En un mundo en el que el fútbol mueve pasiones, dinero y fronteras emocionales, a veces olvidamos que ese mismo balón capaz de unir a millones de personas también ha sido, para muchos y algunas, la única herramienta de supervivencia. El economista, activista y escritor extremeño Gabino Sánchez Llamazares lo recuerda en Hogar fútbol (La Moderna Editora, 2024), un libro que no solo recoge biografías: levanta un memorial. Es un ejercicio de memoria histórica, de justicia y de reivindicación de derechos humanos a través de los relatos —muchos de ellos silenciados— de jugadores y jugadoras que desafiaron dictaduras, guerras, racismo, persecuciones y violencias que superan cualquier ficción.
La obra nace de una pregunta incómoda y necesaria: ¿cuánto dolor cabe en una camiseta? ¿Cuántas vidas han tenido que resistir para que hoy el fútbol sea un espectáculo global? ¿Qué nombres quedaron en el camino? ¿Cuántas veces las botas se llenaron de polvo del desierto, de barro de campos minados o de miedo bajo la sombra de un régimen autoritario?
Sánchez Llamazares reúne historias que interpelan. Desde el niño que chutaba una pelota de basura en un barrio bombardeado hasta la joven que jugaba escondida sabiendo que, si la descubrían, la apedrearían por el simple hecho de ser mujer. Desde el futbolista que se convirtió en símbolo contra la dictadura chilena hasta quienes atravesaron fronteras vigiladas por soldados hostiles, cargando con un sueño que a veces también era un salvavidas.
Estas vidas demuestran algo que el libro subraya con fuerza: los héroes y las heroínas del fútbol no siempre levantan copas; muchas veces, lo que levantan es su propia vida, en un acto de resistencia que casi nunca llega a los titulares.
La memoria sin estadísticas
El libro recuerda historias que deberían formar parte del imaginario colectivo. Nombres como Árpád Weisz, entrenador judío asesinado en Auschwitz; Carlos Caszely, símbolo de resistencia frente a Pinochet; Justin Fashanu, primer futbolista profesional que declaró públicamente su homosexualidad y que pagó un precio altísimo por atreverse a decir la verdad; o Fatim Jawara, que murió intentando alcanzar Europa en una patera tras huir de la represión y la pobreza.
La lista continúa con Ladislao Kubala, Puskás, Khalida Popal, Nadia Nadim, Sara Björk o los hermanos Iñaki y Nico Williams, quienes representan la diáspora contemporánea, el derecho a migrar y la posibilidad de encontrar un hogar en un estadio que no siempre fue amable con ellos.
Cada biografía es un recordatorio de que el fútbol también ha sido un territorio de exclusión: por raza, por origen, por clase, por orientación sexual o por género. Un espejo de las desigualdades del mundo, pero también una grieta por la que siempre se ha colado la esperanza.
Un libro que exhuda Derechos Humanos
Hogar fútbol funciona como un mapa de exilios y supervivencias. Un testimonio colectivo que denuncia las violencias políticas, económicas, racistas y patriarcales que han atravesado la historia del deporte más seguido del planeta. Y lo hace con una vocación clara: recordar que el fútbol a veces no es solo entretenimiento; es también un campo donde se libran batallas por la dignidad.
En tiempos en los que el discurso del odio recupera espacio, en los que aumentan los ataques racistas en los estadios, en los que la misoginia vuelve a cuestionar una y otra vez la presencia de las mujeres en el deporte, este libro llega para recordarnos que el balón, en sus mejores días, siempre ha ido rodando hacia la libertad.
La obra, además, ha despertado atención fuera del ámbito literario. El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, ha mostrado interés por conocerla como finalmente hizo hace unos días; lo mismo que la presidenta de la Diputación de Badajoz, Raquel del Puerto. Y ya ha sido reseñada en medios como La Ventana, Carrusel Deportivo, Play Fútbol, RNE, Diario AS, Deportes Cope, El Debate, Mundo Deportivo, Sport o Canal Extremadura, entre muchos otros. Incluso la historia de Carlos Caszely ha sido replicada en el libro chileno Arte Rebelde. Resistencia y clamor popular (2025).
Cuando el hogar se encuentra en el césped
Sánchez Llamazares —economista, profesor y activista, reconocido por su trabajo en Responsabilidad Social Corporativa y colaborador en organizaciones como Oxfam Intermón y Amnistía Internacional— propone un viaje que no deja indiferente. Con una escritura precisa, nos invita a mirar de frente aquellas trayectorias que, pese a ser extraordinarias, fueron a menudo invisibilizadas por la grandeza del espectáculo.
El libro nos enseña algo esencial: el hogar no siempre es un lugar físico; a veces es un balón que rueda, un equipo que te acoge, un estadio que te grita tu nombre, aunque descubras que el camino hasta llegar allí estuvo lleno de heridas.
Es una obra que se sitúa en la intersección entre deporte, memoria y justicia social. Que recupera voces silenciadas y nos obliga a preguntarnos qué papel jugamos como sociedad cuando aplaudimos a quienes ya han triunfado, pero olvidamos a quienes se quedaron en medio de la travesía.
El fútbol como territorio de libertad
Hogar fútbol es, en definitiva, una defensa del derecho a vivir sin miedo. A migrar. A existir con dignidad. A jugar sin ser perseguida por ser mujer. A amar sin ocultarse. A sobrevivir a la guerra. A contar la propia historia, la tuya.
Quizá por eso este libro funciona como un recordatorio urgente: la pelota solo rueda de verdad cuando todas las personas tienen derecho a jugar. Y también como una invitación a mirar el deporte no solo como una pasión colectiva, sino como un espacio donde se refleja quiénes somos y qué sociedad queremos construir.
Porque cada vez que una niña agarra un balón sin permiso, cada vez que un joven migrante entra en un campo sintiendo que puede, cada vez que un jugador denuncia racismo o un equipo planta cara a un régimen, el fútbol vuelve a sus orígenes: un refugio, un hogar, una posibilidad. A veces, la única.
Fútbol y literatura de la mano al servicio de una única humanidad.