Los mejores programas de la lavadora para ahorrar, según un consultor: “Es muy importante el hábito de consumo”

Martín Frías

25 de noviembre de 2025 10:00 h

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A la hora de consumir energía, cada hogar es un mundo. No es lo mismo una familia con tres hijos que un piso de soltero, y tampoco aquellos en los que hay mascotas. El estudio SPAHOUSEC del IDAE nos da una pista del consumo de los electrodomésticos en un hogar medio español, y qué aparatos se llevan la mayor parte del gasto en electricidad.

Como era de esperar, el frigorífico es el electrodoméstico que más consume, representando cerca de un tercio del total. Aunque su consumo de energía es relativamente bajo, permanece encendido las 24 horas del día, los 365 días del año. Pero en segundo lugar está la lavadora, con aproximadamente un 11% del consumo de los electrodomésticos. 

“Depende lógicamente de cada familia”, explica Adrián Cifrián Gutiérrez, CEO de la consultora especialista en eficiencia energética EficeCan. “No es lo mismo cuando es una vivienda con dos personas, que ponen la lavadora una vez a la semana, o quien tiene una lavadora de hace 25 años”, añade.  

¿Cómo podríamos reducir la energía que gastamos en lavar la ropa? Primero es necesario analizar por qué consumen tanto las lavadoras.

Por qué consume tanta electricidad una lavadora

Ser consciente de dónde se produce el consumo es fundamental al usar los electrodomésticos. Para Cifrián, “nos encontramos familias con una vida normal, con un trabajo normal, que deberían de tener ciertos rasgos y similitudes en su consumo, y no es así para nada. Es muy importante el hábito de consumo de cada familia, la forma de utilizar la energía, la forma de ser conscientes de ello”.

Una lavadora no es un aparato con un gasto fijo. Al contrario, hay varios factores que influyen. Aunque lo más visible de la lavadora es la rotación del tambor, el motor que lo mueve consume relativamente poco. El gasto depende sobre todo de la temperatura de lavado. Hasta un 80-85% de la energía que consume un ciclo de lavado se destina únicamente a calentar el agua. 

Esto quiere decir que lavar a 90°C puede hasta cuadruplicar el consumo comparado con hacerlo en frío a 30°C. Por eso, reducir la temperatura es la palanca de ahorro más potente que tenemos a nuestra disposición. En segundo lugar, la duración del programa de lavado es determinante, pero con salvedades. Podría tener sentido que, a igualdad de temperatura, un programa de dos horas consuma más que un programa de una hora, pero este consumo no es constante. 

Los programas cortos y rápidos, si bien duran menos tiempo, a menudo consumen más energía por minuto que un programa ECO. La razón es que necesitan consumir una gran potencia en poco tiempo, en concreto para calentar el agua lo más rápido posible. Paradójicamente, los programas ECO duran más y consumen menos, ya que están diseñados para optimizar el consumo y calientan el agua de forma más lenta y suave, usando menos electricidad en total.

La edad de nuestra lavadora también influye, sobre todo por el avance de la tecnología. La OCU estima que la vida media de una lavadora es de unos 12 años, con diferencias notables entre marcas. Sin embargo, un equipo con más de una década de uso puede consumir hasta el doble de electricidad que un modelo nuevo de alta eficiencia. “Muchas veces la gente busca electrodomésticos low-cost por hacer una inversión más pequeña para comprarlos, pero mes a mes están pagando esa diferencia”, explica Cifrián.

La tecnología avanza: los motores modernos consumen menos, las lavadoras tienen sensores de carga para adaptar el consumo y gestionan mejor el agua. Las lavadoras modernas con etiqueta energética A o B son mucho más económicas que las antiguas.

Qué programa elegir para ahorrar

A medida que han aumentado los precios de la energía, los fabricantes de electrodomésticos, conscientes de la demanda de una mayor eficiencia, han incorporado en sus nuevos modelos de lavadoras programas inteligentes que ayudan a ahorrar sin pensar (demasiado).

El programa ECO es, sin duda, la incorporación más notable de los últimos años. Consiste en un programa largo, que puede durar más de tres horas, pero que está ingeniosamente diseñado para lograr la máxima limpieza con el mínimo gasto. El principio que opera aquí es bien conocido: tiempos de remojo más largos, lo que permite lavar con agua a temperaturas más bajas, reduciendo el gasto en calentarla. También se prolonga el tiempo de acción mecánica (el giro del tambor, que consume menos). Es el programa ideal para el día a día y para la suciedad normal.

El lavado en frío, a 20°C o 30°C, es la opción más eficiente si la ropa no está muy sucia. Con los detergentes modernos, es perfectamente posible dejar la colada impecable a estas temperaturas. Al mismo tiempo se reduce el consumo energético a la mínima expresión, limitándolo casi solo a la energía necesaria para mover el motor. Los programas rápidos de 15 o 30 minutos a baja temperatura también pueden funcionar cuando las prendas no están demasiado sucias. 

Sabiendo esto, es más fácil decidir qué programa es el más adecuado:

  • Para la ropa de diario con suciedad normal: la mejor elección es el programa ECO a 30°C o en frío. Combina una limpieza más que suficiente con el menor consumo posible.
  • Para ropa blanca muy sucia o que requiere desinfección: En estos casos, es necesario subir la temperatura. Usar un programa para algodón y tejidos resistentes a 60°C. Conviene evitar llegar a los 90°C salvo que sea estrictamente necesario, ya que el consumo se dispara.
  • Para prendas delicadas (lana, seda): selecciona siempre el programa específico para tejidos delicados o lana, con agua fría y un centrifugado suave. Esto no solo ahorra energía, sino que protege tus prendas.
  •  Cuando tenemos prisa: se puede usar un programa rápido siempre que la ropa no esté muy sucia. No es el más eficiente energéticamente, pero si evita que pongamos un segundo lavado, habrá valido la pena.

Además de la selección del programa tenemos otros hábitos de ahorro que pueden marcar una diferencia importante. Llenar siempre la lavadora al máximo de su capacidad (sin sobrecargarla), usar un centrifugado a alta velocidad (por ejemplo, a 1200 rpm) que consume muy poco más, pero deja la ropa mucho más seca, lo que permite ahorrar en el uso de la secadora (si se tiene) y, finalmente, mantener los filtros limpios y la lavadora libre de cal.