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En la piel de Afganistán

Niñas afganas en un colegio de la provincia de Nangarjar, Afghanistan, en mayo de 2021

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El impacto que ha generado el retorno del fanatismo talibán al poder en Afganistán duele y nos interpela ante tal estruendoso fracaso.

La consternación y la impotencia nos acompañan cuando pensamos en un pueblo víctima de décadas de sufrimiento por la violencia, la guerra y por las consecuencias de una clase dirigente que no antepuso la pacificación y reconciliación del país ante otros intereses más particulares.

El dolor que sentimos en estas últimas semanas ha de ser el acicate de una reflexión profunda acerca de cómo, la falta de eficacia en la lucha contra los totalitarismos, hace que dar pasos atrás en garantizar los Derechos Humanos sea dramáticamente fácil.

Que toda persona, independientemente de dónde nazca, tenga una vida íntegra es la base sobre la que construir un futuro más justo y sostenible para las generaciones presentes y futuras, y en pleno siglo XXI podemos afirmar que el derecho a tener futuro no está permitido para muchos y muchas, siendo especialmente inquisitivo ante quienes más lo necesitan.

La barbarie afgana nos ha dado una sacudida de realidad en este sentido por el recrudecimiento que adquieren las violaciones de derechos humanos especialmente en mujeres y niñas como principales víctimas de una crueldad que las deshumaniza, pero también en aquellos grupos sociales más vulnerables como la población LGTBI,  las minorías étnicas o quienes muestran el mundo tal y como es, rompen con los patrones totalitarios y luchan por un mundo en el que la justicia social se imponga: cooperantes, periodistas o docentes.

España ha sido un ejemplo liderando la coordinación con la Unión Europea en el proceso de evacuación del país, así como en el compromiso de la comunidad internacional con los derechos y libertades de las mujeres y niñas afganas. No habrá salida a la crisis mientras se ataquen los derechos de la población civil y, una vez finalizados los procesos de repatriación, la responsabilidad internacional debe ir más allá para no dejar a su suerte a un pueblo que se ve abocado a una terrible crisis humanitaria.

Afganistán hoy forma parte de nuestro día a día, hoy todos los medios de comunicación nos recuerdan el drama que surge como consecuencia del fanatismo, la discriminación, la misoginia, la xenofobia, el odio… Hoy todos y todas nos sentimos interpeladas pero, como en Afganistán, todos y todas nos sentimos interpeladas por verdaderos dramas humanos que en algún momento ocuparon portadas y que continúan generando ciudadanía sin derecho al futuro.

Hoy Afganistán nos apremia y nos recuerda que no podemos olvidar porque olvidar el pasado nos condena a su repetición. Pongámonos en la piel de Afganistán hoy y cuando el foco mediático no esté para recordarnos que lo que no se ve, sí existe.

**Belén Fernández Casero

Diputada del PSOE por Cáceres en el Congreso de los Diputados

Vocal de la Diputación Permanente

Vocal de la Comisión de Asuntos Exteriores

Vocal de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo

Secretaria General de la Agrupación Socialista de Cáceres

Secretaria Ejecutiva de Cooperación al Desarrollo CEF PSOE

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