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Un 7% de los niños extremeños tiene alergia a algún alimento

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Un siete por ciento de la población infantil y entre un 3 y 4 por ciento de la adulta de Extremadura tiene alergia a al menos un alimento (fruta, huevo o marisco, entre otros).

Además está previsto que en pocos años el número de personas que sufre alergia alimentaria se duplique debido a múltiples factores. Un desarrollo no sostenible con el medio ambiente “cada vez más cargado de sustancias químicas” es uno de esos factores, según ha explicado la presidenta de la Asociación Extremeña de Alérgicos a Alimentos (AEXAAL), María Victoria Gil.

En su opinión otro elemento que influye en el hecho de que las alergias alimentarias vayan “in crescendo” es el “exceso de limpieza, más aseo personal”, lo que hace que el sistema inmunológico responda de manera “más exagerada” ante ciertas sustancias que para el resto de la población no suponen un riesgo.

Victoria Gil ha recordado que nadie está a salvo de sufrir una alergia, pues ésta puede aparecer en cualquier etapa de la vida y de la noche a la mañana, y es “más difícil” de superar en adultos ya que en los niños “se consigue la tolerancia espontánea sin ningún tipo de tratamiento”.

Del 4 al 10 de abril se celebra la Semana Mundial de la Alergia, en esta ocasión dedicada a los pólenes, pero en 2013 se centró en las alimentarias con un lema “muy contundente”: “un problema de salud mundial emergente”, ha recordado la presidenta de AEXAAL, asociación que durante la próxima semana estará presente en los hospitales de la región con un stand informativo. El desconocimiento que existe todavía es grande y la problemática que afecta a los alérgicos a alimentos se da en muchos ámbitos, como por ejemplo el educativo donde la “tarjeta de presentación” de un niño con sensibilidad alta al alérgeno es el autoinyector de adrenalina que se utiliza ante “una reacción anafiláctica”.

“Es una manera muy fácil de salvar la vida de una persona, algo a lo que estamos obligados como ciudadanos, a prestar auxilio”, ha remarcado Gil, para matizar que la reacción se produce “no solo por ingesta sino también por contacto o inhalación”. “Hay padres que no pueden cocer leche porque sus hijos son muy alérgicos”, ha añadido.

Por ello, la asociación organiza desde el año 2011 unas jornadas formativas dirigidas a docentes en las que se les informa de cómo actuar ante una emergencia y cómo favorecer la integración del niño alérgico, no estigmatizarlo y normalizar la situación.

Otro ámbito en el que se encuentran obstáculos es en el hospitalario donde “a veces las dietas no se adaptan al alérgico” aunque, ha reconocido, se están realizando esfuerzos en formar al personal de cocina. Lo que supuso “un gran avance” para las alergias alimentarias, el reglamento europeo de etiquetado, también presenta algunas lagunas pues ciertos alimentos “están ocultos bajo otras denominaciones”, como “la lecitina, que puede proceder de la soja o del huevo, que son alérgenos” y, por tanto, se tiene que especificar.

Comer o cenar en un restaurante también puede ocasionar un quebradero de cabeza porque aunque la normativa establece 14 alérgenos de declaración obligatoria en la carta del establecimiento (entre otros, cereales, crustáceos, soja, leche o huevo, y sus derivados o alimentos a base de ellos), en la práctica no se cumple. Pero las alergias alimentarias van más allá de la alimentación pues hay muchos productos que presentan derivados de alimentos como algunos de cosmética y medicamentos, caso éste último especialmente “grave” porque, ha dicho, “la industria farmacéutica no tiene la obligatoriedad de declarar ciertos alérgenos”.

Por el contrario, Victoria Gil ha resaltado como logros los avances médicos alcanzados en los últimos años, entre los que destacan los tratamientos de inducción a la tolerancia. En este sentido, Extremadura cuenta con una unidad exclusivamente de alergia alimentaria en el Hospital Materno Infantil de Badajoz, puesta en marcha en 2013, y también se diagnostican y tratan en otras unidades de alergia en el Hospital de Cáceres, Plasencia y Don Benito-Villanueva, ésta última inaugurada en 2015.

En el Hospital de Mérida y de Zafra no se hace desensibilización a alimentos, por lo que estos pacientes se derivan al Hospital Materno Infantil de Badajoz, según datos aportados a Efe por la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales. No hay registro de cifras concretas de pacientes atendidos solo de alergia alimentaria, ya que se registran junto con otro tipo de alergias en el sistema JARA; si bien se calcula que se tratan entre 400 y 500 niños en el Hospital Materno Infantil de Badajoz y unos 200 niños en el área de Don Benito-Villanueva. En estas unidades se trata a pacientes a partir de los 5 años y el tratamiento de desensibilización se hace solo a leche y huevo.

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