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El Botànic vuelve a sumar en una noche de nervios y podrá repetir por la caída de un PP que cede ante Vox y Cs

El Botànic vuelve a sumar en una noche de nervios y podrá repetir por la caída de un PP que cede ante Vox y Cs

EUROPA PRESS

VALENCIA —

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En este ya consolidado escenario de multipartidismo ningún partido logra la mayoría absoluta. Tampoco vale la suma de dos. Así, nuevamente, el bloque de la izquierda --el único que alcanza el medio centenar de votos con el 96,23 por ciento escrutado-- deberá ponerse manos a la obra a partir de ahora, con el 'qué' y el 'quién' sobre la mesa de negociación, como ya ocurriera hace cuatro años.

Los números que arroja el nuevo parlamento, tras una noche de nervios en la que tres escaños han acabado separando al bloque de las formaciones de izquierdas del de la derecha y con un parlamentario por Castellón que ha estado bailando entre PP y Compromís-- son que el PSPV gana las elecciones en la Comunitat con 27 diputados, cuatro más que en 2015; el PP pierde 11 (pasa de 31 a 20); Cs suma cinco (de 13 a 18); Compromís se deja tres (de 19 a 16); Unides Podem pierde fuelle y pasa de 13 a ocho y entra con fuerza Vox en la cámara autonómica, con 10 parlamentarios.

En 2015, el PSPV había registrado su peor resultado, Compromís había crecido exponencialmente y Podem emergió de la nada y optó por quedarse fuera. Ahora, los tres líderes están en posición de reeditar un acuerdo que no fue una cosecha fácil y las conversaciones se prolongaron durante más de diez días por la falta de entendimiento sobre ese 'quién' que debería asumir la presidencia, hasta fructificar finalmente a mediados de junio en el pacto de legislatura por el cual PSPV y Compromís accedieron al Palau con Podem como socio externo, que prestó los votos estrictamente necesarios, ni uno más ni uno menos, para la investidura de Ximo Puig.

De hecho, ya han deslizado en sus intervenciones su primera posición ante esa posible reedición. Puig ha asegurado que comienza “una nueva etapa de cambio, de libertad y de solidaridad” en la que la Comunitat Valenciana “vuelve a ser senyera del cambio” y ha avanzado que habrá “además de un gobierno progresista en España, un gobierno progresista en la Comunitat Valenciana” y juntos trabajarán “para que sea posible el cambio que merecen nuestros ciudadanos”.

Por su parte, la candidata de Compromís, Mónica Oltra, ha hecho notar que “no hay suma posible que no pase por un Gobierno del Botànic. La única posibilidad es un Botànic II”, ha remarcado, para lamentar el “experimento” de juntar los comicios con las generales, que a su juicio ha puesto “en peligro” el proyecto de cambio y de futuro. Experimento que ha llegado a calificar de “partidista”.

Y Dalmau, la tercera pata del pacto --que entonces se fraguó con el dirigente de Podem Antonio Montiel-- ha declarado estar “muy contento” con el resultado de las elecciones autonómicas porque se ha “parado a la derecha” y su coalición “ha vencido a las encuestas”. No obstante, ha advertido que el hecho de que la izquierda “se ha estrechado en su diferencia con la derecha, quiere decir que necesita profundizar en el Botànic, ser críticos con él”.

UN 'GOBIERNO DEL CAMBIO' CON NUEVOS CONCEPTOS

El denominado 'gobierno del cambio', que puso fin a 20 años de hegemonía del PP en la Comunitat, ha introducido en la opinión pública conceptos como el mestizaje, con el que ambos partidos han estado presentes en todas y cada una de las consellerias, y ha sacado pecho de la estabilidad: todos los consellers se han mantenido en sus puestos y las remodelaciones se han limitado a escalones inferiores, a excepción de Sanidad, donde Carmen Montón fue nombrada ministra y sustituida por Ana Barceló.

En el último año sí se han dejado ver públicamente algunas discrepancias, como la aireada entre la vicepresidenta Mónica Oltra y la consellera Gabriela Bravo, a cuenta de la oficina para víctimas de violencia de género en la Ciudad de la Justicia, o la pública disparidad de criterios en torno a algunos proyectos empresariales como Intu Mediterrani. También la campaña electoral ha aflorado diferencias y algún que otro reproche entre socios.

Tras una legislatura de “desactivar minas” heredadas y levantar la “hipoteca reputacional”, que ha estado marcada por la infrafinanciación que aún queda pendiente, y en la que, según sus protagonistas, el foco se tenía que poner necesariamente en atender la “emergencia social” y rescatar a las personas, el Botànic tiene ahora por delante una hoja de ruta en la que la economía --y sus implicaciones medioambientales-- junto al empleo son aspectos fundamentales para los socios, que buscan en estos cuatro años “consolidar” el cambio.

Frente a ellos, el PP ha afrontado una legislatura de transición en la que pronosticaba el hundimiento del 'govern del Titanic' o 'coalición sanchista a la valenciana' que finalmente no se ha producido. Su apuesta de campaña moderada, con una imagen de Isabel Bonig presidenciable y correcta, no ha conseguido retener los 31 escaños de la legislatura pasada, en pleno proceso de fragmentación del espacio de centro derecha, como han demostrado las urnas tanto en la Comunitat Valenciana como en España.

Ha sacado provecho de ello Ciudadanos, que pasa de sus 9 diputados de facto --consiguió 13 en 2015 pero se quedó sin cuatro a mitad de legislatura-- a 18 parlamentarios, liderados por un Toni Cantó que ha protagonizado un duro discurso en clave antinacionalista y especialmente crítico en áreas como la educación, dejando clara su negativa a cualquier pacto con el que denomina 'PSC valenciano'.

El trío en la oposición lo completaría Vox, de la mano de José María Llanos, prácticamente un desconocido para la sociedad valenciana que entrará en Les Corts junto a otros nueve diputados. El tirón nacional de la marca de Santiago Abascal, un discurso centralista y con la unidad de España como bandera, le ha permitido superar con creces la barrera electoral más alta del país, del 5%.

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