“Cómo alimentar al mundo en 2050”
La agricultura mundial se enfrenta a, entre otros retos, el aumento de un 70% en la producción para poder alimentar a 2.300 millones de personas más en el año 2050, a la lucha contra el hambre y la pobreza, la utilización eficiente de los escasos recursos naturales y la adaptación al cambio climático, según afirmó hoy la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El próximo 12 de octubre se celebra en Roma un foro de expertos de alto nivel para discutir estrategias sobre “cómo alimentar al mundo en 2050”. “La FAO es moderadamente optimista sobre el potencial del planeta para alimentarse a sí mismo en 2050”, afirmó el director adjunto de la FAO, Hafez Ghanem, aunque advirtió de que antes tendrían que superarse dificultades importantes.
Segun Ghanem, las proyecciones a nivel mundial demuestran que, además de las inversiones previstas en agricultura, son necesarias más inversiones de peso para mejorar el acceso a los alimentos. Si esto no se hiciera, cerca de 370 millones de personas pueden seguir sufriendo hambre en 2050, una cifra que representa casi un 5% de la población mundial.
Según los últimos cálculos de la ONU, la población mundial pasará de los 6.800 millones de personas de hoy a 9.100 millones en 2050, lo que supone un tercio más de bocas que alimentar, y casi todo el incremento demográfico tendrá lugar en los países en desarrollo.
Además, se espera que la demanda de alimentos continúe creciendo como resultado del incremento demográfico y el aumento de los ingresos. La demanda de cereales -tanto para humanos como para animales- se espera que alcance los 3.000 millones de toneladas en 2050. También se espera que la producción anual de cereales tenga que crecer en casi 1.000 millones de toneladas, y la producción de carne en más de 200 millones de toneladas.
A pesar de que está previsto que el 90% del crecimiento en la producción agrícola proceda de un aumento del rendimiento y de la intensificación de los cultivos, la tierra cultivable tendrá que ampliarse en cerca de 120 millones de hectáreas en los países en desarrollo, sobre todo en África subsahariana y Latinoamérica. Según las previsiones, la tierra cultivable en los países desarrollados disminuirá en unos 50 millones de hectáreas.
“A nivel mundial existe todavía suficiente tierra disponible para alimentar a la futura población mundial”, señala la FAO que advierte de que, no obstante, gran parte de esta tierra potencial sólo es adecuada para pocos cultivos y se concentra en unos pocos países.
De forma global, señala el documento de esta agencia de la ONU, los recursos de agua dulce son suficientes, pero están distribuidos de una forma muy desigual y la escasez de agua alcanzará niveles alarmantes en un número creciente de países o regiones, en particular en Oriente Próximo, la zona del norte de África y Asia meridional. “Utilizar menos agua, y al mismo tiempo, producir más alimentos, será la clave para hacer frente a la escasez de este elemento, una escasez que podría agravarse por los cambios en el régimen de lluvias resultantes del cambio climático”, señala la FAO.
Inversiones prioritarias
La organización subraya que ha solicitado intervenciones más contundentes para progresar más rápido hacia la reducción y eliminación final del hambre y la pobreza. “Las inversiones en agricultura deben ser una prioridad absoluta y deben incrementarse en cerca del 60%, ya que este sector no solamente produce alimentos, sino que también es fuente de ingresos y de medios de subsistencia rurales”, asevera.
La reducción de la pobreza requiere también inversiones en infraestructura rural, investigación y servicios de extensión agraria, títulos y derechos de propiedad, gestión de riesgos, e inversiones no agrícolas que incluyan redes de seguridad alimentaria y transferencias de dinero a los más necesitados.
“Sin desarrollo e inversiones en las zonas rurales en los países pobres, la pobreza y las desigualdades seguirán estando muy extendidas, aunque bastante menos que hoy en día”, concluye la FAO.
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