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Músicas da Raya, memoria de una cultura que rompe fronteras

Músicas da Raya, memoria de una cultura que rompe fronteras

EFE

Bermillo (España)/Miranda do Douro (Portugal) —

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Paulo Meirinhos es portugués. Luis Antonio Pedraza es español. Juntos han creado “Músicas da Raya”, un proyecto que rescata temas populares basados en la tradición oral de ambos países y que demuestra que, en las tierras de Arribes del Duero, las fronteras se diluyen.

Cae la tarde, es un viernes de mayo, y Paulo y Luis se preparan para un concierto en el teatro de Bermillo de Sayago, en el lado español.

Paulo llega desde Miranda do Douro (Portugal) y Luis desde Zamora. Uno habla mirandés -segundo idioma oficial de Portugal- y el otro español, pero comparten el lenguaje universal de la música.

“Tocamos a un lado y otro de la Raya. Verán ustedes lo fácil que es compartir música con los vecinos del otro lado”, comienza Luis.

“¿Entienden mirandés, verdad?”, continúa Paulo. Y el público le responde con un sííiiiiiii cerrado. No hay fronteras.

Durante más de hora y media, desgranan temas de la cultura común de la mano de un proyecto cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del Programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP) 2014-2020.

Se acompañan de tambores, “pandeiros”, flautas, guitarras y, como no, de gaitas, en un repertorio transfronterizo que rescata en tres idiomas -español, portugués y mirandés- la memoria musical de la región, con piezas como el romance de “La Burgalesa” o “Adelina/Adelaida”, la misma mujer y la misma historia pero contada con palabras distintas en una y otra orilla del río.

Un repertorio que varía en función del escenario y que crearon hace año y medio, cuando nació “Músicas da Raya” fruto de un larga experiencia y de una admiración mutua.

“Nos conocimos. Queríamos saber más de lo que hacíamos. Hicimos un esfuerzo”, resume Luis. “Fue como un flechazo”. Un flechazo musical con final feliz.

“Al final, le pedí matrimonio musical, y aquí está”, resume.

Paulo, el senhor Galandum

Paulo Meirinhos (Miranda do Douro, 1972) estaba destinado a la música: “Mi abuelo tocaba la caja y mi madre cantaba”. Y él se volcó en el conservatorio. Es músico, profesor y luthier. Toca siete instrumentos y creó en 1996 Galandum Galundaina, un reconocido grupo folk luso que ha buceado en las raíces de la música mirandesa y con el que ha grabado media docena de discos. Es también impulsor del festival de cultura que se realiza desde 1989 en Miranda y de “L burro i l gueiteiro” (El burro y el gaitero), una propuesta cultural que ha cumplido diez años.

Es, además, director del coro infantil de Miranda y “guardián” del mirandés, una derivación del asturleonés que se habla exclusivamente en la comarca de Miranda. Un tesoro que Portugal ha sabido proteger como segunda lengua oficial y que Paulo mima, consciente de que su futuro depende de los más jóvenes, herederos de esta joya de la cultura ibérica que conjuga portugués, español y palabras propias.

Una lengua ligada a la tierra y la agricultura que ha sobrevivido durante siglos y que enfrenta el desafío de integrar en su acervo términos como internet, teléfono móvil y redes sociales, para seguir viva.

Luis, la nueva generación de la Musgaña

Luis Antonio Pedraza nació en Blanes (Gerona, España), pero desde muy pequeño reside en Zamora. Siempre quiso ser músico, no tuvo dudas, y a los siete años comenzó a prepararse. Toca la flauta, el tambor, el pandero, la gaita, la guitarra... y hasta la cuchara. Además de buscar la esencia de las músicas populares de la Raya, forma parte del popular grupo madrileño La Musgaña, creado en 1986, y que hoy, convertido en trío, se renueva sin perder su esencia.

Impulsa también “Clave de folk” y “Rebambalancha”, un proyecto en el que toca la flauta y el tamboril con orquestas sinfónicas de diferentes ciudades españolas.

Su trabajo ha sido recompensado, y reconocido, con el primer MT joven valor de la música tradicional en 2012 y con el primer premio nacional de tamborileros en 2014 y 2015.

En su cabeza bullen muchos planes de futuro, pero, a corto plazo, prepara un disco con Paulo sobre “Músicas da Raya”.

Del Duero a Europa, no hay fronteras para la música

Escuchar a este dúo convence al más escéptico de que no existen fronteras en Iberia.

“Cantábamos una música y ellos cantaban la misma. La misma cultura de uno y otro lado de la frontera”, recuerda Paulo al explicar el germen del proyecto.

“Las músicas se entremezclan, la española y la portuguesa. Todas de la Raya”, apunta Luis. Son, continúa, músicas tradicionales “nacidas en el pueblo y para el pueblo”.

