“Sobre todo con los Pelaos. Ellos eran una dinastía en el baile, eran madrileños, de Tetuán de las Victorias, que es otro barrio que tiene tela”, dice La Tati hablando sobre las deudas acumuladas por la ciudad de Madrid con los flamencos olvidados. La bailaora de El Rastro se lo cuenta al periodista y escritor Jacobo Rivero en Candela. Memoria social de un Madrid flamenco. Y nosotros en Somos Tetuán, que no sabemos nada del género pero llevamos a gala escrutar todo fronteras adentro de Tetuán, abrimos muy grandes los ojos.
Los Pelaos, “la única dinastía bailaora que ha dado Madrid” –titulaba en 1995 El País con las palabras de Antonio Manzano Bermúdez, Toni el Pelao– llegaron a Madrid provenientes de Jerez de la Frontera a finales del XIX. A tenor de algunas menciones a los Manzano Heredia en prensa, debieron vivir en el barrio de Las Cambroneras y luego en Tetuán de las Victorias. El primer madrileño de la saga gitana fue Antonio Manzano Heredia El Gato, pionero de la farruca, un baile que sería luego emblema de toda la saga.
La farruca es un cante y un baile flamenco que se caracteriza por su dramatismo y se popularizó a principios del siglo XX. Su origen podría ser gallego –la familia Manzano había pasado por Ferrol– y según algunas versiones, su encarnación bailada fue desarrollada por Francisco Mendoza Ríos Faíco, aunque las desarrollaron inmediatamente después los madrileños Joaquín López Alonso El Feo y el propio Antonio Manzano Heredia El Gato, que para otros fue el primer farruquero.
El bailaor llevó la farruca por los cafés cantantes de Madrid y Barcelona. Su hermano, Sebastián Manzano Heredia, El Pelao Viejo, fue un reconocido guitarrista que tuvo cuatro hijos que fueron bailaores y en ocasiones actuaban juntos: Juan El Pelao, Miguel El Fati, Francisco Faíco y Juan Antonio El Chiquillín (o El Abogao, porque sabía leer y le confiaban los contratos).
Francisco Manzano Faíco, que falleció en 1993, debutó siendo un niño en la compañía de Concha Piquer y bailó luego con otras grandes, como Lola Flores; apareció en alguna película y en 1973 recibió el Premio Nacional de Baile de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera.
En la citada entrevista con su sobrino, Toni El Pelao, este decía: “los de mi generación hemos nacido en el distrito de Tetuán de las Victorias, en la calle Valdeacederas (hoy Capitán Blanco Argibay). Cuando el abuelo volvió dé América en 1941 con Carmen Amaya compró una casa grande y allí nacieron y vivieron todos los Pelaos hasta la muerte del Pelao Viejo”.
El padre de Toni, Juan El Pelao, había sido pareja artística de Pastora Imperio y exportó las farrucas durante sus giras con ella y acompañando a otros grandes nombres, como Concha Piquer, Lola Flores, Manolo Caracol, Antoñita Moreno, o Valderrama.
El último pelao, Toni, fue pareja (artística y personal) durante muchas décadas de María Luisa Martín García Uchi. Con solo dos años bailó una farruca en público por primera vez, invitado por Pastora Imperio y su padre. Debutó oficialmente con 13 años en el tablao Zambra, recorrió Europa con La Chunga y el Festival Flamenco gitano, donde coincidiría con Paco de Lucía, Camarón o con La Uchi, con quien siguió hasta el final actuando y dando clase en la escuela de Amor de Dios, en Lavapiés.
Por Cuatro Caminos vivieron más recientemente otros conocidos flamencos como Antonio El Chaqueta o Rafael Romero Romero El Gallina. También nacieron en Tetuán artistas actuales, como Laura Abadía. Los aledaños de la plaza de Santa Ana, las callecitas de Lavapiés, Carabanchel o Vallecas son las plazas más flamencas de Madrid, pero también en Tetuán, zona de raigambre gitana, ha dado nombres flamencos y, entre ellos, destaca la saga de Los Pelaos.