos rápidos
  • problemas respiratorios
  • cansancio extremo
  • mala alimentación
  • sudoración excesiva
  • dolor en el pecho
  • somnolencia

Algunas de las cardiopatías congénitas pueden diagnosticarse ya durante el embarazo gracias al uso de ultrasonidos llamados ecocardiograma fetal, una prueba indolora que usa ondas de sonido para crear imágenes en movimiento del corazón.

Estas pruebas suelen realizarse si, durante el control normal del embarazo hay algún signo de que el bebé pueda tener un defecto cardíaco o existen factores de riesgo. 

En algunos casos, sin embargo, no se detectan hasta después del nacimiento o incluso más tarde, durante la edad infantil o adulta. Por tanto, es posible que algunas condiciones no se descubran hasta que el niño ya es mayor o adulto.

Porqué aparecen las cardiopatías congénitas

En la mayoría de los casos las cardiopatías congénitas aparecen porque algo ha salido mal en el desarrollo temprano del feto. Aunque en la mayoría de los casos se desconocen las causas exactas de las cardiopatías congénitas, las más frecuentes suelen estar asociadas a factores intrínsecos al organismo.

Por ejemplo fallos cromosómicos como en el síndrome de Down, que se asocia a cardiopatías congénitas, o antecedentes genéticos, es decir, si hay antecedentes familiares de cardiopatía congénita, aumenta el riesgo.

También suelen asociarse a factores desencadenantes como el alcoholismo materno, la ingesta de drogas y ciertos medicamentos (anticoagulantes o antiepilépticos) durante el embarazo, que aumentan el riesgo; la edad de los padres (inferior a 18 años o superior a 35 años) o enfermedades como la diabetes.

Las cardiopatías congénitas, ¿se pueden tratar?

Las cardiopatías congénitas son para toda la vida y necesitan atención especializada. Los tratamientos dependen del tipo y la gravedad de la cardiopatía congénita. Para muchos bebés diagnosticados con este problema es posible que no necesite ningún tratamiento. Otros pueden necesitar algún tipo de tratamiento, que suelen ser medicamentos o incluso cirugía cardíaca. 

La tasa de supervivencia aumenta, por tanto, no solo se habla de bebés con cardiopatías congénitas, sino también de adolescentes, jóvenes y adultos que tienen un corazón con necesidades especiales.

Las investigaciones realizadas en este campo han dado resultados esperanzadores como el que avanza que el ácido fólico, que se usa para prevenir malformaciones en el sistema nervioso, también puede ayudar a prevenir anomalías cardiacas congénitas.

Las investigaciones disponibles hasta el momento han demostrado que la suplementación con ácido fólico puede prevenir muchos defectos del tubo neural, aunque no todos. 

Los estudios en este campo también han permitido que los bebés recién nacidos con defectos cardíacos congénitos puedan recibir válvulas construidas con sus propias células madre, extraídas del cordón umbilical. 

Otros tratamientos pueden incluir el trasplante de corazón si el defecto congénito es complejo y no se puede solucionar con cirugía. También un dispositivo de asistencia ventricular, una especie de bomba mecánica que da apoyo a la función cardíaca y el flujo sanguíneo.

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