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CLAVES

La semana 'horribilis' de Boris Johnson: qué ha pasado y qué puede pasar ahora

El primer ministro Boris Johnson este miércoles.

María Ramírez

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La portada de esta semana del Spectator, una revista política conservadora británica fundada en 1828, muestra la caricatura de Boris Johnson estampado contra el suelo y el titular “Is it over?” (¿se acabó?) acompañado de un artículo de su editor político sobre la difícil posición del primer ministro. “Afronta el peligro más serio para su mandato. Por primera vez, su destino no está en sus manos”, escribe James Forsyth.

Podría ser una portada y un artículo más dentro de los críticos publicados estos días también por diarios conservadores como el Telegraph o el Daily Mail, pero el Spectator tiene algo especial. Es la revista que dirigió durante seis años Boris Johnson, antes de pasarse a la política, y que entonces se parecía al caos de gestión, ambiente de fiesta y falta de barreras entre lo personal y lo profesional que se atribuye ahora a Downing Street. Los visitantes de la redacción en aquellos años, entre 1999 y 2005, podían encontrar “botellas de vino medio vacías en las mesas (la bebida empezaba a la hora de comer y a veces terminaba en sesiones hasta altas horas de madrugada en el pub)” y un ambiente “de anarquía total”, según describían los que trabajaban entonces allí. 

Ahora Johnson, que ha arrastrado su fama de caótico y juerguista de puesto en puesto, lleva semanas intentando distanciarse de los repetidos festejos en su oficina donde –cada vez parece más claro– se violaron las reglas sanitarias durante los cierres y prohibición de reuniones en los peores momentos de la pandemia en 2020 y 2021. Sus excusas, repetidas esta semana en público en la Cámara de los Comunes y en privado ante sus diputados conservadores, suelen incluir que él no estaba en los eventos sociales, que asistió unos minutos o que no se había dado cuenta de que se trataba de una recepción social en lugar de una reunión de trabajo. Johnson ha sobrevivido a varias crisis, pero, como escribe su ex-semanario, su posición ya no está en sus manos, sino en la de los diputados tories, cada vez más disgustados con sus políticas y su imagen. 

El último golpe es especialmente simbólico: dos fiestas del personal de Downing Street –aunque fuera sin el primer ministro– en víspera del funeral de Felipe de Edimburgo, en abril de 2021, y cuando en Inglaterra estaban los bares y restaurantes cerrados, solo se podían ver seis personas no convivientes en el exterior, no se podía salir del país por vacaciones y las bodas y funerales tenían un máximo de asistentes para mantener las distancias. La reina sentada sola en el funeral de su marido, al que acudieron solo 30 personas por las restricciones, es uno de los símbolos de la pandemia en Reino Unido. Johnson se ha disculpado ante la reina por escrito.

¿Qué fiestas?

Hay al menos ocho celebraciones o eventos que no parecen laborales en Downing Street entre mayo de 2020 y abril de 2021 que son objeto de la investigación. Además, se han publicado en prensa detalles de otras celebraciones en el Tesoro o en la sede de los tories durante la campaña del candidato a la Alcaldía de Londres.

Johnson tuvo que dar explicaciones este miércoles en la Cámara de los Comunes por una recepción en el jardín de Downing Street con unas 40 personas en mayo de 2020 en la que él asegura que estuvo 25 minutos. Aseguró que no se dio cuenta de que era una fiesta pese a que el personal estaba bebiendo alcohol, igual que su mujer, y de que su secretario personal había mandado una invitación a un centenar de personas animando a traer alcohol para “aprovechar el buen tiempo”. 

Los festejos para despedir a un empleado en abril de 2021 incluyeron botellas escondidas en maletas y tanto ajetreo que alguien rompió el columpio del hijo pequeño del primer ministro. Johnson no estaba esos días en la residencia. 

Además, cuando bares y restaurantes estaban cerrados y el contacto social era muy limitado, según publica el Mirror, en Downing Street la semana laboral de asesores y otros empleados del Gobierno solía terminar con “viernes de vino”. Johnson, según el tabloide, no era parte de la sesión de bebida, pero los animaba a “relajarse”.

