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Pitos y aplausos para una Turandot desdibujada en sus personajes principales

Pitos y aplausos para una Turandot desdibujada en sus personajes principales

EFE

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El estreno de la producción “Turandot”, la ópera de Giacomo Puccini que el Palau de les Arts valenciano ha puesto hoy en escena para abrir la pretemporada, ha sido recibida con pitos y aplausos, pues la actuación de los dos personajes principales, fría en algunos momentos, ha quedado muy desdibujada.

La dirección del Palau de les Arts ha dedicado las seis funciones programadas hasta el 31 de octubre a la soprano Montserrat Caballé, fallecida el 6 de octubre, y que a lo largo de su trayectoria profesional firmó inolvidables interpretaciones tanto de Turandot como de Liu, las dos protagonistas femeninas de esta ópera que Puccini dejó inconclusa y que fue terminada por su discípulo Franco Alfano.

La soprano norteamericana Jennifer Wilson, en el papel de Turandot, y el tenor Marco Berti, como Calaf, han derrochado potencia tímbrica pero les ha faltado sentimiento para redondear musicalmente a una princesa fría y vengativa con sus pretendientes pero que finalmente sucumbe ante el amor, en el primer caso, y para perfilar la seguridad del hombre que expone su vida para vencer los enigmas que plantea la princesa de la que se ha enamorado.

Jennifer Wilson, que tuvo que escuchar algún breve abucheo del público, estuvo correcta en la complicada aria “In aquesta regia”, que abordó con voz firme y agresiva, y en el dúo de amor final, mientras que Bertí no despertó pasiones con la bellísima y complicada “Nesum dorma”, que pasó inadvertida.

Más convincente resultó Miren Urbieta-Vega en el papel de Liu, a la que el amor le da fuerza para negarse a decirle a Turandot el nombre de Calaf, a quien ama en secreto pese a que no es correspondida.

Urbieta-Vega recibió los primeros aplausos de la noche tras el aria “Signore ascolta” y tuvo su mejor momento con el aria del tercer acto “Tu che di gel sei cinta” que precede a su muerte, por autoestrangulamiento en esta versión y no clavándose una daga arrebatada a uno de los guardias, como marca el libreto.

Meritorias fueron también las actuaciones de Damián del Castillo (Ping), Valentino Buzza (Pang) y Pablo García López (Pong), que exhibieron una vis cómica en la primera escena del segundo acto, cuando los tres ministros, como si se tratara de personajes de la comedia del arte, se quejan amargamente de que dedican más tiempo a las ejecuciones de los pretendientes que no han descifrado los enigmas que plantea Turandot que a cuestiones de estado.

En una noche marcada por la división de opiniones, el público fue unánime en aplaudir la actuación tanto del coro de la Generalitat que, con un papel también protagonista, resolvió con brillantez sus múltiples intervenciones, como la de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, en lo que fue un reconocimiento a la partitura de esta obra póstuma de Puccini.

Este reconocimiento a la música y los intérpretes no se hizo extensivo en toda su dimensión al director británico Alpesh Chauhan, que, en su salida al escenario, también tuvo que escuchar algunos pitos provenientes de los pisos superiores, que solo se apagaron cuando hizo levantarse de sus asientos en el foso a los integrantes de la orquesta.

En una producción del Palau de les Arts, que ha sido representada con éxito en cuatro temporadas diferentes en los últimos diez años, también ha sido cuestionada la dirección de escena de Allex Aguilera, mientras que la escenografía de Liu King, con su sobrio y refinado palacio imperial, sigue causando admiración entre los aficionados habituales y los nuevos públicos.

La sala principal de Les Arts se llenó en una representación a precios populares (la entrada más cara no superaba los 70 euros), a la que no faltaron representantes del mundo de la política. Joan Castelló

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