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“Quiero estar en una relación abierta pero hay miedo a las inseguridades, competiciones y envidias, ¿cómo hacerlo?”

'Le Déjeuner sur l'herbe', Claude Monet (1865-1866).

Sara Torres

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Mi pareja y yo queremos abrir la relación pero tenemos miedo de que haya inseguridades, competiciones y envidia. No son celos como tal, sino algo más difuso. ¿Cómo podríamos hacerlo?

Rosita lectora de elDiario.es

Querida lectora: Imagina que ahora doy una respuesta práctica, paso por paso, a tu pregunta de cómo abrir una relación. Seguro que recibiría la llamada de al menos un par de buenas amigas preguntando preocupadas si se me ha subido alguna sustancia a la cabeza o si tengo el propósito de hacerme la gurú de una nueva secta, jaja. No creo que exista transformación significativa que no nos exponga en alguna medida al sufrimiento. Para mí, lo que verdaderamente importa es cómo nos relacionamos con aquello que nos remueve, y hasta dónde nuestro deseo de encuentros y belleza es lo suficientemente potente como para compensar la pérdida de un mundo tal y como lo conocíamos. En el deseo de belleza y bien, en el amor que rebosa y excede, y en la confianza en nuestra capacidad de adaptación a los diferentes momentos de la vida, tal vez esté una clave.

Si los deseos, las esperanzas y las demandas que nos mueven están estructuradas a partir de un in/consciente social monógamo, el resultado esperable al proceso de abrir una relación es experimentar inseguridades, competiciones y envidia. Estos afectos, aunque negativos y seguramente indeseados, creo que no han de vivirse con culpa, como un fracaso de la personalidad, sino como la experiencia normal de un colapso de mundos. Abrirse a la no monogamia implica siempre abrirse al riesgo de un modo de vivir para el cual no estamos culturalmente preparadas. En el mejor de los casos la experiencia ocurre a favor de la vida, pero a contrapelo del discurso.

Abrirse a la no monogamia implica siempre abrirse al riesgo de un modo de vivir para el cual no estamos culturalmente preparadas. En el mejor de los casos la experiencia ocurre a favor de la vida, pero a contrapelo del discurso

En la experiencia no monógama, en su práctica real y no en su figuración, ocurren infinitas situaciones que sorprenden nuestro ánimo y asustan nuestra expectativa. Esa expectativa que tenemos puesta en lxs otrxs, donde les hacemos responsables de hacernos sentir bienamadas. También la expectativa que proyectamos sobre nosotras mismas, bajo un principio de 'corrección' emocional, donde parece que nuestro valor es igual a nuestra capacidad de esquivar el dolor. Pero esquivando el dolor esquivamos también la posibilidad de la belleza. Cada cual ha de mirarse por dentro y tomar sus propias decisiones. ¿Me aporta tanto la pasión como para aceptar su riesgo? ¿O anhelo tal vez, fundamentalmente, una vida estable y tranquila?

Esquivando el dolor esquivamos también la posibilidad de la belleza. Cada cual ha de mirarse por dentro y tomar sus propias decisiones. ¿Me aporta tanto la pasión como para aceptar su riesgo? ¿O anhelo tal vez una vida estable y tranquila?

También es importante valorar en qué momento de seguridad o de precariedad estamos. ¿Nos sentimos en peligro ya de punto de partida? ¿O por el contrario estamos en una época relajada, donde nos sentimos generosas? ¿Tenemos una comunidad que nos apoya y a la que apoyamos más allá de la pareja? Si hemos puesto la mayor parte de nuestro afecto y energía en una única persona, quizás el primer paso para abrir la relación no tenga tanto que ver con nuestras prácticas sexuales sino con las amorosas: mejor empezar repartiendo nuestra energía para formar parte activa de una bonita comunidad de amigas. Como escribió Brigitte Vasallo, lo que define la monogamia es la jerarquía de unos afectos sobre los otros. Esa jerarquía se traduce en unos usos normativos del tiempo, la atención y el espacio. Podemos revolucionar esos tres ejes con la amistad como horizonte, y será seguro más revolucionario que conservar nuestro esquema de vida y añadirle de vez en cuando una amante. Tomar contacto con la alegría que surge al compartir nuestro amor es una práctica radical contra el in/consciente monógamo.

Si hemos puesto la mayor parte de nuestro afecto y energía en una única persona, quizás el primer paso para abrir la relación no tenga tanto que ver con nuestras prácticas sexuales sino con las amorosas

No temer el sufrimiento, me repito en voz chiquita a veces a mí misma. No temerlo porque, ya es antiguo, no asusta. No temer tampoco a aquella que soy cuando me siento dañada, insegura, frustrada en mi fantasía. Cada dolor en la vida me ha traído una escritura, un aprendizaje y una nueva delicadeza. Por repetición, los escenarios nuevos se convierten en familiares, e igual ocurrirá con los dolores aún desconocidos, cuya posibilidad hoy nos revuelve.

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