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“Juego de armas”, una comedia gamberra sobre el negocio de la guerra

"Juego de armas", una comedia gamberra sobre el negocio de la guerra

EFE

Madrid —

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El director de “Resacón en Las Vegas”, Todd Phillips, combina la denuncia y la comedia gamberra en “Juego de armas”, una historia sobre “la obscena cantidad de dinero que la gente amasa gracias a las guerras”, según ha explicado hoy en Madrid y que llega este viernes a los cines españoles.

Jonah Hill (“El lobo de Wall Street”) y Miles Teller (“Whiplash”) ponen rostro a la historia real de Efraim Diveroli y David Packouz, dos amigos de la infancia que se reencontraron en la veintena en Miami y se metieron en el negocio de las licitaciones durante la guerra de Irak.

Empezaron con pequeños concursos, abiertos a prácticamente cualquier emprendedor, y llegaron a conseguir un contrato de 300 millones de dólares para suministrar armas al ejército afgano, aunque en este punto todo se les fue de las manos.

“Descubrí esta historia durante el rodaje de 'Resacón en Las Vegas 2'; volando hacia Bangkok, leí un artículo en la revista Rolling Stone y no podía creer que la historia fuera real”, ha señalado Phillips a Efe.

“Cuanto más leía sobre ello y más investigaba, más claramente veía que ahí había una película”, precisa.

Phillips, actualmente inmerso en la producción de una serie de televisión sobre el surgimiento del Estado Islámico, “Black Flags”, junto a Bradley Cooper, confiesa que le atrae hacer películas “sobre tipos que toman malas decisiones”, un elemento que tienen en común “Juego de armas” y la trilogía de Las Vegas.

“Aquí se trataba de eso multiplicado por diez. Tipos que toman malas decisiones y la situación absurda a la que eso les conduce”, resume.

Sobre la combinación de humor y denuncia, el también productor y guionista considera que no había otra forma de contar esta historia y que fuera creíble. “Sería imposible contarlo como puro drama”, afirma, “hay tantas situaciones absurdas que el tono se va solo a la comedia; la película encontró su ritmo así”.

Jonah Hill llegó al proyecto con experiencia en esa combinación gracias a “El lobo de Wall Street” de Martin Scorsese, donde interpretaba a uno de los agentes de bolsa inmersos en el fraude que llevó al colapso del sistema.

También en “Juego de armas” todo el negocio resulta ser perfectamente legal, hasta que deja de serlo. “Me interesa hacer películas sobre la moral y sus límites”, señala el actor. “Es complicado saber dónde trazar la línea, porque todos somos diferentes y la moral de cada uno es diferente”, añade.

El protagonista de “Infiltrados en clase” subraya que “la ley no siempre hace que algo esté bien” y no cree especialmente en el poder de las películas para cambiar las cosas. “Desafortunadamente, el cine no cambia el mundo”, sostiene.

Para Teller, que saltó a la fama como el batería obsesionado de “Whiplash”, lo más atractivo del proyecto fue la historia en sí y el hecho de que fuera real, pero también la oportunidad de trabajar con actores como Hill o Bradley Cooper, que tiene un papel secundario como un oscuro traficante de armas.

La película se cuenta desde el punto de vista de David Packouz, el papel que interpreta Teller, y éste tuvo la oportunidad de reunirse y entrevistarse con él, aunque se tomó el papel con cierta libertad creativa.

“Loa actores aportaron sus visiones a estos personajes”, explica el director. “No se trata de una película sobre Mohamed Ali, que todo el mundo sabe quién era: estos dos tipos eran anónimos, así que los actores pudieron aportar lo que quisieron”.

Para Phillips, en todo caso, la principal crítica de la película no recae sobre esos dos tipos que se hicieron millonarios de la noche a la mañana, sino en el sistema que lo permitió.

“Es absurda la cantidad de dinero que se hace con las guerras, deberíamos prestar más atención a eso. No siempre tenemos las motivaciones apropiadas”, asegura.

Por Magdalena Tsanis

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