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El asesino confeso de Diana Quer era el “principal sospechoso” desde hace más de un año

El autor de la muerte de Diana Quer custodiado por la Guardia Civil

Miguel Pardo

A Coruña —

José Enrique Abuín Gey, conocido como el Chicle, se convirtió ya en noviembre de 2016 en el “principal sospechoso” de la muerte de la joven madrileña Diana Quer, desaparecida en la madrugada del 22 de agosto de 2016 en A Pobra do Caramiñal, tal y como ha informado este martes en la Coruña el coronel jefe de la Unidad Operativa (UCO), Manuel Sánchez Corbí.

Antes, el delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, había anunciado que las pruebas de ADN confirmaron de madrugada que el cuerpo hallado en el fondo de un pozo en una nave industrial en Rianxo era el de la joven desaparecida durante más de 14 meses.

En rueda de prensa para informar del operativo, Corbí ha insistido varias veces en el perfil del asesino confeso de la mujer, al que definió como “profesional del delito” y muy “avispado” a la hora de no facilitar las pruebas que supusiesen su detención, a pesar de que los investigadores de la Guardia Civil llevaban varios meses “casi seguros” de que él era la persona que buscaban. Fue objeto de seguimientos y vigilancia, del que el ahora detenido se percató, pero no pudo ser arrestado por esa falta de pruebas y ante la coartada que tanto su mujer como sus cuñados le habían proporcionado.

Con todo, fue hace ya más de un año cuando se convirtió en el principal sospechoso para la Guardia Civil, al coincidir el recorrido que su móvil hace en la noche de la desaparición “con el que hace el de Diana Quer”. Ese espacio de tiempo, entre las 2:42 horas y las 2:58, fue clave, sobre todo cuando en ese último momento en el que el teléfono de la joven permanece operativo y la ubicación es la misma que la del Chicle.

A partir de ese noviembre de 2016 se empezó con el seguimiento del ahora detenido, que llegó a solicitar un contacto “informal” con un agente de la guardia civil para preguntarle por qué lo seguían. “Quería saber”, aclaró Corbí, “pero cometió un error”. Aseguró que el día de la desaparición de Diana Quer se encontraba con su mujer en las fiestas de A Pobra, por lo que “se estaba situando en el lugar del delito”. Sólo unos días después, cuando declaró como testigo, tanto él como su mujer dijeron que habían ido a robar gasolina. Sus cuñados insistieron en esa misma versión.

Las sospechas y datos se fueron acumulando, relataron los investigadores, pero no había “elementos de prueba” que permitiesen impulsar un caso que había sido archivado provisionalmente en abril de 2017. Ese era el objetivo principal de la Guardia Civil: recabar las pruebas necesarias que permitiesen al juez reabrirlo y aplicar diligencias que ahondaran en las pesquisas. El asesino confeso llegó a entregar a las fuerzas de seguridad un móvil que no era lo que buscaban para luego entregar el suyo, pero vaciado ya de cualquier dato que lo implicase. Todo eso después de que su vehículo también fuese identificado en el recorrido investigado.

Ante las críticas y preguntas sobre por qué Abuín no fue detenido mucho antes, la Guardia Civil insiste en que no tenían las pruebas, así como en la preparación delictiva del Chicle para evitar que apareciesen. “En España no hay detención preventiva; sólo había sospechas y el juez entendió que había que archivar el caso”, ha aclarado Corbí, que cree que “no habría cambiado nada o no mucho” en caso de que la causa siguiese abierta. “Si lo hubiésemos detenido en aquel mes de noviembre y la familia hubiese seguido con la misma coartada, todo sería igual”, insistió, para advertir de que “ningún cuerpo de seguridad” podría haber hecho más. “Por lo menos la Guardia Civil, no”, dijo.

El desbloqueo de más datos telefónicos, en el mes de julio de 2017, estrechó aún más el cerco sobre Abuín al facilitar ubicaciones exactas de su coche, hasta que en noviembre pasado los investigadores, tal y como reconocieron, ya no tenían “ninguna duda” de que el Chicle era el autor de la muerte de Diana Quer, por lo que sólo quedaba aclarar si el delito había sido cometido en solitario o con más personas, algo que fue descartado posteriormente. El perfil delictivo y una pasada agresión sexual a la cuñada dirigían todos los indicios hacia él.

El objetivo durante los últimos meses, tal y como aclara la UCO, fue “convencer al juez para reabrir las diligencias” por lo que se elaboraron completos informes sobre las investigaciones hasta que la denuncia de otra joven por una agresión en la noche de Navidad lo aceleró todo. Así lo explicó el coronel Francisco Javier Jambrina, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, que ha detallado el episodio y ha aclarado que, “al contrario de lo que se dijo en los medios, no fue una casualidad sino un obstáculo” en el proceso de la investigaciones y que obligó a acelerarlo todo.

“No nos esperábamos que intentara otro hecho así”, reconoce Jambrina, que advierte de que “una grave filtración en prensa” -en referencia a la noticia de que esa nueva agresión podría estar vinculada con el caso de Diana Quer- obligó a los investigadores a “precipitarse”. “Nos comprometió”, añade quien también asegura que, a pesar de no estar comprobado, todo hace indicar que el modus operandi con esta última víctima fue semejante al empleado con Diana Quer, aunque con fatales consecuencias en el caso de la joven madrileña.

A partir de ahí, y luego de su detención, el asesino confeso habla de muerte accidental y de que el cuerpo había sido tirado a la ría. Tiempo después, y después de que tanto su mujer como sus cuñados cambiasen la versión, tirasen abajo su coartada y reconociesen que no estuvieron con él en la noche de la desaparición, Abuín pide declarar e indica el lugar donde escondió el cadáver, que apareció lastrado con unos ladrillos y en un pozo con agua de unos diez metros de profundidad.

Con todo, Abuín no aclara ni cómo la mató, insiste en la muerte accidental -teoría que la Guardia Civil no comparte a la falta de las pruebas- y tampoco se sabe si hubo violación. “Será la autopsia la que determine eso”, finalizaron unos guardia civiles muy críticos con el tratamiento que buena parte de la prensa ha dado al caso y que reconocieron que la decisión de ofrecer una declaración con tantos detalles surgió por lo “muy mediático” del caso y por la necesidad de desmentir “demasiadas informaciones que no se correspondían con la realidad”.

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