El Gardenista: recuperar un local de toda la vida para cambiar la suya

El Gardenista: recuperar un local de toda la vida para cambiar la suya

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El Gardenista es ante todo un cambio de vida. Una apuesta por lo que de verdad apasiona a su propietario para dejar atrás una vida cómoda. Un homenaje al pasado y, sobre todo, “es que yo quería ser de Logroño”, dice entre risas Pedro Baz.

Es una tienda de regalos con un guiño especial a las plantas que ha recuperado, además, un local que queda en el recuerdo de los logroñeses, el de Casa Mazo en Hermanos Moroy, que funcionó desde 1951. “Me he adaptado yo al local en vez del local a mí”, señala su propietario, que asegura que se enamoró de este rincón del casco viejo desde que entró por la puerta.

Para convertir este lugar en el nuevo comercio que es desde hace poco más de un mes, Pedro Baz tuvo claro desde el principio que iba a ser una tienda de respeto al pasado, desde los productos que vende hasta la propia decoración del local.

Así, una vajilla de los años 50 que se hacía en Berlín descansa sobre una estantería de la Fábrica de Mantas de Ezcaray, o macetas y jarrones con plantas esperan decorar algún hogar sobre un suelo hidráulico que llevaba años escondido debajo de baldosas blancas.

Pedro Baz ha ido descubriendo los secretos que ni la dueña del local conocía, como la pared de sillería o un cartel pintado a mano que ocultaba el falso techo y en el que se lee “Ventas al contado”. Por mantener, Pedro Baz ni siquiera piensa retirar el letrero de Casa Mazo en la puerta de su tienda y es en un segundo plano, en el escaparate, donde se puede leer El Gardenista.

Las plantas son las protagonistas de este nuevo comercio logroñés, pero también hay mochilas, decoraciones florales o jabones artesanos. “Procuro traer productos un poco diferentes, cosas que no hay en Logroño”, dice el alma del proyecto.

“El tiempo dirá si soy valiente o temerario”

La pandemia fue la responsable de que hoy El Gardenista sea una realidad. Hasta entonces, solo era un hobbie: “Ese año me hizo plantearme muchísimas cosas y no quería seguir llevando la vida que llevaba. Quería un entorno en el que trabajar a gusto con mi pasión, que son las plantas”.

Hasta hace nada era el responsable del mantenimiento de varias instalaciones deportivas en Calahorra. “Llevaba 20 años en un trabajo que no me aportaba nada y necesitaba un cambio de vida”, sostiene seguro Pedro Baz. “Me di cuenta de que la vida se escapaba muy rápido. Voy teniendo ya una edad y si no lo hacía ahora, ya no lo hacía”.

Mientras, los logroñeses van entrando a conocer este nuevo rincón y Pedro Baz está ilusionado con la respuesta de clientes y la acogida de los comerciantes de la zona. “Es un proyecto para largo tiempo, ahora estoy preparando talleres de creación de kokedamas, decoraciones florales e invitaré a gente que de talleres, quiero que sea un escaparate para muchas cosas”, anuncia.

Es consciente de que no es el mejor momento para lanzarse a emprender y no niega los miedos, pero está muy contento. “El tiempo dirá si soy valiente o temerario”, dice seguro de que “es algo que tenía que hacer, aun en el caso de que me salga mal, prefiero haberlo hecho”.

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