Vuelven los carteles de “sin médico”: la cerrazón del Gobierno de Ayuso refuerza la huelga en la Atención Primaria de Madrid

Los médicos del centro de salud de Lavapiés, en el centro de Madrid, volvieron el jueves a su “nueva normalidad”: la huelga. Mientras una trabajadora quitaba el árbol de Navidad en la entrada del centro, los carteles que avisaban de la ausencia de médicos y explicaban las razones del paro seguían colgados en las paredes. “Ninguna consulta. Sin médico”, anunciaba una pancarta azul en las puertas del ascensor, mientras otra en los pasillos denunciaba la sobrecarga de trabajo: “¿Quién ve al paciente 35?”

Los médicos colgaron estas advertencias el 21 noviembre, cuando empezaron una huelga indefinida para mejorar los salarios de los sanitarios y aliviar su carga de trabajo. El 12 de enero, día de la vuelta a los paros, las puertas de las salas de consulta se volvieron a cerrar, y solo se atiende a los pacientes que acuden con una emergencia. Tras la infructuosa tregua de dos semanas –las de las fiestas navideñas– que se acordó con la Consejería de Sanidad del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso para negociar un posible acuerdo, los 5.000 médicos y pediatras de Atención Primaria de Madrid han retomado la protesta al constatar el miércoles, durante su reunión con la administración, el bloqueo del Ejecutivo madrileño a sus reivindicaciones. 

“Estábamos casi seguros de que se iba a reiniciar, pero nos ha pillado bastante perdidos. Hay muchos médicos que aún tienen días de vacaciones antes de que termine el mes. Va a ser complicado organizarse”, asegura Maite Pinedo, directora del centro de salud de Lavapiés. En estas instalaciones, donde antes de la pausa navideña la huelga tenía un seguimiento del 70%, el pasado jueves por la mañana había cuatro médicos de turno: la mitad estaban de servicios mínimos, mientras que los otros dos no apoyaban el paro. 

Pinedo, que trabaja en este centro de salud desde hace casi 20 años, insiste en la necesidad de retomar la protesta. “Por una parte, estamos inmensamente decepcionados con la actitud de la Consejería”, explica por teléfono después de acabar su turno como servicio mínimo. “Pero también sabemos que no podemos parar, tenemos que seguir con la huelga. Las condiciones de trabajo son nefastas. Es cada vez más difícil garantizar una atención de calidad para los pacientes”. 

Después de siete reuniones entre el comité de huelga y la Consejería de Sanidad, y una tregua durante la temporada navideña, el sindicato Amyts volvió a convocar el paro en la noche del miércoles, tras calificar la última negociación como un de “nulo avance”. “La reunión ha ido mal; desde la primera hemos reclamado hablar con alguien que pudiera manejar presupuesto e inyectar algo realmente tangible en la Atención Primaria, con gestión de la miseria por parte de la Comunidad de Madrid”, aseguró la secretaria general de Amyts y portavoz del comité de huelga, Ángela Hernández. 

Sin embargo, volver a poner en marcha la protesta está siendo más complicado de lo esperado. “No ha dado tiempo para organizar los servicios mínimos. Los médicos descubrieron el pasado jueves de madrugada si les tocaba trabajar o si podían secundar la huelga”, explica un portavoz del sindicato. Según el testimonio de una decena de profesionales consultados, los sanitarios recibieron entre las doce y la una de la noche un mensaje de la Gerencia de Atención Primaria con los turnos para ese día. 

“A mí me llegó un WhatsApp a las 00.26 horas que decía que tenía que cubrir el turno de mañana. Ha sido un caos organizarse”, explica una médica de familia del centro Martínez de la Riva, en Puente de Vallecas. A pesar de estar de servicios mínimos, no ha parado de trabajar por más de cinco minutos a lo largo de la mañana. Reconoce sentirse “machacada física y psíquicamente” y haber perdido un poco la esperanza tras haber comprobado que la negociación no ha avanzado en nada. “Esta situación no es agradable para nadie. Estamos intentando tomar la cosa con normalidad, pero hay que llegar a un entendimiento lo antes posible, para el bien de todos: médicos y pacientes”, afirmó.

Sus pacientes, aseguraba, han demostrado empatía desde el primer día de huelga. Algunos de ellos, que tenían programada una consulta para el día de vuelta a los paros, no acudieron tras enterarse de que se habían retomado. “Están muy informados, pero es una pena que hayamos llegado a este punto. Yo estoy cómoda haciendo mi trabajo, me hace feliz atender a mis pacientes. Pero hay que hacerlo bien, y no en las condiciones de ahora”. 

Una protesta “enfriada”

Antonio Jiménez, que cubre el turno de tarde en el centro de salud de Lavapiés, teme que la tregua de Navidad haya quitado fuerza a la protesta. “No nos gustó tener que interrumpir la huelga, ha enfriado los ánimos”, explicaba por teléfono antes de entrar a trabajar. “Pero se decidió así y es verdad que a pesar de la total falta de respeto que ha demostrado la Comunidad, albergamos una pequeña ilusión de negociación. Al final parece que vamos a tener que volver a protestar en las calles”. 

En el primer día de la nueva convocatoria, la participación era más baja que durante la huelga de noviembre y diciembre. El sindicato Amyts lo atribuye a la falta de tiempo para volver a organizarse, y asegura que a partir de este lunes los profesionales volverán a sacudir el paro de forma masiva. 

“Aquí antes de Navidad participan todos en la huelga, los únicos que trabajaban eran los médicos que estaban de servicios mínimos”, asegura una de las celadoras del centro de salud Ángela Uriarte, en Vallecas. También el día de vuelta a las protestas faltaron profesionales, pero no porque se sumaran a la huelga, sino porque se vieron forzados a tomar los días de vacaciones que la Gerencia requiere que terminen antes del 31 de enero. 

En el centro de Entrevías, la escena se repitió. “Los médicos no se han enterado. Hay muchos que antes hacían huelga y que hoy están trabajando porque no dio tiempo de organizar los servicios mínimos”, explica una enfermera. Tampoco lograron recolocar las pancartas que antes de Navidad llenaban el centro. Solo se ha quedado un cartel que pide firmar una petición a favor de “una Atención Primaria de calidad”.