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Leishmaniasis canina: cómo proteger a tu perro de esta enfermedad que crece con el calentamiento global

Cachorro con leishmaniasis.

Inés Aguerri Alonso

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Se acerca el calor y, con él, una época en la que nuestros perros tienen más posibilidades de contagiarse de Leishmaniasis. Ante esto, es importante conocer lo que implica para así prevenir una enfermedad que puede llegar a ser letal. Más sabiendo que es una enfermedad que la OMS ha incluido entre las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD).

Para ello, contamos con la ayuda de Francisco Javier Moreno Nuncio, licenciado y doctor en ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Unidad de Leishmaniasis y Enfermedad de Chagas del Instituto de Salud Carlos III, Centro Colaborador de la OMS para Leishmaniasis desde 1997. También hemos hablado con Carlota Segura, cirujano veterinario de Kivet Clínicas Veterinarias, quien nos ayudará a aclarar las dudas al respecto.

¿Qué es la Leishmaniasis?

La Leishmaniasis es una enfermedad infecciosa causada por parásitos protozoos del género Leishmania. Es una enfermedad vectorial, es decir, que se transmite por la picadura de insectos (vectores) llamados flebótomos, que a diferencia de lo que creemos son un tipo de moscas pequeñas, no de mosquitos. 

A pesar de que lo normal en España era que la Leishmania se contagiara desde abril o mayo hasta septiembre u octubre, la crisis climática, principalmente el calentamiento global, está afectando notablemente a esta enfermedad.

Esto se debe a que “los vectores aparecen antes, entre febrero y marzo, debido al calor y se mantienen hasta octubre o noviembre, alargando el periodo de transmisión”, apunta Moreno.

A esto se suma el desplazamiento de los vectores hacia el norte del país, provocando la aparición de nuevos focos de Leishmania en zonas de España donde antes no era común por ser lugares más fríos. 

¿Cuáles son las vías de contagio?

El parásito se transmite por la picadura de insectos flebótomos que se han infectado previamente al picar a un perro o a otros hospedadores como conejos, liebres y otros roedores ya infectados. 

Aunque esta es la vía de contagio más común, “también se han descrito casos de transmisión vertical (de madre a cachorro) o se han observado parásitos en el semen de algún perro enfermo”, apunta Moreno.

La Leishmaniasis en nuestro país está causada principalmente por parásitos de la especie Leishmania Infantum, pero debemos saber que aunque convivamos con un perro que tenga Leishmania, “no va a haber un contagio directo porque te bese o te muerda, pues tiene que haber un intermediario que es el flebótomo que pique al perro infectado y luego al humano”, apunta Segura.

Además, lo común es que solo se den casos de Leishmania en humanos con problemas de sistema inmune, como por ejemplo personas trasplantadas, personas con VIH, niños, y otras personas inmunodeprimidas químicamente.

¿Cuáles son los síntomas que tendrá mi perro?

Es posible que el animal infectado no padezca ningún tipo de síntoma porque su sistema inmune sea capaz de mantener a raya ese parásito sin desarrollar la enfermedad. La otra opción es que el animal enferme y presente dos tipos de cuadros clínicos, aunque muchas veces suelen ser mixtos. 

El cuadro clínico más leve y el más característico es la Leishmaniasis cutánea, que presenta alopecias, uñas largas, cara de payaso, costras, escamas, caspa, úlceras en la piel, etc.“, explica Segura. 

El otro tipo de cuadro clínico es más grave y afecta a todos los sistemas, principalmente al riñón y al hígado y también pueden aparecer cojeras, uveítis y disminución de peso a pesar de que aumenta el apetito. 

Según Segura, “las consecuencias de salud para tu perro si llegas tarde y ya tiene afectado el riñón y/o el hígado implica que muchas veces, aunque lo intentemos, no lleguemos a tiempo y el animal fallezca”. 

Por otro lado, se dice que hay una serie de razas como el Boxer o Pitbull a los que les afecta más gravemente la enfermedad y otros como el Podenco Ibicenco que tienen una respuesta inmunitaria eficaz frente al parásito y no la desarrollan“, explica Segura.

A pesar de esto, Moreno afirma haber visto razas de podencos con Leishmaniasis, además de que los cachorros y perros con mayor edad son más susceptibles a la enfermedad“. 

¿Cuál es el tratamiento?

Tras diagnosticarla normalmente por medio de una prueba serológica, el tratamiento se realiza a través de dos opciones de fármacos leishmanicidas: los antimoniales pentavalentes (Glucantime), que es inyectable, y la miltefosina (Milteforan), que es un medicamento oral. La eficacia de ambos es parecida, aunque también es verdad que no son siempre eficaces y tienen cierta toxicidad“, explica Moreno.

“Lo normal es treinta días de inyecciones de Glucantime y un año de Aropurinol, un medicamento en pastillas que se usa como terapia de mantenimiento. Una vez controlados los síntomas y bajado la carga parasitaria, se dan unos estimulantes para el sistema inmune”, explica Segura.

¿Cómo puedo prevenirla?

Los expertos afirman que la recuperación completa es difícil, los tratamientos no son efectivos al 100% y es probable que el perro recaiga con el tiempo, a veces por reinfección y otras porque en el primer episodio el parásito no se ha eliminado por completo y continúa presente en algunos órganos del animal. 

Afirma Segura que para evitar que el flebotomo pique al animal, hay insecticidas específicos en forma de collares o pipetas“. Por otro lado, la vacuna, aunque no evita que los flebotomos piquen al animal, lo mantiene inmunizado ante la enfermedad.

“Los collares o soluciones insecticidas ofrecen protección externa, mientras que las vacunas lo hacen a nivel interno, por eso en el caso de que exista un riesgo alto de infección del animal es recomendable utilizar ambos tipos de medidas”, apunta Moreno.

También es recomendable una vez al año realizar un test en la clínica veterinaria para detectarlo de manera precoz. El test de Leishmania tiene sentido hacerlo en invierno, tras haber pasado el periodo de fuerte actividad del vector.

“Lo idóneo es esperar mínimo dos meses desde este periodo, que es el tiempo durante el cual empiezan a aparecer los anticuerpos en sangre que permiten detectar la Leishmania.”, explica Segura.

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