Píldoras y calor
Los medicamentos, cuando se usan correctamente, no son desencadenantes de problemas de salud asociados al exceso de calor, aunque algunos pueden alterar la capacidad del cuerpo de adaptarse a las elevadas temperaturas. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) existen factores de riesgo individuales que incrementan los efectos negativos de las altas temperaturas, como la edad (lactantes, niños y personas mayores son más vulnerables), las patologías crónicas y el mal uso de los medicamentos. Los mayores son las personas más vulnerables en situaciones de calor extremo a consecuencia de la alteración de su capacidad para sentir sed, del menor control de la sudoración y de la disminución de su capacidad de termorregulación mediante la transpiración.
Ante cualquier duda sobre un tratamiento médico, hay que consultar a un facultativo para que, en caso de que sea necesario, adapte su terapia habitual a las posibles interacciones de las altas temperaturas. “Cualquier disminución de la dosis o suspensión de un medicamento debe ser un acto razonado y avalado por una decisión médica, que ha de tener en cuenta la enfermedad que se está tratando y las posibles consecuencias de su retirada”, explica la directora de la Agencia, Cristina Avendaño.
En caso de producirse un incremento importante de las temperaturas, conocido como ola de calor, los principales problemas de salud que pueden presentarse son el síndrome de agotamiento-deshidratación, que es consecuencia de la pérdida de agua y sodio a través del sudor, y el golpe de calor, que se produce por un fallo agudo de la termorregulación corporal y que es considerado una urgencia médica extrema.
DE VIAJE
El calor puede afectar a la calidad de los medicamentos que los ciudadanos guardan en casa. Al respecto, Avendaño señala: “Una mala conservación puede provocar problemas de salud, que podrían evitarse si los medicamentos se conservan en lugares no expuestos directamente al sol, ni a temperaturas altas. En cualquier caso, es importante que antes de tomar un medicamento se consulte al médico y se evite la automedicación. Y cuando se adquiera por primera vez, se recomienda leer el envase y el prospecto para conocer la temperatura a la que debe conservarse”.
En los viajes, se recomienda no llevar los medicamentos en los maleteros de los coches, junto al equipaje, ya que en estos compartimentos no hay ventilación ni refrigeración y pueden llegar a alcanzar temperaturas muy elevadas que pueden afectar a los medicamentos.
Algunas formas farmacéuticas (supositorios, óvulos, cremas…) son bastante sensibles a elevaciones de temperatura. En este caso no es el principio activo el que se puede ver afectado sino la forma farmacéutica.
Es relativamente fácil juzgar el mantenimiento de la calidad de estos medicamentos después de la exposición al calor porque el aspecto del producto al abrirlo (normal y regular, supositorio no derretido…) es el que indicará la estabilidad del producto. Todo aquel cuya apariencia exterior esté visiblemente modificada no debe ser consumido, en la medida que esta alteración del aspecto exterior podría ser un indicador de una modificación de las propiedades de la forma farmacéutica.
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