Este viernes el Telegraph publicó también que Kate Joseph, una alto cargo que era responsable de la unidad para coordinar la respuesta del Gobierno a la pandemia, tuvo una fiesta de despedida en la oficina en diciembre de 2020 en Londres cuando había restricciones durante el ascenso de los contagios por la variante alfa. No estuvo Johnson, pero sí otros miembros de su grupo. Joseph, que ahora trabaja en el Ayuntamiento de Sheffield, ha pedido perdón. 

El Spectator tiene una lista completa de los festejos bajo sospecha.

No hay que olvidar que los ciudadanos podían ser sancionados con cuantiosas multas por saltarse las reglas sanitarias. El diario Evening Standard cuenta el caso de una mujer que fue sancionada con 12.000 libras (más de 14.000 euros) por celebrar una fiesta de cumpleaños en su casa con 40 personas en abril de 2021.

Las fiestas sucedían en momentos de gran sufrimiento para el país. Desde 2020, Reino Unido ha registrado más de 150.000 muertos por COVID, más que ningún otro país en Europa.

¿Qué dice Johnson?

Su disculpa para casi todos los festejos es que no era consciente de lo que estaba sucediendo. Ha pedido perdón, pero casi siempre culpando a otros de la organización o los detalles de los eventos. En la hora del té con sus diputados este miércoles, le echó la culpa de la fiesta en el jardín de mayo de 2020 al secretario que la había organizado, algo que no pareció convencer a los tories. Sus disculpas tampoco parecen pasar la prueba de los votantes: su popularidad se ha hundido en los últimos meses y la mayoría de los ciudadanos cree que debería dimitir, según una encuesta recién publicada.  

El jueves, un portavoz anunció que el primer ministro limitará durante una semana sus contactos porque un miembro cercano de su familia tiene COVID. No ha aclarado de quién se trata, y sólo ha dicho que suspende los actos públicos y se hará un test cada día.

Este viernes un grupo de manifestantes, disfrazados con peluca rubia y caretas, se congregaron ante su oficina y casa en Downing Street coreando la excusa del primer ministro: “Mi nombre es Boris. Esto es una reunión de trabajo”.

¿Puede dimitir?

Sí, es posible, pero es más probable que intente resistir y al menos esperar al informe de Sue Gray, la funcionaria encargada de investigar las fiestas. En principio, se esperaba que sus conclusiones se publicaran a finales de la semana próxima, pero las últimas revelaciones podrían retrasar esta fecha. Ahora bien, puede que el informe se centre en describir el ambiente laxo de Downing Street con las reglas más que repartir culpas o apuntar directamente al primer ministro. 

Si consigue resistir a las peticiones de dimisión, el informe y los detalles de las fiestas que puedan publicarse en los próximos días, Johnson tendrá una nueva prueba de fuego el próximo 5 de mayo. Entonces se celebran las elecciones locales y si su partido sale mal parado ésta puede ser otra excusa para forzar su salida.

El círculo más estrecho del primer ministro trabaja ahora en una operación que Johnson llama “Save Big Dog (salvemos al perro grande) y que puede pasar por la dimisión de su jefe de gabinete y de su secretario personal por la organización de algunos de los festejos y por contentar a los tories levantando restricciones sanitarias en Inglaterra a finales de este mes.

¿Le pueden echar los 'tories'?

Este suele ser el procedimiento con el que acaban los mandatos de los primeros ministros de Reino Unido más allá de las elecciones. Los comicios se celebran cada cinco años y no se adelantan por la dimisión de un primer ministro, pero los partidos políticos tienen el poder de cambiarlo o bien reuniendo cartas para destituirlo formalmente o bien pidiéndole que se marche con el apoyo de miembros de su Gobierno. 

