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Enrique Metinides: puritita muerte

Avenida Chapultepec

Revista Don / David Benedicte

REVISTA DON —

Dicen –cantan, más bien; lo hace Astrud- que hay un hombre en España que lo hace todo. To-do. Que hay un hombre que lo hace todo en España. Que es el genio visionario que inventó el Colacao, que es el dueño de Forlasa y que es secretario de Estado. Que es el que pone anchoas dentro de las aceitunas, que es amante de la Infanta y que lo es de más de una. Tiene su coña, ¿no? Pues resulta que en México tienen a un tipo que, en cambio, y esto que os cuento no es la letra de una canción de tintes surrealistas, os lo aseguro, lo ha fotografiado todo. To-do. O casi todo.

No ha habido suceso cuyas instantáneas no hayan caído, calentitas y ensangrentadas, en la mochila de Jaralambos Enrique Metidines TsironidesEnrique Metidines, alias ‘El Niño’ (Ciudad de México, 1934), una especie de Wee-Gee de los tabloides mexicanos que desde crío –tenía diez años cuando empezó- se ha movido, ‘clics’ mediante, por mundos y submundos que la mayoría de nosotros no podríamos ni imaginar. Su México es un México en blanco y ‘noir’. Metidines, hijo de inmigrantes griegos, fotografió de 1949 a 1979 incidentes policiacos, desastres o accidentes de tráfico con una gran sensibilidad artística. Publicó su primera foto a los 12 años, por lo que se ganó el apodo que hoy aún le acompaña.

Los ‘disparos’ de Enrique Metidines dejan casi siempre un reguero de sangre en la mirada. Se trata de una sangre, eso sí, nada metafórica. Real como la propia sangre, pero que se desborda en cada instantánea en un recuerdo imborrable y teñido de rojo ‘pulp’. Metinides nos apunta a todos con cada foto y acierta de pleno haciéndonos un agujero inmenso en la frente. Nos obliga Metidines a asomarnos a ese abismo insondable y aterrador denominado ‘crónica de sucesos’.

Hace más de una década que Metinides tomó la última fotografía para La Prensa, el diario en el que trabajó durante casi 50 años tanto como ‘freelance’ como en plantilla. En la actualidad continúa totalmente activo, ocupado en su caso con su archivo. Supervisa el positivado de sus fotografías, les añade su firma y las observa partir hacia museos de Europa y el mundo. Y es que sus imágenes han pasado de ser dominio de la ‘nota roja’ a las salas de las galerías de arte. Él recibe muchas invitaciones para exposiciones y para viajar, pero prefiere quedarse en la Ciudad de México. Lo dicho anteriormente. Metinides es el Sixto Rodriguez ‘mochilero’. Otro ‘crack’. Alguien que, en silencio, ha visto ‘trepar’ a una legión de mediocres que ocupaban su lugar. Y eso le honra. Su película particular bien se podría llamar ‘Looking for Sugar ‘Clic’’. O, mejor, ‘Looking for ‘Sucesos’ Man’.

‘Nota roja’ hace referencia a un tipo de prensa mexicana que incluye fotografías sangrientas y ‘voyeuristas’ que acompañan a historias sensacionalistas de crimen y violencia. Lo más parecido a eso que alguna vez tuvimos por aquí fue El Caso, aquella cabecera mítica en la que el ‘pulp’ y lo cañí aprendieron a caminar juntos de la mano entre goterones de sangre inocente, ‘alcásseres’ y ‘puertohurracos’. Eso sí, existen matices entre México y España a la hora de mostrar, titular tras titular, sus peores encantos. Va en eso que algunos llaman idiosincrasia.

El fotógrafo y productor de cine irlandés Ross McDonell, en su viaje a propósito para entender la naturaleza de la ‘nota roja’, escribió recientemente en su blog: “Sin embargo, en los tabloides de la Ciudad de México, la víctima de un accidente automovilístico puede merecer ocupar toda una primera página con el titular ”MALA SUERTE“. En otras palabras, es la violencia por la violencia. En lugar de reforzar la idea moral del bien contra el mal, parece sugerir que la vida es corta y que la mala suerte puede acechar a cualquiera, por lo que, hay que tener cuidado”. ¿Ha quedado claro?

