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La Banda Trapera del Río, cuando ser trapero significaba ser punk en la España de los 80

Luis J. Menéndez

La Banda Trapera del Río

La Banda Trapera del Río

La banda trapera del río / Guante de guillotinaDivucsa / LarvinPUNK9-7/10La banda trapera del río / Guante de guillotina

Es la Trapera reflejo de un tiempo que se ha ido para siempre. No tanto por la inexistencia de guetos y zonas deprimidas económica y emocionalmente en nuestro país, sino por la propia singularidad de la banda y su contexto, por la crudeza de las imágenes y palabras que el Morfi escupía en sus canciones.

Hoy esa función supuestamente la desempeña una escena como la del trap. Ha heredado del punk su carácter provocativo, pero -bienvenidos a 2019- ha transformado ese orgullo de clase obrera en ejercicio de ostentación de Guccis y deportivos. Nada que ver con letras como la de Venid a las cloacas: “Vivís, en cuatro paredes agobiados del mal olor de aceite de comida barata que se adhiere al narizón. Soportáis las cuatro paredes, soportáis el mal olor. Soportáis pagar impuestos, soportáis la humillación ¡Vivís en la ciudad satélite! La gente a todo confort”.

O esta otra: “Del polvo de un borracho y del coño de una puta. Nacido del polvo de un borracho, parido con desesperación. Humillado por el vecindario por crítica y represión”.

Los componentes de La Banda Trapera del Río nacieron en el barrio de San Ildefonso, en Cornellá de Llobregat, un lugar que tal y como explicaban Morfi y compañía en el documental Venid a las cloacas: La historia de la Banda Trapera del Río (Daniel Arasanz, 2010) apenas daba lugar a la esperanza para unos chavales que crecieron al calor del rock laietano y la contracultura, pero que al mismo tiempo socialmente se encontraban demasiado lejos de todo ello.

Su debut homónimo, publicado en 1978 y que a menudo se ha considerado el primer disco de punk grabado en nuestro país, es una combinación de testimonio lumpen (Curriqui de barrio, Venid a las cloacas, Ciutat podrida,…), una evidente vocación provocativa (La regla, Eununcos mentales, Meditación del pelos en su paja matinera) y un punto lúdico nada despreciable.

Registrado en 1982, el año de la primera disolución de la banda, diversas casualidades y decisiones desafortunadas impidieron que su segundo disco, Guante de guillotina, viera la luz hasta 1993. El proceso de recuperación del disco tampoco fue sencillo, y finalmente se hizo posible gracias a una cinta que guardaba el batería, Raf Pulido. Todo esto ha afectado, sin duda, al audio definitivo de un trabajo que aún careciendo del impacto de su predecesor –la épica de barrio da paso aquí a una escritura más poética y abstracta- mantiene el tipo a base de rock’n’roll high-energy.

Las reediciones que se acaban de poner a la venta coincidiendo con el Record Store Day reproducen los discos originales con el atractivo añadido para coleccionistas de contar con vinilo de color.

 

Fat White Family

Fat White Family

Serfs Up!Domino / Music As UsualROCK7/10Serfs Up!

Si ofrecemos credibilidad a las palabras de Lias Kaci Saoudi en la ronda promocional de este disco, Serfs Up! es el resultado de un proceso de autodestrucción y posterior renacimiento de la banda británica. La vorágine de drogas y condiciones de vida infrahumanas en la que progresivamente se convirtió el día a día de la banda liderada por el joven músico de raíces argelinas, unida a una repercusión limitada dentro del circuito independiente hicieron que el proyecto se situara al borde de la desaparición.  Fat White Family gozan de buena reputación, pero a menudo eso no es suficiente para la supervivencia económica de una banda.

El traslado desde Londres a Sheffield y la incorporación de nuevos componentes ha aportado oxígeno a una formación que ahora publica el que posiblemente sea su mejor disco hasta la fecha.

Aunque la influencia de The Fall, el referente más evidente en los tres discos de Fat White Family, no deja de ser palpable, Serfs Up! abre las ventanas y explora nuevos territorios. Por momentos sus canciones de pop sofisticado bien podrían convertirles en una suerte de Pulp del siglo XXI: con Jarvis Cocker les une también una singular forma de tratar lo político, a caballo de lo poético y lo costumbrista. Aunque los tintes oscuros que siempre les han caracterizado sigue impregnándolo casi todo.