El procedimiento formal de destitución arranca cuando lo solicitan por escrito al menos un 15% de diputados, según las reglas del partido conservador. En este caso, deberían ser 54 cartas. Las cartas deben estar dirigidas al presidente del comité 1922, cuyo nombre deriva del año en que fueron elegidos los primeros fundadores y que incluye a los tories que están en el Parlamento, pero no forman parte del Gobierno. Al menos cinco diputados tories han pedido en público la dimisión del primer ministro, pero se desconoce cuántos han escrito la carta. Según fuentes del Guardian y el Telegraph, ya hay una veintena de cartas.

¿Por qué Boris es impopular entre los 'tories'?

Las fiestas suponen un riesgo de reputación que algunos miembros del Parlamento empiezan a notar, con llamadas y mensajes de sus representados con los que, según el sistema británico, tienen contacto también en directo en reuniones periódicas en sus distritos. También se investiga la redecoración de Downing Street con dinero de donantes tories y la adjudicación de contratos durante la pandemia a empresarios amigos sin experiencia en el sector de salud.

Pero, más allá de las fiestas y otros escándalos, una parte del partido conservador acusa a Johnson de haberse ido demasiado a la izquierda, al aprobar una subida de impuestos, ampliar el gasto social, aprobar un paquete de recorte de emisiones y hacer campaña para reducir el consumo de carne. Además, en estos dos años de pandemia, pese a los vaivenes, Johnson ha mantenido algunas de las restricciones más duras de Europa para luchar contra los contagios. En diciembre, un centenar de sus propios diputados votaron contra la introducción del certificado COVID que exige vacunación o test para entrar en discotecas y eventos multitudinarios. Su Gobierno está dividido y Johnson no ha aprobado más medidas para Inglaterra por la oposición de parte de sus ministros.

¿Y entonces qué pasa?

Las elecciones se celebran en Reino Unido cada cinco años, con una fecha fija según la ley que aprobó el Gobierno de David Cameron en 2011. Según esto, las próximas elecciones generales serán el 2 de mayo de 2024. Existe una cláusula para adelantarlas pero requiere consenso de dos tercios de la Cámara o que no haya sustituto para el primer ministro. Así que es improbable un adelanto electoral, al menos uno que suponga una celebración de elecciones inmediatas y tan lejos de la fecha prevista. 

Si los tories fuerzan la caída de Boris Johnson, lo sustituirán con otro conservador dentro del Gobierno. Así llegó Johnson por primera vez al poder tras la salida forzada de Theresa May como primera ministra en junio de 2019. Habitualmente, el proceso tarda unas semanas, pero depende sólo del partido en el poder. Si Johnson tuviera que renunciar a su puesto, los mejor posicionados ahora para sucederle son el canciller, Rishi Sunak, y la ministra de Exteriores y actual responsable de las negociaciones del Brexit, Liz Truss. El primero ha sido muy tibio en su apoyo a Johnson y ha pedido esperar al informe independiente; la segunda sí ha dicho que respalda al primer ministro “al 100%”.

¿Y los laboristas?

A menudo, en estos dos años de pandemia, la oposición ha parecido desdibujada y poco crítica con el Gobierno. Especialmente por su apoyo a las medidas restrictivas contra la pandemia–en diciembre, Johnson consiguió sacar adelante las últimas gracias al apoyo laborista– y por el éxito de la campaña de vacunación, que al menos al principio pareció unir al país alrededor del sistema nacional de salud.

La ruptura de las reglas ahora ha servido para relanzar a Keir Starmer, el líder laborista, en el Parlamento mientras sube la intención de voto de los laboristas, de momento para las elecciones de mayo. Los únicos comicios celebrados en las últimas semanas les han traído buenas noticias: en diciembre, la derrota del candidato tory en North Shropshire, un distrito del centro de Inglaterra controlado por los conservadores desde hacía dos siglos.

Ahora Starmer pide la dimisión de Johnson porque “es incapaz de liderar” y está distraído por este escándalo en lugar de “concentrarse en sacar al país de la pandemia”. “Es muy importante que el partido conservador haga lo que tenga que hacer y se libre de él”, dijo este sábado en un discurso en la Sociedad Fabiana, en Londres.

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