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Las mujeres como memoria histórica de la eterna Guerra de Troya

Las mujeres como memoria histórica de la eterna Guerra de Troya

EFE

Mérida —

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Esta era la noche en Mérida de las víctimas, de las perdedoras, de mujeres reivindicando la memoria histórica de la eterna Guerra de Troya, esa que ha tenido muchas réplicas durante siglos, que ahora simboliza Siria y que también vivió España, aunque las descarnadas imágenes de sus consecuencias sean siempre las mismas.

La 63 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida ha estrenado hoy la tragedia “Troyanas”, en la que Aitana Sánchez Gijón, una suerte de madre y abuela coraje, ha capitaneado a un grupo de mujeres para hacer un relato de la guerra en femenino.

La historia siempre la han escrito los vencedores y los hombres, pero en esta ocasión han sido las troyanas gracias a que Eurípides fue un escritor “revolucionario”, según la directora de la obra, Carmen Portaceli, ya que es uno de los pocos clásicos que dio voz a los perdedores.

El grito desgarrado de Sánchez Gijón durante toda la obra no necesitaba de mucho trabajo de inspiración, bastaba con los telediarios o algo más cercano, España, porque aquí también hubo una guerra, advertía estos días la actriz.

De la dureza de la obra, de hora y media de duración, hablaba por sí sola la escenografía de Paco Azorín. Una gran T de Troya caída, como símbolo de la derrota, y un reguero de cadáveres tapados con sábanas blancas en una imagen inspirada en la matanza de la ciudad siria de Hula.

Sobre esa carta de presentación se proyectarán después las imágenes de la Alepo (Siria) devastada y rostros de víctimas que podrían ser los de cualquier guerra.

La obra narra los momentos posteriores a la Guerra de Troya. La ciudad ha sido saqueada por los griegos, su flota está a punto de partir y los vencedores se reparten a las mujeres. No hay piedad.

Es en ese momento cuando las olvidadas de los olvidados de todos los conflictos bélicos toman la palabra para contar su historia colectiva y la personal, en varios retratos de mujer.

Sánchez Gijón, que regresaba a Mérida tras recibir el Premio Ceres por su papel de Medea, es la reina Hécuba, que tras perder a su marido y a sus hijos, ahora ve cómo se reparten a sus hijas, a sus nuera y a ella misma, o cómo matan a su pequeño nieto.

Otra es la “puta” Helena (Maggi Civantos), a la que culpan de la guerra porque se la disputan hombres lascivos de los dos bandos, mientras ella se pregunta si su cuerpo tiene más responsabilidad que la codicia o los caudillos.

Alba Flores es Políxena, una de las hijas de Hécuba, que prefiere la muerte antes que vivir esclavizada, que se mueve como un fantasma por el escenario y que aconseja a su madre que no caiga en la desesperanza.

Como contrapunto a los seis personajes femeninos -Miriam Iscla (Cassandra), Pepa López (Briseida) y Gabriela Flores (Andrómaca) son las otras tres-, Ernesto Alerio es intencionadamente el único personaje masculino en la versión de Alberto Conejero.

Hace de Taltibio, el mensajero que transmite a las mujeres su funesto destino y que en su deriva personal se convierte en un alma en pena corroído por la culpa.

Los griegos también viven su propia tragedia, como les recuerda Cassandra, porque en diez años de lucha muchos han muerto en el exilio. “¿De qué os sirven las coronas?”, les pregunta.

Hécuba sufre, pero no sucumbe. No cae en la venganza como Medea, sino que clama por la justicia, porque el crimen no quede en el olvido, porque estén donde estén, aunque estén en un campo de refugiados, “Troya vive”.

La coproducción del certamen emeritense, el Teatro Español y Rovima Producción es la sexta versión del texto que se ofrece en Mérida y ha supuesto el debut aquí de Alba Flores y Maggie Civantos.

El Teatro Romano ha registrado una gran entrada para ver esta obra, que ha sido despedida por el público con una gran ovación y a la que asistido el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Estará en cartel hasta el domingo 23 de julio.

Carlos González de Rivera

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