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Se busca amigo alemán de Grecia

Schäuble señala a Varufakis para que Grecia siga moviéndose a su ritmo.

Salvador Martínez Mas

Berlín —

Al poco de triunfar en las elecciones griegas, el semanario progresista Der Spiegel, uno de los referentes de “la prensa de calidad alemana”, dedicaba su portada a un retrato del nuevo primer ministro heleno. “Alexis Tsipras, la pesadilla de Europa: el conductor kamikaze”, se leía en esa primera página. Ese tono es, en general, el que emplea la prensa seria germana para explicar el cambio político que está experimentando Grecia tras varios años de resignarse a la austeridad, esa medicina económica que tanto defienden las autoridades en Berlín.

“El nuevo Gobierno griego se ve en Alemania como un problema, y en particular su primer ministro y el ministro de Finanzas. Es como si fueran adolescentes que no se están portando bien”, explica a eldiario.es Carola Richter, profesora en el Instituto de Estudios de Medios y Comunicación de la Universidad Libre de Berlín. “No es un comportamiento periodístico profesional ni ético”, subraya esta investigadora especializada en coberturas internacionales de medios de comunicación.

De ahí que Ares Kalandides, geógrafo y bloguero nacido en Atenas pero afincado en Berlín, crea que “los principales medios de comunicación han jugado un papel terrible desformando a la opinión pública y ocultando la realidad”, pero “no sólo en lo que toca a Grecia, sino también en lo que concierne a España, Italia y Portugal”. “Lo que resulta horroroso es ver el grado de odio y racismo que hay en algunos grandes medios de comunicación”, añade Kalandides, que también es profesor universitario y empresario.

La negativa de Tsiprasa aceptar con la continuación del programa de rescate vigilado por la troika asusta en la opinión pública alemana. Tal vez sea el periódico sensacionalista Bild el que mejor represente esa ansiedad, habida cuenta de sus más de 2,5 millones de ejemplares vendidos a diario. “¿Desaparecerán nuestros 65.000 millones de euros?”, se preguntaba este periódico junto a un reciente titular que exclamaba: “¡El drama griego!”.

Si bien el Bild puede traducir sentimientos generalizados en Alemania respecto a Grecia, a la publicación le cuesta explicar debidamente la compleja problemática helena. Así lo cree Richter. Cuando la prensa amarilla, la más leída, aborda el caso griego, “ya ni siquiera estamos hablando de periodismo” sino de una especie de “demonización” o “difamación”, según esta investigadora.

Desde el inicio de la crisis se viene presentando desde los medios de comunicación alemanes a los países más afectados, los del sur de Europa, como economías atrasadas, corrompidas y lastradas por la abundancia de gente vaga. Richter dice que en la opinión pública alemana ya está establecida esa concepción estereotipada de Grecia, y por eso la prensa de calidad, como la revista Der Spiegel, “no sale de esa imagen”.

En esta lógica, llega a dar la impresión de que vale todo o casi todo para hablar mal del nuevo Ejecutivo griego. Por ejemplo, el diario conservador Die Welt publicó hace poco un artículo de opinión firmado por Thomas Weber, historiador y profesor de Historia y Política Internacional en la Universidad escocesa de Aberdeen, en el que se desempolvaban unas viejas acusaciones de “antisemitismo” contra Yanis Varufakis. “Varufakis demoniza Israel”, ya que “ante todo, vincula con Israel sadismo y crimen”, escribía Weber en Die Welt.

Su opinión se fundamentaba en unas declaraciones de Varufakis de 2005, en las que criticaba con vehemencia las políticas de Israel en los territorios palestinos, llegando a calificar de “monstruo de cemento” la bautizada por las autoridades israelíes de “barrera de seguridad”. A partir de ahí, el historiador invitado a escribir en Die Welt alertaba contra un “antisemitismo del Gobierno de Tsipras” que se estaba “pasando por alto”, debido a los más urgentes problemas económicos para Europa que representa el país heleno.

La ocupación nazi

Precisamente la política económica que Alexis Tsipras quiere llevar a cabo es lo que más críticas origina al nuevo Gobierno griego. Esto quedó claro, por ejemplo, cuando Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, dijo a Varufakis que “las promesas electorales a costa de terceros no son realistas”.

Que Alexis Tsipras asegurara hace unos días en el Parlamento griego que tiene “el deber moral” de hacerse con reparaciones económicas alemanas por la ocupación nazi tampoco contribuirá a que la opinión pública o las élites germanas se hagan una mejor idea del nuevo Ejecutivo heleno. La ocupación nazi duró en Grecia cuatro años (1941-1945) y tuvo devastadoras consecuencias humanas y económicas. En la gran hambruna del invierno de 1941, murieron 300.000 personas. Económicamente, expertos griegos han calculado unas reparaciones que, por daños en infraestructuras y por un préstamo forzoso del Banco Nacional de Grecia al Tercer Reich, alcanzan los 160.000 millones de euros.

Tsipras parece estar pensando en una cantidad mucho menor y relacionada con aquel préstamo forzoso. Se habla de entre 7.000 y 11.000 millones de euros, en función de si se cree, respectivamente, a la comisión parlamentaria germana que ha estudiado la cuestión o a los resultados de la comisión parlamentaria griega que ha hecho lo propio.

En Berlín, sin embargo, ese “deber moral” de Tsipras ha sonado casi a broma. Basta escuchar lo que decía Norbert Barthle, una de las figuras destacadas de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel. “Pienso que es una rara idea de la democracia querer regalos de parte de otros Estados”, señaló con ironía Barthle refiriéndose a los deseos del primer ministro griego.

Alemania ha rechazado hasta ahora realizar reparaciones a Grecia por algo ocurrido ya hace siete décadas. No cabe esperar que las autoridades en Berlín cambien de respuesta ante Tsipras, especialmente si el primer ministro heleno sigue negándose a ir por la senda de la austeridad que tomaron en su día sus predecesores.

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