El viajero inconsciente

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El incremento de los viajes de ocio, sobre todo a los denominados destinos exóticos, ha traído consigo un creciente número de infecciones adquiridas durante estancias en países de Africa, Asia y América del Sur, que en su gran mayoría se podrían evitar si se tomaran las medidas preventivas adecuadas. La primera, acudir como mínimo de 4 a 6 semanas antes al centro de vacunación internacional.

“No se recomienda lo mismo para cualquier viaje. Hay que hacer consejo sanitario individualizado, que se basa en la educación sanitaria, la correcta administración de vacunas, la utilización de repelentes de insectos y en el caso de que lo precise, medicación antipalúdica”, explica Rogelio López-Vélez, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid. Este especialista en enfermedades del viajero ha participado en el curso anual sobre Enfermedades Infecciosas que organiza la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre con el patrocinio de AstraZéneca. A pesar de ello, los hábitos en prevención aún no han calado entre los turistas habituales. En España existían poco datos al respecto. “Acabamos de publicar ahora un estudio que se ha hecho en los aeropuertos de Madrid y Barcelona donde menos de la mitad de los viajeros españoles a zonas de alto riesgo va suficientemente vacunados y solamente la tercera parte de los viajeros españoles a zonas de alto riesgo toma la quimioprofilaxis, por lo tanto se necesita hacer un esfuerzo importante para prevenir la enfermedad de los viajeros”, afirma López-Vélez.

Según explica, hay tres síndromes fundamentales más comunes en países de Africa, Asia y América del Sur. El primero es el gastrointestinal, dominado por la diarrea del viajero, que afecta hasta un 40 ó 60 por ciento según las estadísticas, es una enfermedad generalmente banal y que se cura rápidamente y dura pocos días, pero en algunos casos se convierte en una diarrea crónica y prolongada que exige más atención a la hora de hacer el diagnóstico y el tratamiento.

El segundo síndrome es el febril. “La fiebre del viajero es algo que verdaderamente nos preocupa, porque los procesos banales son indistinguibles inicialmente de procesos muy graves”, indica el especialista. Los diagnósticos más frecuentes son malaria o paludismo y dengue, entre otros. El tercero es el síndrome cutáneo o manifestaciones de la piel por picaduras o parásitos. También hay un cuarto síndrome, el respiratorio, que se considera bastante frecuente. Por último el experto destaca la asiduidad de alteraciones hematológicas como la eosinofilia.

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