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Lo sabemos todos y no pasa nada

Cristina Fallarás

Ya sabemos que el partido en el Gobierno tiene entre sus dirigentes a fulanos defensores del dictador, aquel que murió de viejo, de la dictadura, y por lo tanto de la represión violenta y la muerte. Vaya notición. ¿Cómo iba a ser distinto si vienen por línea directa del Franquismo, fundador mediante? Y que quienes mataron, torturaron y fueron cómplices necesarios de todo aquello, quienes tuvieron entonces el poder de ordenarlo y lo hicieron, de detenerlo y no lo hicieron, siguen felices en sus casitas viendo un muy galardonado truño repugnante llamado Cuéntame, seguro que muy de su gusto. Pues claro que lo sabemos, todos lo sabemos. Como sabemos que aquellos muertos siguen en las cunetas sin que nadie haya tenido los santos redaños de coger pico y pala. Y no pasa nada.

Vendrá un juez extranjero a intentar juzgar a nuestros criminales satisfechos, e incluso puede que lo consiga, pero aquí nadie se sonrojará. Porque aquí no pasa nada. La doma ha sido larga. La memoria, cubierta con un pañito de ganchillo donde se lee No remuevas la mierda. La humillación, voluntaria.

Ya sabemos que el presidente del Gobierno español miente. Miente habitualmente, con descaro, sin que le tiemble el ojo, miente en lo que pretende hacer y en lo que no, incluso cuando calla miente, aunque esté como ausente. Y que la secretaria general del PP miente, ésta más torpemente y con la misma asiduidad, la hemos visto mentir ante los periodistas, lo saben mi madre y tu padre, el albañil que vendrá por la mañana a la obra de aquí delante y el locutor de la Conferencia episcopal. Pues claro que lo sabemos, todos lo sabemos. Como sabemos que ninguno de los individuos dedicados a la economía entre nuestros dirigentes tomará ninguna medida para paliar el paro, para evitar el hambre, para atender a los emigrantes, para que estudien los hijos de los que deberían ser pobres pero se creyeron clase media con derecho a menú degustación, qué risa. Y no pasa nada.

Vendrán abogados desde países con muerte a representar la voluntad popular, pero aquí nadie será representado. Porque aquí no pasa nada. Llevamos la autoridad cosida a las neuronas con sedal. El silencio todavía hiede a incienso. Los súbditos es lo que tenemos.

Ya sabemos que eso que suelen llamar “oposición” a lo único que se opone con saña es a perder el sillón debajo del culo, que jamás saldrá a la calle, que no admitirá el contenido de los dos párrafos anteriores, por muy evidente que sea, que si en algún momento lo enuncia será sin la intención de mover un dedo, de llevarlo ante un juez, de admitir su colaboración. Y que aquellos que no son oposición pero tienen representación en los órganos de poder, sean del color que sean, desaparecieron hace mucho tiempo de la lucha eficaz contra el robo, la mentira y la desmemoria. Pues claro que lo sabemos, todos lo sabemos. Como sabemos que aquellos que ahora se hacen llamar sindicalistas se esfumaron de la posibilidad de plantar cara con la misma velocidad que los anteriores. Y no pasa nada.

No pasa nada. No pasará nada. Hubo un momento, hace nada, en el que parecía que algunos tomaban la iniciativa, alzaban la voz, encendían alguna cerilla. Pero se equivocaron en lo fundamental. Eligieron mal el arma. Eligieron informar. Creyeron que denunciando, informando de lo que sucedía, la población se iba a levantar. Hay quien sigue clamando, je. Como si no supiéramos lo que sucede, como si alguien lo ignorara, como si nos cupiera alguna duda. Aquí todo el mundo lo sabe todo. Y todo es que aquí no pasa nada.

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