El festival Tomavistas regresa a lo grande tras dos años en blanco

Elena Cabrera

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El festival madrileño Tomavistas, por su posición de avanzadilla en el calendario de las grandes citas de macroconciertos, fue uno de los primeros que recibieron en 2020 la bofetada de la cancelación debido a la pandemia. En un primer momento lo desplazaron a septiembre de ese año. Cuando se vio que las circunstancias no mejoraban, se pospuso a junio de 2021. Tampoco pudo ser. Por eso el lema de este año es “a la tercera va la vencida”.

Se celebrará del jueves 19 al sábado 21 de mayo en el recinto ferial de Ifema, en Madrid. Hasta ahora, la ubicación de este gran evento de la música indie era el Parque Tierno Galván, pero tras estos dos años en que la organización ha recogido velas y se ha mantenido a flote con formatos más pequeños y ajustados a las restricciones, el festival necesita crecer. Por eso han encontrado un lugar donde seguirá habiendo aire libre, césped, árboles y también la posibilidad de ubicar tres escenarios y prolongar hasta más allá de la medianoche las actuaciones.

“La personalidad de un festival no solo la da el recinto, también el cartel, que cumple las expectativas de toda la vida del Tomavistas y además damos un paso adelante en comodidad del público, con mejores accesos, más espacio y todas las áreas accesibles”, explica su director artístico y de producción, José Gallardo. El aforo, 10.000 personas, seguirá siendo el mismo que en la anterior ubicación, pero al ganar en metros cuadrados, se genera una mayor comodidad.

El cartel del que Gallardo se siente orgulloso acoge dos grandes nombres del indie británico, que son el tirón de este año: Suede y Jarvis Cocker de Pulp, bajo el nombre Jarv Is… Cuando Suede debería haber tocado en Tomavistas tenía su último álbum más reciente (The Blue Hour, 2018) pero ahora se celebran también los 25 años de su disco Coming Up. Por su parte, Jarvis Cocker, quien ha pisado lo justo y lo mínimo los escenarios de la capital española, utilizará el Tomavistas para dar su único concierto bajo esta nueva propuesta de su carrera en solitario post Pulp que es Jarv Is… (los puntos suspensivos pertenecen al nombre), y con la que grabó disco en 2020.

Otros nombres que destacan en el cartel son Slowdive, un grupo que forjó el sonido shoegaze en los 90 y que es ahora un referente para muchos grupos actuales; o el gran momento que traerá Jungle a la pista de baile, presentando oficialmente su disco del año pasado. Rigoberta Bandini, Sen Senra, Carolina Durante, Alizzz, Kings of Convenience, Cariño, Cupido, Putochinomaricón, VVV [Tripping' You], Biznaga o Confeti de Odio también forman parte de la cita, que acoge una gran presencia de grupos españoles.

“Los festivales tienen que evolucionar de alguna manera y, además de ampliar horarios y dar más fluidez al público para que se mueva, también está el tema de la contratación de artistas”, afirma Gallardo sobre una cita que en 2019 reunió a 7.000 personas y que para este año tiene todos los abonos vendidos, aunque aún se pueden comprar entradas sueltas de día. El codirector piensa en el futuro y sabe que, para seguir mejorando el cartel en años venideros, hay que hacerlo paso a paso.

Sobrevivir en Madrid

Las empresas de espectáculos en vivo conforman uno de los sectores que más han sufrido las consecuencias de las restricciones. La facturación de la industria de la música en directo en España por venta de entradas cayó un 63,78% en 2020, según los últimos datos de la Asociación de Promotores Musicales, y las consecuencias del parón se seguirán viendo en ejercicios sucesivos.

José Gallardo explica que Tomavistas sobrevivió a la pandemia “reinventándose”: “Teníamos la necesidad de que la empresa se mantuviera activa y, en cuanto vimos la oportunidad de hacer eventos rentables, que tuvieran sentido, que se pudieran disfrutar con la gente sentada, distancia social, mascarillas... lo hicimos”. De esa manera, aunque el gran evento no pudiera realizarse, la empresa podía continuar con actividad y compensar las pérdidas económicas de la cancelación. Así, pudieron programar ocho conciertos en el parque donde se venía haciendo el festival, con localidades agotadas. “Todo el mundo echaba una mano y hubo cierta solidaridad, no hubo demasiados gastos y el impacto de la pandemia no fue tan grande como podría haber sido”, añade.

El director admite que sus dos festivales de inspiración han sido el FIB y Paredes de Coura, en Portugal. Dos citas que se realizan lejos de grandes ciudades. Pero hacer un festival en Madrid es un reto y la historia reciente demuestra que mantener la continuidad no es fácil. “En Madrid tienes que atraer a la gente, hacer algo muy especial y diferenciado para que la gente se mueva”, admite el director de Tomavistas. “Aquí haces algo y te preguntas: ¿dónde está la gente? Porque es la ciudad más poblada de España. Pero en Madrid se ve como más atractivo viajar a otra ciudad para ver un festival y ese siempre ha sido el gran caballo de batalla, convencer al público local de que venga al festival”, explica. Este año, Tomavistas, que atrae a bastante gente de fuera de Madrid, ha conseguido su récord de visitantes internacionales, por los datos que ya tienen de la venta anticipada.

“Nosotros hemos encontrado nuestro hueco, estamos ahí”, concluye el director tan solo dos días antes de que arranque la sexta edición.