 

Gus Dapperton

Gus Dapperton

Where Polly People Go To ReadAwal / Popstock!POP6/10Where Polly People Go To Read

La mejor definición que he leído de Gus Dapperton es aquella que le señala como un músico que hace canciones sobre sexo para una generación que, cada vez más, rechaza follar. Dapperton ha vendido la imagen del chico de pueblo que llegó a la metrópoli -Nueva York- dispuesto a hacer realidad su sueño de convertirse en músico de éxito. Y rápidamente ha conseguido llamar la atención con un número considerable de escuchas en Spotify, el actual medidor de tendencias que viene a sustituir a lo que Myspace o incluso YouTube significaron hace un tiempo. A unos cuantos meses de la publicación de este primer disco consiguió llenar una sala de trescientas personas a su paso por Madrid, lo que no es ni mucho menos moco de pavo.

Este debut dejará satisfecho a ese público que ha encontrado en Dapperton un reflejo de su propia existencia. Y eso a pesar de que su propuesta musical no va mucho más allá del revoltijo de influencias ochenteras, falsetes importados (algo, por otra parte, también muy de aquellos años) y producción reverberante acorde con la herencia que ha dejado la moda del vaporwave. El resultado, por el momento, no pasa de curioso por mucho que pueda comprenderse y hasta comprarse la coartada generacional.

 

Heather Woods Broderick

Heather Woods Broderick

InvitationWestern Vinyl / Popstock!POP7/10Invitation

A menudo la vida se convierte en una lucha interna entre dejarse llevar por la corriente y hacer el esfuerzo, quién sabe si con resultados trágicos, de plantarse e intentar nadar en su contra. Esa es la temática de fondo del nuevo trabajo de Heather Woods Broderick, una mujer que por otra parte ya llevó a cabo su particular reinvención vital cuando pasó de secundaria de lujo cantando para Laura Gibson, Efterklang, Yann Tiersen, Alela Diane, Sharon Van Etten o su hermano Peter Broderick a grabar sus canciones y publicar sus propios discos.

El origen de este tercer largo está en los diarios de su madre, que ha tomado como fuente de inspiración para este peculiar canto a la autorrebeldía que, paradójicamente, en lo musical se plantea como un remanso de paz. Sostenido siempre por su delicada voz, Invitation es un ejercicio de emotividad que cuenta con el piano como instrumento central alrededor del que revolotean percusiones minimalistas y arreglos orquestales, como una Kate Bush tocada por la fragilidad de Lisa Germano.

 

Tabletom

Tabletom

InoxidableNuevos Medios / LarvinFUSIÓN8/10Inoxidable

Nunca antes reeditado, el tercer disco de Tabletom, producido por Ricardo Pachón y publicado originalmente en 1991, ve ahora la luz de nuevo en una edición remasterizada en vinilo de color blanco por Larvin Music, incansables en los últimos meses en su labor de recuperar clásicos de la música popular nacional, más o menos reconocidos.

Inoxidable pertenecería en realidad a la segunda categoría. Más allá del homenaje que años más tarde les tributaría Extremoduro versionando Me estoy quitando en su clásico Agila, la banda malagueña sigue siendo una gran desconocida. Junto con su debut Mezclalina, Inoxidable es posiblemente el álbum que mejor ha plasmado su singular sonido, a medio camino del jazz, el funk, el rock pluscuamperfecto a lo Zappa y, como no, una gotas de rock sureño, conducido por la voz rasposa del carismático y hoy añorado Rockberto, la flauta de “Pepillo” y la guitarra funky de Perico.

Además de ese tema clásico que dedicaron a Camarón, en Inoxidable también destacan un singular reggae con vocación antinuclear y socarrón sentido del humor titulado Reggae las macetas (“Dicen que los niños no podrán jugar / Que las tías buenas ya no existirán / Que las criaturitas no podrán rilar / Cuando llegue el día de la nuclear”) y ejercicios de costumbrismo anticapitalista como Pescaíto frito (“Tú ya no te acuerdas de cuando comías pescaíto frito con pan, tú ya no te acuerdas de ná”). Únicos en su especie.

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