'Operación salvar al perro grande': Boris Johnson intenta contentar a los 'tories' para sobrevivir a la crisis de las fiestas

Heather Stewart

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El plan de Boris Johnson para salvar su cargo de primer ministro está cada vez más claro: reconocer que en Downing Street existe una “cultura” de tomar copas (pero no que viene desde arriba) para, acto seguido, cambiar de tema haciendo varios anuncios de políticas populistas. Es lo que se ha llamado dentro de Downing Street “Save the big dog” (“salvar al perro grande”, en referencia al primer ministro).

El ministro de Educación negó este lunes en una entrevista en la BBC que exista tal estrategia, pero el Gobierno de Johnson ya ha dado pasos en las últimas horas para cambiar de conversación con asuntos que interesan especialmente a la derecha de su partido.

El anuncio de Nadine Dorries de congelar el precio del canon televisivo de la BBC -y luego considerar suprimirlo- venía preparándose desde hace tiempo, pero el momento elegido para comunicarlo ha sido muy oportuno, dándole a los tories algo que celebrar ahora que el futuro de Johnson pende de un hilo.

Entre los varios anuncios que se esperan para los próximos días, según el periódico The Sunday Times, figuran el envío del ejército para ayudar a atajar los movimientos migratorios del Canal de la Mancha; la introducción de planes de formación para las personas que solicitan un subsidio de la Seguridad Social británica para hogares de ingresos bajos -cuya cuantía ya se redujo unos 24 euros a la semana recientemente- y el plan para redistribuir la riqueza a favor de las regiones más pobres de Inglaterra, castigadas por la reconversión industrial y donde ganaron los conservadores en 2019.

Si la ola ómicron sigue amainando el fin de las restricciones por la COVID-19, que podría ser anunciado para el 26 de enero, también le serviría a Johnson como base para desplegar su habitual optimismo.

El plan se basa en la esperanza de convencer a la opinión pública y a los parlamentarios rebeldes del propio Johnson de que el primer ministro está listo para ponerle punto final al escándalo y seguir adelante con las tareas de gobierno.

'Tories' escépticos

Lo que no está tan claro es que los diputados 'tories' estén dispuestos a darle esa oportunidad. Tras un fin de semana escuchando a sus votantes y a las bases del Partido Conservador, es poco probable que hayan regresado esta semana a Westminster sintiéndose más indulgentes.

Este fin de semana, el exministro y actual parlamentario tory Tim Loughton ha sido el último en pedir la dimisión de Johnson. Sobre el escándalo en torno a las fiestas en Downing Street, Loughton dijo que Johnson había recurrido a la “confusión, prevaricación y evasión”.

Loughton es uno de los seis diputados que han expresado públicamente su deseo de que Johnson abandone el cargo sin esperar a que se publique la investigación de la funcionaria encargada del informe, Sue Gray. Pero hay muchos más que se reservan su decisión a la espera del resultado de las pesquisas.

Se espera una reprimenda oficial de Gray a los altos cargos que hayan tenido algo que ver, incluyendo, presuntamente, al secretario principal del primer ministro Martin Reynolds, alias “trae tu propio alcohol” (frase extraída de uno de sus correos).

En lo que concierne a las acciones de Johnson, lo que se espera es que Gray se limite a exponer los hechos que logre dilucidar. Es posible, por ejemplo, que la funcionaria no pueda juzgar si de verdad Johnson “creía implícitamente” o no que la fiesta en el jardín trasero de Downing Street del 20 de mayo de 2020 era un “encuentro de trabajo”. El veredicto final sobre su culpabilidad quedará en manos de los políticos.

Es probable que el informe de Gray se retrase más allá de esta semana debido a la aparición de otros encuentros que la funcionara también debe investigar y así se alargue un período que los ministros ya han empezado a llamar el “purgatorio”.

Pero las líneas maestras de la posible respuesta del primer ministro al informe de Gray ya se hicieron evidentes el domingo por la mañana con las declaraciones de Oliver Dowden, presidente del Partido Conservador. Dowden dijo que Johnson sentía un “arrepentimiento sincero” por lo ocurrido y sugirió que el primer ministro era ahora el hombre encargado de limpiar “la cultura de fondo” de Downing Street.

Caída en las encuestas

Los colegas de Johnson tendrán que decidir si la opinión pública considera remotamente plausible esa explicación, o si en la mente del votante el primer ministro ha quedado manchado para siempre por el goteo incesante de noticias sobre encuentros sociales que violaban las normas del confinamiento.

La última encuesta de Opinium para el Observer no habrá servido para tranquilizarlos: en el sondeo, los índices de popularidad de Johnson han caído por debajo de los de Theresa May.

Los parlamentarios 'tories' también temen que se produzcan nuevas revelaciones mientras preparan la campaña de las elecciones locales de mayo. En particular, temen que aparezcan informaciones que echen por tierra la afirmación de Johnson de haber asistido solo a una fiesta y de forma accidental.

Mientras tanto, hay otro problema en los planes de Boris Johnson de anunciar una serie de medidas conservadoras para tentar a los diputados más de derechas, y es que sus dos principales rivales, Liz Truss y Rishi Sunak, son más de derechas que él, pero sin la mancha del escándalo.

El telón de fondo de volver a empezar todo con el año nuevo tampoco parece muy favorable: en abril suben las tarifas de la seguridad social, justo cuando a los consumidores les llegarán unas facturas de eléctricas disparadas.

Johnson es un gran superviviente político y este fin de semana algunos conservadores veteranos insistían en que aún podría seguir en Downing Street hasta el próximo otoño. Sin embargo, su camino para escapar de los apuros en los que está es sin lugar a dudas muy estrecho.