“Este repertorio, diluye las fronteras, borra las fronteras. Somos todos uno. Yo vivo en Miranda, y la ciudad grande más próxima es Zamora. Es mi región. Mi región es Tras-os- Montes, pero es también Castilla y León”, ilustra Paulo.

“Tenemos algo muy importante, compartimos un entorno fantástico: la península ibérica”, insiste Luis. Y va más allá, porque no hay fronteras tampoco para esta música en Europa:

“Volvemos a estar unidos gracias a la Unión Europea. Nuestra música, tanto del lado de Portugal como del lado de España, es totalmente exportable”.

“Tenemos realmente muchísima fuerza, muchísima identidad de cara a otros países europeos y creo que hoy en día podría perfectamente encajar en cualquiera de los festivales de Europa como algo identitario, como algo único y con mucha personalidad”.

Y Paulo completa la idea: “Este es un proyecto para borrar fronteras. Las fronteras no existen por la gente que vive en ellas. Esa es la idea”.

La gaita y la cuchara

“Músicas da Raya” no se limita a recopilar temas populares. Paulo y Luis reivindican la identidad de la región con instrumentos como la flauta pastoril, el pandero y la gaita. Pero no la gaita gallega, se apresuran a aclarar, sino las originarias de la zona: la sanabresa y la mirandesa.

A simple vista, parecen iguales, pero no lo son. Una suena en “do” y otra en “si bemol”.

“No tienen nada que ver con la gallega. Son minoritarias pero se han perpetuado en estas tierras. Están ancladas al territorio”, sostiene Luis, que se aferra orgulloso a su preciosa gaita roja.

La sanabresa, ligada a Zamora. La mirandesa, nacida en la frontera y con influencias en todo el territorio portugués.

Son las estrellas del concierto, junto con la “caixa”, un viejo tambor que Paulo heredó de su abuelo, un instrumento que “salió a correr el mundo” y que se ha paseado por escenarios de Europa, América y Asia, relata el músico luso.

También el pandero (pandeiro) es protagonista. Es obra de Paulo -una de las habilidades que heredó de su abuelo, dice-. Sus “pandeiros” traspasan fronteras, y no solo las ibéricas. “Acabo de enviar uno a Canadá”, presume.

Los hace con cuero de oveja o de cabra y los rellena de garbanzos, cascabeles o sedales. Son redondos, triangulares, cuadrados, octogonales... y de colores.

Luis no se queda atrás y sorprende con una original aportación: la cuchara. Un homenaje a la cocina, otro elemento fundamental de la cultura popular.

En sus manos, la cuchara simula el trote de un caballo, emula a los palmeros flamencos y le acompaña en una jota.

Aurora de las Tres Marras

Aurora no suele acudir a conciertos pero es parte de la memoria que alimenta “Músicas da Raya”. A sus 73 años, ha salvado del olvido la cantiga de las “Tres Marras”. Cuando Paulo la descubrió era la única mirandesa que recordaba la letra de esta vieja canción, que habla de un amorío que traspasaba los límites de la antigua frontera entre Portugal y España. Una joya de esta cultura de transmisión oral que se va perdiendo.

Aurora Ribas tenía un sueño: “Cuando era pequeña, le pedí a mi padre que me comprara un acordeón. Mi sueño era cantar y bailar. Pero no me lo compró. No había dinero”.

Comenzó a trabajar muy joven, emigró con su marido a Francia y al regreso, en los años ochenta, el matrimonio abrió un pequeño bar en Povoa (Pruoba en mirandés), una aldea próxima a Miranda.

En su vejez ha logrado cumplir su sueño, al menos en parte: canta en el coro de la iglesia y se atreve a un directo de vez en cuando en la emisora local. “Es una radio que se escucha en todos sitios”, puntualiza orgulloso Aníbal, su marido.

Y que vuelvan

En Bermillo de Sayago ya es noche cerrada y Paulo y Luis empiezan a despedirse: “Tocamos la última”. El público se levanta y pide más. Y ellos dan más. Un par de temas para cerrar... un pasodoble y unas jotas que arrancan a bailar a los más atrevidos.

Antes de irse, todos quieren un autógrafo y una foto con los artistas. José, un cabrero de 75 años, se acerca al escenario, agarra una pequeña flauta de caña que ha tallado Paulo durante el concierto y se lanza ... “es inútil dejar de quererte, no me quieras matar corazón”. No es una típica cantiga mirandesa, pero “la tocaba mucho cuando era joven, en el monte”, confiesa.

María también quiere despedirse de los músicos: “Felicidades y gracias. Que puedan seguir muchos años haciendo esto. Y que vuelvan por aquí”.

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