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Tame Impala, vuelve el músico que trajo la psicodelia de vuelta al pop de masas

Luis J. Menéndez

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Tame Impala

Tame Impala

The Slow RushModular / Music As UsualPSICODELIA8The Slow Rush

Aún en una sociedad tan hiperdirigida y ultracontrolada como la que nos rodea, de cuando en cuando se producen fenómenos que escapan a los planes de quienes diseñan las estrategias de mercado. Es el caso de Tame Impala, un proyecto que ya va por su cuarto disco y que ha sido levantado por la imaginación febril de Kevin Parker. Que un músico como Parker haya terminado cruzando trincheras para terminar combatiendo en la primera línea del mainstream, trabajando codo con codo con superstrellas como Travis Scott, Kanye West o Lady Gaga, tiene algo de dulce venganza, de justicia poética.

La música de Tame Impala además ha ido haciendo a lo largo del tiempo un camino a la inversa, desde el sonido de banda al actual ejercicio de bedroom pop superlativo. The Slow Rush es un disco cocinado desde la soledad, por mucho que lo expansivo de su sonido pudiera llevar a pensar lo contrario. Es un disco también de psicodelia bailable, exploradora, por momentos un poco prog, que sin embargo afronta desde las letras temáticas que a priori poco tienen que ver con esa suerte de universo retrofuturista a lo Moebius (el comiquero) en el que ha ido convirtiéndose la música de Tame Impala.

El fallecimiento reciente de su padre o el carácter de naturaleza introvertido de Parker y su forma de relacionarse con el mundo, están presentes en los textos de un disco más terrenal y menos daliniano de lo que su portada podría dar a entender. El territorio por el que la imaginación de Parker vuela libre aparece cuando llega la hora de arreglar unas canciones que apuestan cada vez más por un sonido sintético, hasta el punto de rayar en algún momento con el house y la música disco. No cabe duda que The Slow Rush, ajeno a las presiones de la industria, es el disco que Parker deseaba hacer. Y es bastante probable también que sea aquel que estés deseando escuchar.

 

Cerrone

Cerrone

DNABecause / Music As UsualELECTRÓNICA8DNA

2016 marcó el retorno de Cerrone con Lips, el clásico disco de autoreivindicación por el que se asomaban luminarias como Nile Rodgers, Aloe Blacc, Alexis Taylor (Hot Chip) o Tony Allen. Sin tratarse de un mal trabajo, este DNA, su continuación natural, conecta de forma mucho más natural con la carrera de este pionero del sonido disco y space-disco, tal vez el músico más representativo del género tras el dios Moroder.

El propio Cerrone explica en las notas interiores de este trabajo que recuperar su material clásico a lo largo de los últimos años, bien sea como DJ o a la hora de tocarlo en directo le hizo reconectar con la esencia de su música, ese ADN al que hace refrencia el título del disco.

Más allá de la coartada conceptual de un disco que el parisino vincula con el trabajo de preservación de la naturaleza que Jane Goodall ha llevado a cabo durante décadas, DNA, con su ritmo 4x4 propulsado hacia el infinito y su arsenal de sonidos sintetizados, demuestra la validez aún hoy de una propuesta sonora que ha influido a infinidad de artistas, muy especialmente aquellos que se engloban dentro del french touch, de Daft Punk a Justice.

 

Chromatics

Chromatics

Closer to GreyItalians Do It Better / Music As UsualPOP8Closer to Grey

Han pasado siete años desde el último disco de Chromatics, un periodo que se ha hecho aún más largo si cabe por los constantes anuncios de su publicación: retraso tras retraso, el disco nunca terminaba de llegar… Finalmente lo hizo el pasado mes de octubre, aunque ha habido que esperar hasta ahora para poder disfrutar de copias físicas del mismo, que por cierto y tal como ocurre con todos los lanzamientos de Italians Do It Better, son un tesoro como objeto, especialmente en su versión vinilo.

Han sido siete años de espera, sí, un tiempo durante el que Johnny Jewel se ha consolidado como compositor de bandas sonoras y Chromatics han tenido su momento de gloria al colarse en la banda sonora del retorno de Twin Peaks. Esas son las principales novedades para una formación por la que no pasa el tiempo, aislados como están en su particular burbuja de sonidos synthpop, disco beats al ralentí y una concepción del pop casi gainsbouriana, en buena medida por la carismática voz de Ruth Radelet.

Siempre fieles a sí mismos, aquí repiten hasta la fórmula de llevarse a su terreno clásicos que a priori no tienen demasiado que ver con su sonido. Si en el pasado se enfrentaron a temas de Bruce Springsteen, Hole, The Cure o Neil Young, ahora es el turno de On The Wall de The Jesus & Mary Chain y The Sound of Silence de Simon & Garfunkel. Como dicen los británicos, “no news, good news”.

 

Squarepusher

Squarepusher

Be Up a HelloWarp / Music As UsualELECTRÓNICA8Be Up a Hello

24 años después que aquel impactante debut con Feed Me Weird Things, las claves musicales de Squarepusher -el alias artístico del británico Thomas Jenkinson- están suficientemente asentadas como para que un nuevo disco de este clásico de Warp nos pille con el pie cambiado.

Squarepusher lleva más de dos décadas combinando en sus álbumes y en diferentes proporciones su pasión por el free jazz, los bajos enloquecidos a lo Jaco Pastorius y una forma de entender la electrónica cercano al de su compañero de sello Ahex Twin: breaks esquizofénicos a velocidad endiablada. El resultado de todo ello es una colección de discos, cercanos a la quincena ya, con un sonido inconfundible, que le han convertido en uno de los clásicos del ya de por sí clásico sello Warp.

Be Up a Hello responde a esa misma descripción, si bien en los matices que sirven para darle sabor a la receta electrónica gana la partida al sonido orgánico del bajo, rememorando algunos de sus mejores y más tempranos trabajos: Hard Normal Daddy (1997) o Go Plastic (2001).

Obviamente, canciones como Nervelevers, que sirvió de avance al disco y representa musicalmente la velocidad y también la tensión de una sociedad hiperconectada cuya enfermedad principal es el estrés, no van a ser del agrado de todo tipo de público. Lo que a estas alturas habla más de la integridad artística de Jenkinson que del encaje que su música tiene hoy por hoy en un mercado saturado de ofertas clónicas.

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