Casco Antiguo de Logroño: patrimonio, visitantes y vecindario conviven en un barrio “cada vez más amable y habitable”

Rioja2

0

En escasos metros conviven los principales símbolos del patrimonio logroñés, comercios de toda la vida, una de las zonas de hostelería más famosas del país y el día a día del vecindario. El Casco Antiguo de Logroño se ha transformado mucho en los últimos años “gracias al trabajo de muchas corporaciones”, apunta el concejal Íñigo López-Araquistáin, a través de un proceso de regeneración que continúa, pero que ha conseguido que este barrio sea cada vez “más habitable y más amable”.

El Casco Antiguo tiene una importante afluencia turística, pero también es barrio y hay que mejorar la habitabilidad y compaginar la vivencia como barrio con la necesaria actividad turística

“El Casco Antiguo tiene una importante afluencia turística, pero también es barrio y hay que mejorar la habitabilidad y compaginar la vivencia como barrio con la necesaria actividad turística. En eso estamos trabajando”, subraya el concejal de este barrio que, como destaca, cada vez es “mejor sitio para visitar y para vivir”. De hecho, después de décadas de pérdida de población, en los últimos años la población ha empezado a aumentar y actualmente se sitúa en torno a los 3.000 habitantes.

Uno de los vecinos del barrio es Félix Vallejo, que vive en la Plaza del Mercado de Logroño desde hace once años y trabaja en la calle Sagasta. “A mí me gusta salir a la calle y ver gente, ver vida, además de lo bonito del entorno”, dice satisfecho. “Se ve alegría, gente, movimiento, es una zona dinámica y por eso me gusta”.

De hecho, una de las principales medidas para el barrio es la vivienda y el Plan de Vivienda del Ayuntamiento de Logroño incluye la construcción de varios inmuebles, que junto al solar de Barriocepo incluido en el proyecto 1521, acogerán unas 150 viviendas protegidas en este enclave de la ciudad. Muchas de ellas, se sitúan en La Villanueva, la zona que ha vivido una regeneración completa que está a punto de concluir y que, unida a la apertura del Centro de Salud y la próxima puesta en marcha del Colegio de San Bernabé como vivero de empresas, está impulsando una importante dinamización.

El comercio para dinamizar el barrio

“Lo que se necesita es que haya vida y para eso tiene que haber actividad económica”, señala López-Araquistáin. Y uno de los emblemas de la zona ha sido el comercio, que desde el Ayuntamiento están fomentando que se siga manteniendo y van a impulsar la apertura de “comercio de barrio, como una tienda de alimentación”. La tienda Vaduva se instaló en plena calle Portales hace diez años y ofrecen joyería alrededor del vino, con abalorios de uvas, copas de vino, diferentes símbolos de vino e incluso la historia del vino o una cata a través de las pulseras. Susana González-Pendás sabe que está en el mejor lugar para su negocio y reconoce que es “muy agradable” trabajar ahí: “Llegas sonriendo porque te recibe la concatedral y pronto empiezan a pasar peregrinos, turistas y también la clientela de Logroño”.

A unos metros, en la calle Hermanos Moroy, está El Gardenista, una tienda de regalos, plantas y flores con productos singulares y un ambiente especial que es además una apuesta por el Casco Antiguo. Su propietario, Pedro Baz, cambió su vida por completo porque quería vivir en Logroño y poner en marcha un negocio con su pasión por las plantas y tenía claro que iba a hacerlo en el Casco Antiguo. “Me gusta”, dice con sencillez este comerciante. Aunque sabe que su propuesta arriesgada, agradece el apoyo a las personas de Logroño que se acercan a la tienda que ocupa el local de la antigua Casa Mazo, “que marcó a dos generaciones de logroñeses y que mantuve incluso el cartel”, dice Pedro Baz.

Otra próxima revitalización económica en el barrio está el Mercado de San Blas, después de la importante reforma. “Es un buen trabajo del anterior corporación”, reconoce el concejal Íñigo López Araquistáin, que explica que el principal problema eran unas importantes fugas de agua que además de las pérdidas habían dañado la estructura. Con la obra concluida, no sin dificultades, el Ayuntamiento de Logroño trabaja ahora en la Memoria de Usos y busca otras actividades para dinamizar la plaza de abastos, que ha sacado a licitación 13 puestos de venta, ocho de ellos exteriores que llevaban mucho tiempo cerrados, y que está planteando incluir otros dos puestos en la zona central del interior.

Un barrio cada vez más pacificado

Cada vez es más lejana y olvidada la calle Portales llena de tráfico, pero desde aquellos primeros pasos a la pacificación del Casco Antiguo, el Ayuntamiento de Logroño continúa en el mismo objetivo y se ha desarrollado en la calle Sagasta, con la que el concejal del barrio asegura estar contento. Ahora, el Casco Antiguo sigue mirando a una regeneración que pasa por medidas de limpieza, como se están desarrollando ya campañas de limpieza intensiva de grafitis o se van a impulsar aún más la recogida de basura puerta a puerta. Lo siguiente, como avanza Araquistáin, será una campaña de mejora de pavimentados y arreglos en algunas calles.

A través del paseo por esas calles, el Casco Antiguo se convierte en la carta de presentación a Logroño y, entre sus muchos símbolos, dos destacan: La Concatedral de La Redonda y el Centro de Cultura del Rioja. El flujo de personas que llegan a conocer La Redonda crece en primavera, según apunta el deán Víctor Jiménez: “Muchos quieren ver el cuadro de Miguel Ángel y conocer esta concatedral con obras a lo largo de 400 años de historia, que no todas tienen tanta riqueza”. El cabildo de la Concatedral está impulsando el turismo cultural y ha creado una página web, gestionan visitas grandes y han creado un servicio de audioguía. Lo próximo, será la apertura de las torres a las visitas, para la que ya están trabajando y prevén que pueda ponerse en marcha este verano.

La apertura del CCR era un objetivo primordial, teníamos claro que el centro histórico de la ciudad debía tener un centro cultural referente sobre la cultura del vino

El Centro Cultural del Rioja, es desde su reapertura, la otra parada de los visitantes a la ciudad. “Lo teníamos como objetivo primordial, no entendíamos que siguiera cerrado después de tantos años y teníamos claro que el centro histórico de la ciudad debía tener un centro cultural referente sobre la cultura del vino”, dice Íñigo López-Araquistáin. Ya han sido 45.000 personas las que se han acercado a la exposición permanente de arte y a los diferentes eventos que acogen las paredes de vino del CCR.

Recorrer el Casco Antiguo de Logroño una mañana cualquiera es disfrutar de un ir y venir de vecinos y vecinas en sus quehaceres diarios, peregrinos descansando en sus plazas y bares y comercios preparándose para la jornada. Todos conviven en un barrio que es un punto neurálgico en constante transformación y regeneración.