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Opinión - El polvorín mundial y la pluralidad informativa. Por Rosa María Artal

Dónde está el gobierno más radical de la historia de España, que yo lo vea

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso, durante el acto contra la derogación de la sedición.

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El PSOE se radicaliza. La deriva radical del PSOE. El gobierno más radical de la historia de España. Pongan en Google cualquiera de esas frases y verán qué risas. Pueden también cambiar el sujeto, Sánchez en vez de PSOE: Sánchez se radicaliza. La deriva radical de Sánchez. El presidente más radical de la historia de España. Y lo mismo si en vez de PSOE ponen Unidas Podemos, o la izquierda sin más. La izquierda se radicaliza. La deriva radical de la izquierda española.

Llevamos seis o siete años escuchando el mismo mensaje por parte de la derecha política y mediática. Y ya vale de publicidad engañosa, hombre. Ya vale de jugar con nuestros sentimientos. Que los votantes radicales de izquierda nos ilusionamos cada vez que oímos o leemos a un portavoz del PP, un tertuliano o columnista, un editorial de prensa, un tuitero o un mensaje cuñado en el grupo de WhatsApp alertando del gobierno radical, social-comunista y populista. Y luego, cuando nos asomamos al balcón para ver si ha empezado ya la revolución, nos encontramos a un gobierno que aprueba plácidamente sus terceros presupuestos generales, saca uno tras otro todos sus proyectos de leyes con amplias mayorías, aumenta el gasto en Defensa, se alinea totalmente con la OTAN y toma medidas que reciben el visto bueno de Europa. ¡Ya vale de jugar con nuestros sentimientos!

La matraca empezó en 2015, con Podemos primero, y con Unidas Podemos después, cuya deriva radical, izquierdista y populista era vaticinada hasta por el PSOE de entonces. Pero mira, luego le alcanzó también al propio PSOE: con la segunda llegada de Pedro Sánchez en 2017 se nos dijo que el partido se radicalizaba y “podemizaba”. Hasta El País avisó, en un editorial delirante, de que al PSOE le llegaba “el momento populista”. Lo mismo en la moción de censura de 2018, pactada con radicales, independentistas y batasunos. Y tras las elecciones de 2019, que traían un “gobierno Frankenstein”, cesiones a los enemigos de España y amigos de ETA, y un giro populista y por supuesto radical. “El gobierno más radical de la historia de España”, así lo bautizó Casado, y la fórmula tuvo éxito. Desde entonces las advertencias se renuevan semanalmente. Esta misma semana, en la bronca del Congreso. Y hace cuatro días, mi presidente andaluz, el moderadísimo Moreno Bonilla, avisando que el PSOE está “muy tirado a la izquierda” y “en manos de la izquierda más radical”.

Ni caso, no se ilusionen. Luego te encuentras con que, más que podemizarse el PSOE, pareciera que Unidas Podemos se ha pesoizado un poquito, moderando sus posturas tras entrar en el gobierno, dirigiendo ministerios sin romper nada, y pactando leyes y medidas que son cualquier cosa menos radicales. En cuanto a los socios satánicos que sostienen a Sánchez, ahí está Bildu, participando en la vida parlamentaria con normalidad y apoyando leyes socialdemócratas; y lo mismo ERC, que en vez de organizar referéndums ahora participa en la cogobernanza del Estado.

La verdad es que la única deriva radical que uno ve es la de la derecha, radicalizada hacia posiciones cada vez más derechistas. No digo Vox, que ya viene radicalizado de casa, sino el PP, que ni con el “moderado” Feijóo ha frenado la inercia ultra que inició Casado y que ahora sostienen Ayuso, el gobierno castellanoleonés de coalición, y la prensa conservadora, empeñada en mantener la matraca del “gobierno social-comunista” mientras le marca la línea dura al PP. No solo radicales: también antistema, empeñados en bloquear las instituciones, no pactar nada y no renovar los órganos de la Justicia, el Constitucional o RTVE.

Años escuchando que viene el lobo de la izquierda radical, y lo único que se nos ha radicalizado, y mucho, es la derecha. Menos lobos.

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