Fue en 1957, en plena dictadura, cuando las fiestas de Vitoria incorporaron la bajada de Celedón como acto inicial de las conmemoraciones anuales en honor a la Virgen Blanca. Es bastante posterior a la devoción a la patrona, desde luego, pero incluso al Día del Blusa o de Santiago. Originalmente, el muñeco que representa al aldeano de Zalduondo -el Mary Poppins de la Llanada Alavesa por su tradicional paraguas- partía su vuelo desde la torre de San Miguel y aterrizaba en la Plaza de España. En la década de 1970 ya se trasladó a su emplazamiento actual, exclusivamente en la Virgen Blanca. Pero esta plaza ha sufrido una gran reforma y los antiguos jardines han dejado paso a una explanada mucho más manejable para este día. La mecánica ha sido siempre la misma: cuando la marioneta toma tierra se reencarna en un ser humano que cruza entre la masa para dar por inauguradas las fiestas patronales, aunque a veces ha sido más bien un Santa Claus subiendo una escalera de mano. Últimamente, Celedón precisa de escolta para llegar sano y salvo a su destino.

El primer Celedón fue el blusa José Luis Isasi. Encarnó al personaje hasta 1976, cuando tuvo lugar un chupinazo con mucho menos público y protestas por las crímenes ocurridos el 3 de marzo en Zaramaga. La Policía Armada todavía franquista mató a tiros a cinco obreros en aquellos sucesos. Le sustituyó Enrique Orive, un torero local que incluso fue abucheado por algunos de los presentes. En 1977 reapareció Isasi pero en 1980 cedió ya el testigo a Iñaki Landa, quien lo mantuvo hasta 2000. Desde entonces, Gorka Ortiz de Urbina es el protagonista de la fiesta. Pero 2023 es su último año y su relevo ha abierto la posibilidad de que ejerza esta función una mujer. En la versión infantil, a Celedón 'txiki' le acompaña desde hace años Edurne, su 'alter ego' femenino.

En el 'reinado' de Ortiz de Urbina ha habido algunas excepciones. 2007 fue una de ellas, con motivo del quincuagésimo aniversario de la fiesta. Se invitó también a los antiguos Celedones. Y, por su puesto, la COVID-19 dejó sin La Blanca a Vitoria en 2020 y 2021. Hubo controles policiales y hasta vallas para que nadie pisara la Virgen Blanca a las 18.00 horas del 4 de agosto.

Los chupinazos han sido siempre reflejo de los tiempos. En un inicio, jerarcas de la dictadura y sus símbolos copaban el paisaje. Una gran bandera española presidió las primeras ediciones en la Virgen Blanca que, a la muerte del Caudillo, tornó en bandera de Vitoria, blanca y con aspas rojas. En las últimas décadas se han hecho muy visibles las reivindicaciones a favor de los presos de ETA hasta el punto de que hubo que blindar el monumento a la batalla de Vitoria y a la independencia de España para que nadie pudiera escalar a él. Compañías privadas han llegado a teñir de su color corporativo a la masa, que ha ido orillando la tradición del puro por una inclinación mayor hacia el alcohol, lo que ha forzado a prohibir el acceso con vidrio. Y han empezado a exhibirse también las banderas de los países de los nuevos vecinos de la ciudad, particularmente la de Colombia. Celedón ha llevado paraguas verde por la 'green capital' de Europa o morado por la igualdad de las mujeres. Albareda, su proveedora desde 1957, ha cerrado en 2022. La cita congrega a alrededor de 50.000 personas, que desde hace un lustro quedan blindadas por fuertes controles policiales para la prevención de atentados yihadistas.

Las fotografías que aquí se exhiben son de tres épocas y de tres fuentes. Las primeras son del Archivo del Territorio Histórico de Álava, que ha presentado recientemente la herramienta digital Photoaraba con abundante material histórico. El segundo bloque, más reciente, son del archivo del Gobierno vasco (Irekia). Las últimas, correspondientes a las ediciones más cercanas en el tiempo, son de recursos propios. No hay fondos en estas bases de datos de la primera edición, de 1957, que no fue un vuelo exitoso.