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A Rodolfo Ares. Profunda pena

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Somos muchos los que hoy compartimos un sentimiento de irrealidad. Es difícil concebir el espacio y el tiempo en el que nos movemos sin Rodolfo. Él siempre estaba ahí. Era el primero en acudir al lugar donde el dolor nos golpeaba. No le importaban las horas para estar con los que sufrían y atender, al mismo tiempo y desde el sufrimiento, todos los aspectos prácticos. Él fue el consejero de Interior del Gobierno vasco que, enfrentando a ETA con decisión, demostró ser capaz también de seguir trabajando por la paz en Euskadi con el lehendakari Patxi López, hasta lograrla.

Rodolfo estaba en casi todo. Parecía tener el don de la ubicuidad. Motor del Partido Socialista Vasco durante muchos años, era un “organizador de cuna”. Sería difícil entender la ciudad de Bilbao, que amaba y en la que fue concejal, sin Rodolfo Ares. El proceso de paz no habría sido el mismo sin las conversaciones “casi a diario” de Rodolfo con Alfredo Pérez Rubalcaba y Patxi López. Era un político inteligente, pragmático y muy resistente. Con una enorme capacidad de trabajo. Pero era más que eso. Él quería a la gente.

Le recuerdo en el Gobierno que compartimos, en el Partido y en el Parlamento Vasco, ejerciendo la dirección del Grupo con gran dignidad tras el espantoso asesinato de Fernando Buesa en febrero del año 2000.

Su inequívoca vocación de servicio ha tenido una enorme trascendencia. La paz y la democracia de la que disfrutamos hoy en España son en buena medida una consecuencia de su enorme y fructífero trabajo, compromiso y dedicación, de sus horas robadas al sueño y de su presencia solidaria. Y también de su inteligencia y de su inmensa habilidad negociadora.

Hoy se nos ha ido una persona sencilla y excepcional y ya le echamos de menos.

Somos muchos los que hoy compartimos un sentimiento de irrealidad. Es difícil concebir el espacio y el tiempo en el que nos movemos sin Rodolfo. Él siempre estaba ahí. Era el primero en acudir al lugar donde el dolor nos golpeaba. No le importaban las horas para estar con los que sufrían y atender, al mismo tiempo y desde el sufrimiento, todos los aspectos prácticos. Él fue el consejero de Interior del Gobierno vasco que, enfrentando a ETA con decisión, demostró ser capaz también de seguir trabajando por la paz en Euskadi con el lehendakari Patxi López, hasta lograrla.

Rodolfo estaba en casi todo. Parecía tener el don de la ubicuidad. Motor del Partido Socialista Vasco durante muchos años, era un “organizador de cuna”. Sería difícil entender la ciudad de Bilbao, que amaba y en la que fue concejal, sin Rodolfo Ares. El proceso de paz no habría sido el mismo sin las conversaciones “casi a diario” de Rodolfo con Alfredo Pérez Rubalcaba y Patxi López. Era un político inteligente, pragmático y muy resistente. Con una enorme capacidad de trabajo. Pero era más que eso. Él quería a la gente.