La editorial Blume publicó hace cosa de un año ‘101 tragedias de Enrique Metinides’, su abultado currículo en formato libro, editado y prologado por Trisha Ziff, y es volumen se convierte en uno de esos escasos ejemplares que hacen de la supervivencia del papel algo obligado por decreto ley. La propia Ziff deja claro que lo que hace que las imágenes de Metinides sean diferentes no es tanto el tema sino la manera en que ha tratado cada hecho y cada relato.

“Me veía a mí mismo –confiesa el mítico fotorreportero- como un director que relata una historia del mismo modo que ocurre en las películas. Una vez me encargaron que fuera a cubrir el asesinato de tres ancianas en Coyoacán: cuando llegué, miré a la gente que estaba por allí, y al policía de la puerta. En primer lugar, tomé una fotografía del exterior de la casa, y después, una del policía. La tercera fue la de un papagayo en su jaula del jardín. Era un animal muy grande. Fuera el lugar que fuera, allí donde había sucedido un crimen siempre fotografiaba a los perros y a los gatos de la gente, algo que personalizaba la historia. Después entré en la casa. En el pasillo había tres grandes retratos fotográficos de las mujeres que habían sido asesinadas. Los ladrones se lo habían llevado todo: joyas, dinero y monedas, y habían saqueado la casa. A continuación llegué al lugar en el que yacían los cuerpos (habían sido apuñaladas), y también los fotografié. Cuando volví al periódico y mostré al editor mis fotografías, escogió, para la primera página, ¡la del papagayo! Añadió un enorme titular que rezaba: ”¡TESTIGO DEL CRIMEN!“. Ahí queda eso.

Una de sus fotografías más famosas es ‘Adela Legarreta Rivas atropellada por un Datsun’, tomada en 1979, la cual explica en buena medida su estilo: la exposición de emociones, sin ningún tipo de contemplación, de situaciones límite de tragedias humanas. Metinides no juzga. Nunca lo hace. Se limita a mostrar lo que muy pocos vemos cuando la tragedia se planta, en su tono más hiriente y jovial, frente a nuestras narices. “Adela Legarreta Rivas era una periodista mexicana –comenta el propio autor de la foto-. Había convocado una conferencia de prensa para aquel día durante la que iba a presentar su último libro. Por la mañana había ido a la peluquería para que la peinaran y le hicieran la manicura. En el camino de vuelta a su casa falleció arrollada por un Datsun blanco, en la Avenida Chaultepec de la Ciudad de México. Esta fotografía no es la que publicaron los periódicos al día siguiente. A menudo, las imágenes que más tarde demostraban ser más importantes no eran las elegidas por los editores de los diarios”.

Novela negra, pura y dura, en fotografías hechas para ilustrar los mismos periódicos que mañana servirán para envolver pescado, o churros, o morcillas. Metinides nos regala una novelaza negrísima en cada foto ‘noir’ en enchilada con extra de picante. 101 tragedias, ahí sí que el título es de lo más revelador, reconvertidas en relatos ‘pulp’ a partir del primer vistazo.

Poco, o muy poco hay que explicar al respecto más allá de que sugieren y explican los pies de foto de cada captura, obra del propio fotógrafo. Añadiendo un toque de humor negro a tanta negrura, podría afirmarse que se trata de pies (y manos, y piernas, y brazos, y miembros ensangrentados) de foto. Aquí, en el territorio Metinides, una imagen vale más, mucho más que mil palabras. Mucho más que los pocos pesos que recibía este ‘voyeur’ profesional al publicarlas. Basta con tomar algunos al azar. Os aseguro que no hace falta tener la imagen delante para poder ver, nítidamente, cada foto. Sin embargo, recomiendo hacerse con un ejemplar de este libro para contrastarlas, complementarlas; verlas, en definitiva. No os arrepentiréis.

Este reportaje fue publicado en el nº 1 de Revista Don, que ahora cumple un año. Descarga GRATIS en el App Store (iPad) y Play Store (Android)App StorePlay Store

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