Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El PSOE convierte su Comité Federal en un acto de aclamación a Pedro Sánchez
Las generaciones sin 'colchón' inmobiliario ni ahorros
Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

Elvis Costello se mete en un jardín en su última gira española

Elvis Costello se mete en un jardín en su última gira española

EFE

Madrid —

0

Amigo de meterse en más de un jardín (en una ocasión se avergonzó de ser inglés y en otra boicoteó un disco suyo por sus precios desorbitados), en España faltaba disfrutar de Elvis Costello tocando literalmente en uno, omisión salvada en esta última gira con un coto para el buen rollo, aunque algo embarrado.

Recién llegado de su actuación de anoche en el festival Jardins de Pedralbes de Barcelona, el hombre nacido como Declan Patrick MacManus ha inaugurado esta noche la tercera edición del madrileño Noches del Botánico, en un entorno vegetal al raso que aparentemente favorecía el disfrute y resonancia de todas sus facetas musicales.

Ha sido en un programa doble que ha comenzado a colorear el brasileño Seu Jorge, concretamente de verde carioca, tanto la flora circundante como los clásicos de David Bowie (“Life on Mars” o “Starman”, por ejemplo) que acomete en su disco “The life aquatic studio sessions”.

Después ha sido el turno de Costello, más habitual en la escena madrileña, la cual acostumbra a agitar aproximadamente cada tres años y siempre bajo fórmulas nuevas, ya sea en formato acústico, como la que lo trajo por última vez al Teatro Monumental en 2016, o acompañado, como cuando en 2007 compartió escenario con su amigo Allen Toussaint.

A la capital española ha venido esta vez junto a The Imposters, la banda que lo parapeta desde principios de siglo y en la que militan algunos de sus primeros correligionarios, los míticos exThe Attractions Steve Nieve a las teclas y Pete Thomas a la batería, además de Davey Faragher al bajo.

De su mano ha procurado a un aforo completo (3.600 personas, según la organización) un repaso de 1 hora y 40 minutos por lo más granado de su vasta producción, sobre todo de la primera mitad de esas dos docenas de discos de estudio en solitario (y un puñado más en colaboración) que arrancaron en la escena londinense pub-rock de los años 70 y tuvieron sus escarceos con el punk.

Provisto de sus icónicos gafotones, el espectáculo ha arrancado pasadas las diez y media de la noche con “Wonder woman” y un sonido que ensuciaba esas canciones que compuso “cuando era solo un muchacho”, como “Less than zero”, primer sencillo de su carrera, la tónica soul de “Tears before bedtime” o la psicodelia de “(I don't want to go to) Chelsea”.

“Es estupendo estar de vuelta en Madrid”, ha proclamado aparentemente ajeno a los avatares del sonido embarrado, especialmente en la mezcla y en la amplificación de la voz, que se comportaba mejor ante temas más sosegados como “Watching the detectives” y el toque “crooner” de “You shouldn't look at me that way” o “God give me strength”, compuesto junto a Burt Bacharach.

Realmente hasta transcurrida una hora, cuando han sonado “Everyday I write the book” y “Pump it down”, no ha aflorado la energía vibrante que se le presupone a una cita de rock de una leyenda como el británico.

Tras una breve pausa ha dado comienzo la segunda parte del concierto, más acústica e introducida a modo de largos bises, con “Alison” en un sencillo formato de guitarra y voz en el que el público pedía silencio primero y se unía después a la canción.

Arropado por el piano ha dado paso luego a “Accidents will happen” y la emblemática “She”, recibida por el respetable con una sonora ovación, aunque por momentos se han hecho evidentes ciertos problemas de garganta que ponían en peligro la afinación.

Como el largo invierno que acompañó este año a Madrid, al concierto de Costello parecía faltarle algo más de sol, un fuego que calentara del todo al respetable, tibio sobre todo en la grada en cuanto a muestras de efusividad ante tanto altibajo en el repertorio.

El final, no obstante, ha estado entre lo mejor de la velada, con un remate “in crescendo” en el que, con oficio y toda la banda de vuelta, ha reflotado la unanimidad de los aplausos gracias a temas como el broche con apuntes electrónicos de “(What's So Funny 'Bout) Peace, Love & Understanding”.

Etiquetas
stats