(Des)amor romántico. De la violencia psicológica a la inteligencia emocional en la pareja surge de la necesidad de poner palabras a una realidad todavía muy invisible: la violencia psicológica en las relaciones de pareja y el peso del modelo de amor romántico heredado culturalmente. Durante generaciones, se nos ha transmitido la idea de un amor ideal basado en la entrega total, la exclusividad y la pasión incondicional. Ese mito ha legitimado desigualdades y un sufrimiento emocional que se ha normalizado bajo la apariencia del amor.
“Con el libro queríamos abrir una reflexión sobre estos patrones, entender sus consecuencias y ofrecer herramientas para construir vínculos más sanos, desde la libertad, el respeto y la inteligencia emocional. La idea es desmontar la creencia de que amar implica dolor y mostrar que se puede querer bien, sin perderse en el otro”, explican los autores.
El proyecto nació de la combinación entre la curiosidad académica y la observación de la vida cotidiana. Los profesores de la UEx, Macarena Blázquez Alonso y Juan Manuel Moreno Manso, venían desarrollando una trayectoria investigadora sobre violencia psicológica en la pareja, pero en esta ocasión quisieron ir más allá de los estudios y centrarse en las historias humanas que se esconden detrás de los datos. “Esa mezcla entre la evidencia científica y la experiencia cotidiana nos hizo ver cómo muchas personas confunden el sufrimiento con el amor y cómo los mitos románticos contribuyen a normalizar la violencia. De ahí surgió la chispa de (Des)amor romántico, con la intención de dar voz a esas realidades y ofrecer herramientas que ayuden a transformar los vínculos desde un lugar más libre y equilibrado emocionalmente”.
La documentación fue rigurosa y multidimensional. Los autores revisaron investigaciones sobre violencia psicológica, amor romántico e inteligencia emocional, integrando el modelo multifactorial de Bar-On para transformar la teoría en herramientas prácticas que promuevan relaciones más conscientes y equilibradas. Aunque reconocen el valor de pensadoras como bell hooks, Eva Illouz o Coral Herrera Gómez, explican que su enfoque es diferente. “Ellas analizan el amor romántico desde una mirada sociológica y de género, mientras que en (Des)amor romántico lo abordamos desde una perspectiva psicosocial. Analizamos cómo se construyen y mantienen las dinámicas de violencia psicológica en la pareja, integrando tanto los factores socioculturales como los procesos individuales y relacionales que las sostienen”.
Su propósito, subrayan, es ofrecer recursos desde la inteligencia emocional que ayuden a construir vínculos más libres, igualitarios y saludables, dialogando con esos planteamientos desde la práctica psicológica y el acompañamiento emocional.
La trampa del amor que duele
El ensayo identifica la gran trampa del amor romántico: hacernos creer que amar de verdad significa entregarse sin límites y soportar el dolor como algo natural. Bajo esa idea, se glorifican los celos, la dependencia o la fusión total con el otro, como si fueran pruebas de amor.
“El problema es que ese ideal normaliza el sufrimiento e invisibiliza la violencia psicológica: los celos se confunden con amor, el control con cuidado y la renuncia a uno mismo con generosidad. Lo peligroso es que muchas veces no se vive como imposición, sino como elección. Ahí está su trampa: disfrazar la violencia de amor”.
Los mitos que aún sostienen la desigualdad
El libro analiza también los grandes mitos del amor que siguen repitiéndose en la cultura popular: que “el amor todo lo puede”, que los celos son pasión, que existe la “media naranja” o que amar implica entregarse por completo.
En la música, se glorifica la dependencia y el sufrimiento; en las series y películas, los celos y la obsesión se presentan como románticos; y en redes sociales, se idealizan relaciones que se miden en “likes” o gestos públicos, reforzando la idea de que amar es mostrar, vigilar y controlar.
“El resultado es confusión entre amor intenso y amor verdadero, con expectativas irreales y frustración constante. Por eso es urgente cuestionar estos relatos y promover un amor basado en libertad, cuidado mutuo y responsabilidad, sin idealizaciones ni sufrimiento innecesario”, subrayan.
