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El rapero que quiere aplastar a McDonald's: “Soy la razón por la que todo el mundo lo ama”

Pusha T posando para un almuerzo antes de los Grammy, en 2018

Pablo Vinuesa

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Al rapero Pusha T no se le puede negar su arrojo. El MC, nacido en el Bronx pero criado en Virginia, donde formó parte de Clipse, dúo precursor en el éxito de las mixtapes, fue el elemento de fricción entre dos de las grandes estrellas de la música a nivel global, Kanye West y Drake. En su diss track (término usado para definir a un tema con el que se insulta a otro artista) The Story of Adidon hizo público que Drake tenía un hijo, una información que el de Toronto entendió que habría sido filtrada por Kanye. Las tensiones entre ambos han durado hasta muy recientemente.

Y si ya es atrevido enfrentarse a uno de los artistas más famosos del mundo, el siguiente beef, o tiraera, de Pusha T apunta más lejos. En concreto a McDonald’s, una de las marcas más potentes y reconocibles del planeta. Lo ha hecho con otro diss track, de solo 75 segundos esta vez, que promociona un bocadillo de pescado picante para otra cadena de comida rápida, Arby’s.

Para entender qué ocultan frases como “soy la razón por la que todo el mundo lo ama, ahora tengo que aplastarlo” (“I'm the reason the whole world love it, now I gotta crush it”) en Spicy Fish Diss Track o por qué aparece en el video un payaso poco elegante que evoca, de alguna manera, a Ronald McDonald, habría que remontarse casi dos décadas atrás. Más concretamente hasta 2003, momento en el cual McDonald’s lanzó la famosa campaña I’m Lovin’ It, una de las primeras en las que la marca se relacionó con artistas del hip-hop y el R&B. La pegadiza sintonía, que sigue resultando completamente reconocible, propulsó a la marca. El jingle inicial presentaba fraseos de Pusha T junto a su hermano Malice, además de unos coros de Justin Timberlake, pero más éxito tuvo una posterior reinterpretación de este, en formato de canción completa, con producción de Pharrell Williams.

Tal como el propio rapero explicó a principios de semana en Rolling Stone, la razón de su enfado continuado a lo largo de tantos años tiene que ver con una nefasta negociación. Pusha T lleva tiempo reclamando que su autoría no fue justamente recompensada y, aunque hay varias versiones de la historia, sí parece claro que cobró entre medio y un millón de dólares de una vez, sin asegurarse parte de los royalties. Unos derechos de autor en los que sí estarían incluidos Pharrell Williams y Justin Timberlake, quien además se embolsó 6 millones solo por cantar su canción.

Es poco probable que salgan a la luz todos los flecos de un contrato que data de 2003 y que muy probablemente estuviera blindado con férreas cláusulas de confidencialidad. Entre las diferentes interpretaciones del asunto se incluyen desde que Pusha T ejerció como 'compositor fantasma' y pactó un mal trato, debido a su inexperiencia, a otras en las que se afirma que su implicación no fue tan definitiva como argumenta y que aprovecha el secretismo alrededor del asunto para sembrar confusión en su propio beneficio.

Aun así, el rapero no pierde la oportunidad de mostrarse hiriente, afirmando cosas como que duda si el producto equivalente al de Arby’s por parte de McDonald’s sea realmente pescado o que el presupuesto de “Mickey D” (Ronald McDonald) sea tan exiguo como para no poder permitirse una rodaja completa de queso. En lo que sí parece haber mejorado es en la manera de cerrar acuerdos: asegura Pusha T que esta vez, en una colaboración que comenzó en 2018, retiene hasta un 40% de los royalties.

La jugada es maestra tanto para Pusha T, que gana promoción de cara a un inminente álbum cuyo single ha provocado muy buenas sensaciones, como para Arby’s, cuya cotización en redes sociales se ha disparado como la espuma. Como en todo beef de categoría, solo quedaría saber si el rival contraatacará para poder disfrutar de una buena tangana pública. De momento no hay respuesta por parte de McDonald’s, aunque ya hay fans leales a la marca que han subido diss tracks no oficiales para rebatir las polémicas afirmaciones.

A vueltas con los 'beef'

Los beefs, traducidos frecuentemente como tiraeras en español, son una constante en la historia del hip-hop. Resueltos a veces de manera pacífica y otras desafortunada, algunas de las grandes carreras del género no se entenderían sin las enemistades que dejaron a sus espaldas. Mientras que en Estados Unidos fueron clásicas las rivalidades entre Notorius BIG y Tupac Shakur o Nas contra Jay-Z, en España han sido noticia recientemente dos encontronazos de C. Tangana antes de convertirse en El Madrileño, primero con Los Chicos del Maíz y luego con Yung Beef.

La entidad de sus rivales es uno de los elementos que más definen la categoría de un rapero, por lo que para que un beef se pueda entender como clásico la ‘pelea de gallos’ debe de ser equilibrada. Por esa razón la sesión de Residente con Bizarrap, donde atiza de manera inmisericorde a J Balvin, resulta descafeinada. Como bien explicó Rubén Blades, hay artistas a los que da miedo ‘tirarle’ por talento, mala leche y respeto en la escena, y el colombiano no es uno de ellos. Machine Gun Kelly sí sorprendió al atreverse con Eminem, cuya intimidación sobre sus colegas podría tener como equivalente en nuestro país a Kase-O.

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