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Los amigos de Moncho invocan al “Gitano del bolero” con los ojos aún húmedos

Los amigos de Moncho invocan al "Gitano del bolero" con los ojos aún húmedos

EFE

Barcelona —

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¡Ay La vida!, a veces es como un bolero, impredecible y caprichosa, sobre todo si la muerte te llega unos pocos días antes de que quienes te admiran te rindan homenaje.

Un giro inesperado que no ha restado ni una nota de sentimiento al concierto que una decena de amigos, de artistas -Serrat, Pau Donés o Miguel Poveda, estaban ahí- han dedicado hoy en Barcelona a Moncho, el “Gitano del bolero”, fallecido el pasado 28 de diciembre.

Todo tan cercano, tan próximo, que la cita generaba sensaciones extrañas: cantar por y para un Moncho que debía estar en el escenario, y cuyo rostro emocionado ha aparecido en una pantalla gigante en el vídeo que ha abierto el concierto.

“La música ha sido mi vida” y “yo he sido profeta en mi tierra”, dos frases que han provocado un nudo en la garganta a los que llenaban el Auditorio.

Una ausencia demasiado repentina que ha filtrado de melancolía las más de tres horas de espectáculo con un cartel con nombres generacionalmente dispares, pero unidos por el respeto al cantante cuyo espectro, si se permiten estas licencias no científicas, estaba allí, seguro.

Porque Moncho, nacido Ramón Calabuch cerca de la gitana plaza del Raspall (Barcelona, 1940), estaba “como un niño la noche de Reyes” con este homenaje. Todo bajo el entregado título de “Som Moncho, una vida de bolero”, ha recordado a EFE, poco antes de que comenzara, la directora de Sun Music, Gemma Recoder, alma del homenaje junto a su amigo íntimo Serrat.

Era la despedida soñada, a lo grande. El veterano cantante incluso había anunciado que, a pesar del mal estado de sus cuerdas vocales -que le obligó a retirarse hace un año- se atrevería a subir al escenario a cantar.

“Nos decía, que estaba de 'puta mare', que se estaba guardando la voz para aportar alguna pincelada, que aunque no le quedara mucha voz iba a quedar todo muy bonito”, rememora emocionada Recoder.

Pero el 25 de diciembre, el mismo día en que se colgó el cartel de no hay entradas para el concierto, “ése iba a ser su regalo de Navidad”, sufrió una ataque al corazón del que no se recuperó.

¿Qué mejor forma de rendir esa pleitesía que seguir adelante? (aunque con algunas bajas, como las de Rosario, Estrella Morente y Diego el Cigala).

Un homenaje, además, que no ha resultado triste, sino festivo, muy festivo a pesar de todo. Así lo han entendido sus paisanos de “Sabor de Gràcia”, que han hecho sonar la rumba en “Levántate” o “Déjenme irme para el Bohío”, una senda que ha continuado con el “Vengo Venenoso” de Antonio Carmona. “Tengo el corazón agarrao, no me olvidaré nunca de ti compadre”, ha lanzado al cielo, el exlíder de Ketama.

Más desgarradora, mucho más bolerista ha sido la aportación de Lolita, que, aunque alejada de los micrófonos, se ha atrevido con “Amnesia” o la siempre perfecta “No”. “Moncho era mi familia”, ha asegurado la “medio catalana” hija del Pescadilla, amigo de juventud del homenajeado.

Si Tamara ha sido el contrapunto “juvenil” -aunque su “Por debajo de la mesa” ha sonado a clásico de los de antes-, un veterano y esforzado Dyango ha hecho valer una carrera casi paralela a la de Moncho -cuando coincidían en algún concierto casi tenían que discutir el repertorio- enlazando tres de sus hits: “Nostalgias”, “Por volverte a ver” o “La mare”.

Tras el paso del ciclón de la familia Calabuch, el micro ha caído en manos del apabullante Miguel Poveda que no se ha dejado nada, pero nada de nada, en la garganta en “Te extraño”.

“Te extraño, no sabes Moncho cuánto te extraño”, ha versionado el de Badalona, que se lamentaba de lo “caprichoso que ha sido el cielo” al llevarse al rey del bolero antes del homenaje. “Era tan discreto que parece que se ha querido ir antes, pero no se ha podido escapar, hoy es el protagonista”, ha añadido sin discusión.

Poveda ha invitado entonces a Joan Manuel Serrat a salir al escenario, y en un mano a mano han atrapado al público con “El meu carrer”.

Luego, ya él solo, Serrat no ha querido olvidar la faceta humana de Moncho, que no quedará sepultada por su reinado vocal. “Si como artista ha sido grande, como persona ha sido superior”. Y sin solución de continuidad, el “noi del poble sec” ha elegido dos de las piezas más emotivas de su cancionero: “Canço de bressol”, esa que empieza con una jota y se convierte en una nana contra la que resulta imposible no abandonarse, y “Mediterráneo”.

Sobredosis emocional que el público ha tenido que solventar como ha podido, porque Serrat ha invitado a todo el grupo para entonar “Toda una vida”, que ha acabado a ritmo cubano, y con todos bailando bajo la atenta mirada de Moncho desde la pantalla. Gran epílogo para un amigo que se ha ido. ¡Uy, esto suena a bolero!.

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