Los Assmann defienden la memoria histórica al recoger el Premio de la Paz en Fráncfort

La investigadora literaria Aleida Assmann y su marido, el egiptólogo Jan Assmann, defendieron hoy la memoria histórica como elemento crucial en la formación de la identidad de una nación y apelaron a la solidaridad inclusiva para construir un futuro común.

“La nación no es un santo grial a salvar del mancillamiento, sino una unión de personas que también recuerdan episodios vergonzosos de su historia y asumen responsabilidad por los terribles crímenes cometidos en su nombre”, dijo la investigadora al recoger el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes 2018, compartido con su esposo.

Subrayó que “vergonzosa es únicamente la historia, pero no la memoria libertadora de la misma”, que es compartida con las víctimas, agregó durante su discurso en la Paulskirche de Fráncfort.

“Por eso, la identidad tampoco se forma negando, ignorando u olvidando, sino que requiere de una memoria que permita imputabilidad y responsabilidad”, subrayó.

En tanto, la memoria nacional se ha vuelto “más compleja, inclusiva y autocrítica”, al no ser sólo “un pilar que hace a una nación más grande y poderosa, sino también un espejo de la autognosis, el arrepentimiento y el cambio”, afirmó.

Su marido recordó que “lo que nos une -origen, religión, convicciones o proyectos- es al mismo tiempo lo que nos separa”.

En este sentido, agregó, “la cuestión clave es cómo de exclusivo o inclusivo es este nosotros nacional que se forma a través de la identidad y la identificación”.

Todos conocen la solidaridad “en forma de un egoísmo colectivo de las naciones -'America First'-” y en tanto también “el egoísmo transnacional de los partidos populistas -el modelo de Europa como fortificación”, señaló.

Estas formas de solidaridad son exclusivas, pero la integración, por contra, “exige una solidaridad inclusiva también en personas que son diferentes a nosotros mismos, pero con los que queremos construir un futuro común”, advirtió.

La investigadora subrayó que las discusiones y los debates fortalecen las democracias, aunque precisó que la democracia no vive de peleas sino de argumentos y agregó que “no toda voz contraria merece respeto”.

Señaló que deben existir “convicciones incuestionables y un consenso común” como la Constitución, los derechos humanos, la división de poderes y la independencia de la justicia y los medios.

En tanto, el presidente de la Asociación de Libreros Alemanes, Heinrich Riethmüller, subrayó que los Assmann “son impulsores de una cultura de la memoria inteligente e ilustrada”.

Como muchos de los galardonados hasta ahora, los hoy premiados muestran cuán importante es la memoria y el mantener viva la historia, añadió.

Subrayó que una cultura de la memoria viva abarca también siempre el futuro y constituye una advertencia para que la historia no se repita.

El alcalde de Fráncfort, por su parte, calificó que el de los Assmann un premio “a la objetividad, la ciencia, las ideas claras y, sobre todo, contra el olvido de la historia”.

El matrimonio ha sido distinguido con este premio, dotado con 25.000 euros y que se entrega desde 1950 al cierre de la Feria del Libro de Fráncfort, por construir, desde esa “emocionante y complementaria unidad”, una “obra a dos voces de gran importancia para el debate contemporáneo y especialmente para una convivencia en paz en el mundo”, destacó el jurado del premio.

El Premio de la Paz de los Libreros Alemanes es uno de los galardones más reputados de Alemania.

En su lista de premiados hay nombres como Hermann Hesse, Václav Havel, Karl Jaspers, Jürgen Habermas, Ernesto Cardenal, Jorge Semprún, Mario Vargas Llosa, Asja Djebar, Susan Sontag, Siegfried Lenz, Amos Oz, David Grossman, Liao Yiwu y Svetlana Alexiévich y la galardonada en la pasada edición, la canadiense Margaret Atwood.