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La Audiencia Provincial de Balears ha condenado al pago de una multa de 12.000 euros al presidente de la Federación de Patinaje de Balears (FPIB), Sebastián Rico, por abusar sexualmente de tres trabajadoras de la entidad. Durante el juicio celebrado por estos hechos, las mujeres relataron diversos episodios de tocamientos y comentarios groseros que “soltaba sin venir a cuento” como que quería darles “besitos en el chochito” o “necesitas unas buena follada”.
La Fiscalía reclamaba para el acusado cinco años de cárcel. Sin embargo, la sentencia, adelantada por Diario de Mallorca y cuyo fallo ha sido confirmado por elDiario.es, descarta imponerle una pena de prisión al alegar que los abusos “pueden ser calificados como de menor gravedad”, dado que no llegó a tocar partes íntimas de las víctimas.
Durante la vista oral, el procesado, quien declaró en último lugar a petición propia, atribuyó las denuncias a “un complot urdido contra él por dinero” y negó haber proferido comentarios sexuales contra las denunciantes. También negó los supuestos tocamientos, definiéndose como una persona “seca” que ni siquiera abraza a su mujer cuando sale de casa. “Me presentan a una señora y le doy la mano, no le doy dos besos. Marco las distancias. Confianzas las justas”, aseguró.
Una de las víctimas, sin embargo, relató cómo en ocasiones el acusado la “abrazaba por la espalda” y que, cuando cometía alguna equivocación en el trabajo, le decía que “estaba empanada y que lo que necesitaba era un buen polvo”. Asimismo, aseguró que Rico le comentaba que en lugar de pantalones tenía que ponerse “una falda más corta para poder darle pellizcos si cometía algún error”. La mujer manifestó que, inicialmente, aunque los consideraba inadecuados, no denunció los comportamientos ni los puso en conocimiento de nadie “por miedo y por vergüenza”. Las víctimas señalaron, en este sentido, que el acusado se jactaba de tener “buenos abogados”.
Otra de las mujeres se refirió a un episodio en el que acudió a la sede de la Federación para saldar una deuda de apenas unos euros respecto a unas horas de trabajo y en la que el procesado le dijo “que se podía arreglar con una mamada”.
La tercera víctima relató que durante un fin de semana de competición en la que ella estaba trabajando en la megafonía, el procesado aprovechaba cada vez que pasaba por la mesa para “frotarse” y realizarle tocamientos por la espalda. Sobre este episodio, varios testigos integrantes de la junta directiva justificaron que se trataba de un pasillo estrecho y que era complicado atravesarlo sin tocar a quien estuviera sentado.