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Sobre este blog

Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

Las viviendas turísticas no tienen impacto en el precio de los alquileres (y la Tierra es plana)

Airbnb promociona un estudio que demuestra que no se puede demostrar lo indemostrable.

Pedro Bravo

El otro día nos enteramos de que se prepara un crucero para demostrar por fin que la Tierra es plana. Parece ser que el barco zarpará en 2020 con el objetivo de llegar al muro de hielo que rodea nuestro planeta. A pesar de que el bote navegará usando instrumentos diseñados con métricas que cuentan con que el globo es justamente eso, los promotores del viaje están convencidos de que lo de las cartas náuticas y el GPS es otra maldad de las fuerzas que conspiran para que nos creamos el camelo en cuestión.

Estos días también hemos sabido que las viviendas turísticas no influyen en el precio de la vivienda en alquiler. Ha sido gracias a la inversión publicitaria de Airbnb Citizen, el canal que pretende comunicar los valores de la empresa de San Francisco y su comunidad. Los anuncios en Twitter reproducen un “informe” de la Associació d’Habitatges Turístics de Balears (Habtur). Titulado Impacto de la ley turística y la zonificación en el precio del alquilerintenta ver si hay relación entre la burbuja del alquiler, las viviendas turísticas y la regulación de las mismas en esas islas. Dicho lo cual, y antes del punto y aparte, me gustaría añadir dos cosas. Una: no suelo usar comillas para subrayar palabras, pero en este caso no me ha quedado más remedio. Dos: ¿Cómo demonios segmentan sus campañas los de Airbnb que me consideran público objetivo?

El informe —ya sin comillas, el chiste está hecho—, que ha sido reproducido tal cual por unos cuantos medios, usa trucos habituales como comparar el porcentaje de viviendas turísticas con el del parque total de viviendas y no con el de alquiler o referenciar estudios de partes interesadas como la patronal del ramo, FEVITUR. Además, pretende colar falsedades como que la mayoría de las ofertas son estacionales y que, en cualquier caso, son ofertas diversificadas, no en manos de unos pocos gestores. Ambas son desmontadas en este hilo de Twitter por Javier Gil, investigador del tema al que, por cierto, también le ha llegado el post patrocinado de Airbnb Citizen. Finalmente, en caso de que quisiéramos hacer un esfuerzo por fiarnos de un documento tan poco fiable, lo único que entenderíamos es que, de 2016 a 2018, los precios de la vivienda han subido una barbaridad en Baleares y, ahora que hay una ley que regula los alojamientos turísticos, no han bajado inmediatamente.

Lo que sí hace el informe es reconocer de forma implícita que hay una burbuja de alquiler en esa comunidad, como en muchos otros lugares, y expresar que lo que ocurre con las viviendas que han salido del mercado turístico es que se venden para recuperar la inversión, sobre todo a compradores de fuera —“la compra de vivienda por parte de extranjeros en el primer trimestre de 2018 ha supuesto el 31,7%”, dice el texto—, o pasan “al mercado de alquiler con precio de mercado o más alto”. Así pues, el estudio muestra que esto no se regula ni solo ni con una actuación concreta y que hay que intervenir de forma mucho más transversal en el sector inmobiliario. Sobre la relación entre las viviendas turísticas y el precio del alquiler no dice realmente nada.

Normal. A estas alturas, sostener que las viviendas turísticas no extraen alojamientos de la oferta residencial y, por tanto, la encarecen es como creer que la Tierra es plana. Convertir las casas en hoteles es quizá la forma más descarada de despreciar la función social de la vivienda y detrás de ello no están humildes ciudadanos que se sacan así un sobresueldo, como pretende hacernos creer la propaganda, sino fondos de inversión, grandes propietarios y hasta cadenas hoteleras. No es la única causa de la burbuja, pero es una de ellas. Lo expresan multitud de estudios mucho más serios que el de Habtur, con datos de Berlín, de Boston, de Los Ángeles, de Nueva York, de Sidney

¿Estamos otro intento chuco de propaganda de Airbnb y sus alrededores o realmente se creen lo que promocionan? Si es así, ¿serán también tierraplanistas? ¿Habrá sitio para todos ellos en ese crucero que se prevé eterno en busca de un final que no existe?

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Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

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