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La obra del fotógrafo que retrató “la España de los tópicos” se expone en Madrid

La Carolina, Jaén (1997)

Somos Madrid

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Un joven Ramón Masats llegó a Madrid desde su Barcelona natal en 1957 con la intención de dedicarse profesionalmente a la fotografía. Desde sus inicios en el mundillo se caracterizó por tener una mirada diferente con la que supo retratar una España costumbrista de gentes sencillas. Abanderado de la naturalidad, asegura que en la fotografía “lo importante es la honestidad” y “que la mirada del fotógrafo se muestre como es”. 

En palabras de su compañero de profesión, Publio López Mondéjar, la mirada de Masats “no convocaba a la nostalgia, sino al gozo y al deslumbramiento visual”. Difícil de clasificar en una doctrina y con un carácter transgresor e irreverente, la obra del fotógrafo catalán se abre paso en la galería Blanca Berlín por séptima vez. Hasta el 25 de marzo se podrá disfrutar de una muestra-homenaje de más de una treintena de imágenes que hacen un recorrido desde sus inicios hasta su último reportaje en 2006. 

El recorrido por la exposición se encuentra dividido en dos cuerpos de trabajo diferenciados por su cronología y su emplazamiento en la sala. Por un lado, hay una primera etapa, entre 1953 y 1964, compuesta por una selección de instantáneas en blanco y negro que ponen de manifiesto el carácter documental y la genialidad del artista. Algunas son iconos de la fotografía nacional como Seminario (1960), el retrato del seminarista que no pudo parar un gol y que terminó convirtiéndose en la primera imagen que adquirió el MoMA a un fotógrafo español.

Trabajó en La Gaceta Ilustrada y, posteriormente, en la Secretaría de Turismo. También formó parte del Grupo AFAL en el que, junto a sus amigos Cualladó, Ontañón y Paco Gómez, consiguió cambiar el rumbo de la fotografía española. La Palangana, como se hacía llamar este grupo de artistas, no era consciente de que estaban retratando una época pero su obra trascendió hasta la actualidad. 

Sin poner mucho empeño, Masats consiguió capturar una España de tópicos. La del toro de Osborne en el que se promocionaba el brandy de Jerez Veterano, la de los Sanfermines y la de los penitentes descalzos de Semana Santa. De norte a sur y de este a oeste. 

Una segunda parte hace referencia a un Masats en color. De la década de los 80 a los 2000, una versión más internacional del fotógrafo en la que se integran imágenes de sus viajes a Roma, Cuba, Moscú o Egipto. Durante esta etapa, su narrativa visual se vuelve más abstracta, geométrica y conceptual. Sus paisajes apenas están habitados y las diagonales, que siempre han constituido una seña de identidad de su labor fotográfica, se apoderan de la escena. 

En 2006 el fotógrafo catalán realizó su último reportaje, integrado en el libro Cuenca en la mirada. Con esta composición se despidió del mundo de la fotografía, tanto personal, como profesionalmente, pues nunca más volvió a coger la cámara. Ahora, a sus 92 años, la galería madrileña, en colaboración con la hija del fotógrafo, Sonia Masats, le rinde homenaje al talento del artista con Un don innato.

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