EEUU Primero, tonto el último

Director de Política Exterior de la Fundación Alternativas —
17 de enero de 2025 22:11 h

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Nos hemos acostumbrado a que el 20 de enero cada cuatro años sea una especie de apocalipsis. Se pone de nuevo en marcha el reloj mundial. Trump 2025 sacudirá el tablero. La economía, el comercio, la política industrial y energética, la guerra cultural o el funcionamiento de la democracia se verán muy alterados. El ‘América Primero’ vuelve, y esta vez decenas de órdenes ejecutivas firmadas por Trump van a empezar a salir del Despacho Oval a velocidad de misil hipersónico. ¿El mundo tiene Stinger y Patriot como para neutralizar lo que viene? 

Las bajas pasiones de los negocios, la política nacional o la geopolítica se van a despachar más en el club de Mar-a-Lago de Florida que en Washington. El Capitolio, que ya fue avasallado impunemente un seis de enero, a algunos les empieza a parecer una antigualla, un mero instrumento para otra cosa. El periodo arranca con esta foto: Bruselas es el statu quo; Mar-a-Lago es lo más cool. Un anarquismo tecno-epistemológico empieza con ventaja la partida en las redes, todo vale aquí frente a unos progresistas a la defensiva. 

Europa está rara. La gran figura europea de este momento no es Von der Leyen, sino una post-fascista Giorgia Meloni. Es el número de teléfono de Europa para Trump y Musk. Hasta que las cosas en EEUU recuperen una mínima normalidad –y eso con mucha suerte no sería hasta las elecciones de mid-term de noviembre de 2026–, la Unión Europea estará sola. Conteniendo la respiración para ver de qué lado caen las cosas, empezando por Alemania, siguiendo por Francia y el resto de enanos de ultraderecha, en Países Bajos,  Austria o Rumania, y más allá: Serbia y los Balcanes. Esto es lo que hay. 

Dicen que EEUU nos lleva hacia un orden “transaccional”, a un constante cambio de cromos con Europa. Pero esto se parece más un abuso en toda regla. A un neo-darwinismo en las relaciones internacionales que significa: ¡tonto el último! La UE debe resistir y tratar de unirse todo lo que pueda. Porque si los europeos no espabilan rápido, el tsunami Trump se va llevar unas cuantas cosas por delante.

Primero, los europeos pueden perder la democracia. Esto tiene algo de estructural, porque nuestras llamadas “democracias liberales” son en realidad cada vez más “democracias mediáticas”, donde la gran batalla se libra en las redes y las plataformas en manos de unos pocos. Los medios tradicionales van quedando en un segundo plano: el Washnigton Post de Bezos es la primera víctima en EEUU: ¿qué diario de prestigio será el primero en caer en Europa? Gobiernos y Parlamento europeo bailan al son de la ultraderecha, que se mueve en este ecosistema como pez en el agua. 

Lo segundo que Europa puede perder es su maltrecho Estado del bienestar.  El tecno-capitalismo de los señores de la guerra tecnológica –Musk, Zuckerberg, Bezos– apunta al definitivo desmantelamiento del llamado “modelo social”. Nueva cruzada contra el “Big Government”, o sea, contra el gobierno, todo lo que suene a gasto público e impuestos. Precisamente esa invención de Franklin Delano Roosevelt en los años treinta del siglo pasado, que posiblemente evitó que EEUU recayera en el fascismo o en otra guerra civil. Europa tendrá que actualizar su modelo: hacerlo más eficiente, más justo y legítimo para la mayoría frente a una élite cada vez más rica. Los informes Draghi y Letta han dejado claro la dimensión gigantesca del esfuerzo que gobiernos y empresas europeos tendrán que hacer si no quieren caer a los pies de EEUU y China. Tonto el último. 

Una tercera cosa que podría desvanecerse es eso que llamamos la “Europa normativa”: la capacidad europea para producir normas de alcance universal y hacerlas cumplir mediante la coerción (sanciones) o incentivos. Europa misma se lo está ganando con sus dobles estándares y su hipocresía. Y las provocaciones de Musk o Zuckerberg a la Comisión Europea reflejan muy mala intención.  Los choques institucionales podrían agravarse; la Administración norteamericana e, incluso, gobiernos europeos de corte nacional-populista podrían “tomar rehenes” en otros asuntos -aranceles, seguridad, migraciones-  a cambio de que Bruselas les deje las manos libres. Tonto el último. 

También seguirá en apuros la clásica idea de la “pax europea”. Más le valdría a la UE desplegar una mejor diplomacia para cerrar las guerras de Ucrania y Oriente Medio. El mundo ya gasta más de 2,4 billones de dólares en armas y la cifra sigue creciendo. Los veintisiete gastaron 326.000 millones de euros en 2024. Trump aprieta: ahora pide a los socios de OTAN el 5%. Quiere que le paguen la fiesta y que los muertos los pongan otros. En Europa se resisten a llamar a esto militarismo, les da miedo enfadar a Trump.

En 2025, los Padres Fundadores de EEUU y de Europa, desde George Washington y Jeffferson hasta Kant, Schumann o Jean Monnet, se removerán en sus tumbas. Europa, los hombres más ricos y poderosos del mundo te quieren robar la cartera.