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Ssangyong Tivoli, mucho más que un SUV cumplidor

Ssangyong Tivoli.

R. T.

Desde que fue adquirida en 2010 por Mahindra, Ssangyong nunca ha tenido tanta actividad de producto como la que vive estos días. Cinco años de trabajo en la sombra culminaron en Ginebra 2015 con el primer gran lanzamiento de la nueva Ssangyong: el Tivoli. Bajo el eslogan “Un nuevo comienzo con el Tivoli”, la marca surcoreana aceleraba el paso con su apuesta más europea en una categoría plagada de best seller como los Nissan Juke, Renault Captur, Opel Mokka X o Peugeot 2008.

El nuevo modelo se moldea como una carrocería a la moda, esto es, un todoterreno urbano de formato compacto (4,20 metros de longitud), y suma un diseño más desenfadado de lo normal en la marca (con alta dosis de personalización, incluyendo la pintura bitono) y una habitabilidad interior a considerar como vehículo familiar (plazas traseras amplias y maletero de 423 litros, de 347 en las variantes 4x4).

Se trata de una estupenda opción para alguien que vaya a aprovechar este espacio de manera frecuente en su día a día, no quiera desembolsar un dinero desmedido por su vehículo (desde 12.850 euros, incluyendo descuento y financiación con la marca) y al mismo tiempo se plantee la adquisición de un primer coche familiar, es decir, con el que también realizar trayectos largos y fuera de la ciudad de manera frecuente.

La nueva plataforma sobre la que se construye el Tivoli, más ligera y rígida, favorece una conducción amable y sencilla, sin grandes pretensiones. La suspensión es firme, transmitiendo una sensación de seguridad elevada, especialmente en carreteras en buen estado. La dirección -por guiado y tacto- es mejorable, aunque a través de un setting ajustable con tres programas (Comfort, Normal y Sport) de resistencia variable es más fácil encontrarle el puntillo.

La altura libre al suelo de la carrocería (167 milímetros), ideal para acceder cómodamente al habitáculo, puede llevarnos a engaños en cuanto a sus posibilidades fuera de asfalto. Si bien es cierto que hay rivales que disfrutan de mejores cotas, las versiones con tracción total del Tivoli se desenvuelven con destreza, aportando más adherencia que un turismo equivalente por vías sin asfaltar. Dicho lo cual, y como toda la competencia, ni es ni pretende ser un todoterreno.

Hablando de todoterreno, la tracción 4x4 solo está disponible con el motor diésel. Se trata de un bloque con cuatro cilindros, con turbocompresor y 1.6 litros de cilindrada que rinde 115 caballos de potencia entre 3.400 y 4.000 revoluciones por minuto y 300 Nm entre 1.500 y 2.500 rpm. Esta motorización también puede combinarse con un cambio automático por convertidor de par y seis velocidades, cuyo sobreprecio respecto al manual es de 1.500 euros.

El motor en sí cumple con lo esperado, no obstante los derroteros del mercado apuntan en otra dirección: a los coches de este tamaño les sienta cada vez mejor los motorcillos de gasolina con turbo. No es el caso del Tivoli, cuya variante de gasolina es excesivamente perezosa, decantándose la balanza en favor del diésel (1.500 euros más caro) por su equilibrio entre consumo (6,6 l/100 kilómetros en una conducción realista) y prestaciones.

Aunque el gasóleo compromete su suavidad de funcionamiento -sobre todo en ciudad ante demandas intensas de potencia-, el Ssangyong Tivoli pone su mejor cara dentro de los límites urbanos. Además de las reservas de potencia del diésel, el conductor contará con otros aliados, como la excelente visibilidad en todos los ángulos, la sensación de amplitud interior y lo bien aislado de ruidos aerodinámicos y de rodadura que está el habitáculo.

Y es que en la vida a bordo Ssangyong ha protagonizado un importante salto adelante, confeccionado un interior a la altura de su “nuevo comienzo”. Ni rastro de la angosta marca surcoreana de antes. Subidos en el Tivoli, la impresión de calidez es muy elevada, con un volante forrado en piel y mandos multifunción de excelente tacto; una instrumentación de fácil lectura y con un toque de sofisticación muy oportuno; plásticos blandos combinados con duros acabados en mate; o una consola despejada de mandos aglutinando funciones en la pantalla táctil superior de 7 pulgadas.

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