Incluso entre mujeres feministas, reconocen, cuesta desprenderse del relato del “amor que todo lo puede”, porque está profundamente arraigado en la educación, los medios y la validación social. “Renunciar a ese mito implica enfrentar el miedo, la soledad y la presión social, porque el amor romántico sigue siendo visto como central para la vida y la valía emocional”, afirman.
Una herramienta pedagógica para transformar los vínculos
Aunque está dirigido al público general, (Des)amor romántico también está concebido como una herramienta pedagógica. Su estructura combina teoría, recursos prácticos y actividades que permiten trabajar la inteligencia emocional, prevenir la violencia psicológica y fomentar relaciones más competentes tanto en aulas como en talleres o espacios comunitarios.
“El libro busca ser un motor de cambio personal y colectivo: está pensado para cualquiera que quiera mejorar sus competencias emocionales en el amor, ayudando a prevenir dinámicas que afecten al bienestar futuro”.
Nuevas narrativas afectivas y amores en transformación
El ensayo plantea alternativas al amor romántico tradicional, promoviendo relaciones basadas en la igualdad, el respeto, la autonomía y la comunicación. “Un amor libre de jerarquías es aquel sin roles impuestos ni dinámicas de poder ocultas, donde cada persona tiene voz y decisión, y se consideran equitativamente sus necesidades”.
También analiza cómo las nuevas generaciones están transformando las formas de amar, explorando relaciones abiertas, no monógamas o más horizontales. “Esto refleja mayor apertura e independencia, aunque también plantea desafíos como los celos, la necesidad de comunicación constante y la dificultad de generalizar estos modelos”.
Frente a la inmediatez y el consumo emocional, una de sus autoras, Laura Pérez, doctora en Psicología, defiende que el amor entendido como construcción lenta y comprometida sigue siendo posible y necesario. “Requiere tiempo, escucha, negociación y responsabilidad emocional. La inteligencia emocional ayuda a gestionar la frustración, reconocer al otro como diferente y construir puentes en lugar de idealizaciones”.
Recepción e impacto
Las reacciones del público han sido de interés, reflexión y también confrontación. “Hay alivio al poder poner nombre a experiencias emocionales que antes resultaban confusas o invisibles, pero también confrontación al cuestionar creencias muy arraigadas sobre el amor y la pareja”.
El libro ha tenido especial impacto entre personas que han vivido relaciones complicadas y entre profesionales o estudiantes que encuentran herramientas útiles para su práctica.
En el contexto extremeño, los autores observan que las zonas rurales mantienen valores tradicionales que pueden generar resistencias, aunque las nuevas generaciones, con mayor acceso a la educación y las redes sociales, están abriendo camino hacia modelos más igualitarios y libres.
“Esperamos que el libro genere reflexión, debate y, sobre todo, cambios concretos: aprender a amar con inteligencia emocional, respeto y equilibrio. Si alguien decide pedir ayuda, poner límites o educar desde otro paradigma, el objetivo estará cumplido”.
Amar sin idealizar es posible
Conciliar la teoría del amor consciente con las emociones cotidianas, reconocen, es un trabajo constante de gestión emocional. “No se trata de eliminar celos, miedo o frustración, sino de reconocerlos, entender su origen y manejarlos sin dañar la relación ni a uno mismo”.
En palabras de las autoras, amar desde la libertad, poner límites sin culpa y equilibrar las necesidades propias y ajenas es posible. “La teoría no anula la emoción, sino que la orienta hacia relaciones más auténticas y satisfactorias”.
Aunque no avanzan un nuevo proyecto concreto, aseguran que seguirán explorando nuevas formas de vincularnos y relacionarnos, desde la amistad y la maternidad hasta los vínculos comunitarios.
Se puede resumir el mensaje del libro en una sola frase: “Amar sin idealizar, sin dañar ni someter es posible cuando el amor puede ser un espacio de libertad, cuidado y respeto a la diferencia”.