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Israel guarda un cauto silencio ante la crisis del asesinato de Khashoggi

EFE

Jerusalén —

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Israel guarda un cauto silencio sobre la crisis que ha provocado el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul, un suceso que ha manchado la imagen del príncipe heredero, Mohamed bin Salman, y podría llevar cambios a la región.

Bin Salman (conocido también como MBS) ha sido una de las figuras más destacadas del mundo árabe en el último año que ha apoyado y facilitado el trabajo del asesor y yerno de Donald Trump, Jared Kushner, en la propuesta de paz que Washington prepara para israelíes y palestinos.

Además, el heredero de la corona de los Saud también ha sido clave en el acercamiento entre el reino e Israel, técnicamente enemigos y sin relaciones bilaterales, pero que en los últimos años se han aproximado ante la perspectiva del ascenso de un enemigo común, Irán, a cuya expansiva influencia en Oriente Medio ambos quieren poner fin.

Bin Salman ha destacado por hacer comentarios conciliatorios sobre Israel e incluso se saltó la tradicional postura del mundo árabe y musulmán al afirmar el pasado abril en una entrevista que “el pueblo judío tiene derecho a un estado nación en al menos parte de su tierra ancestral”, afirmación revolucionaria de un gran líder árabe, que puso de manifiesto el gran cambio de actitud de Riad.

Preguntado reiteradamente en los últimos días por Efe por una reacción ante la crisis, un portavoz de Exteriores israelí señaló finalmente: “No tenemos nada que decir sobre el asunto. No hay ninguna posición oficial y no estamos haciendo ningún comentario al respecto”.

Ningún alto cargo, ni del Gobierno ni de la Presidencia, se ha pronunciado sobre el cruel asesinato, que día a día acapara portadas de periódicos y minutos de telediarios, según se van desvelando detalles de lo ocurrido y avanza la investigación.

Israel ni condena la muerte, ni ha pedido explicaciones a Riad, ni tampoco ha salido en su defensa. Sencillamente, mantiene un significativo silencio.

Para el analista del International Crisis Group Ofer Zalzberg, hay dos razones tras esta postura: la primera es que esta crisis “es otro golpe a la noción de que la paz entre palestinos e israelíes puede ser resultado de una coalición entre EE.UU. y Arabia Saudí”, que fue lo que Kushner y Bin Salman trataron de impulsar desde el principio.

El heredero había optado por poner la economía saudí y el control de la expansión iraní en la región por delante de las posiciones tradicionales árabes sobre la paz, una postura que tenía sus detractores, sobre todo, entre los palestinos.

“No todo el mundo creía en este paradigma desde el principio pero, tras lo ocurrido, hoy son cada vez menos y menos los que lo creen”, asegura Zalzberg.

Por otro lado, Israel se ve obligado a extremar cautela, “porque la clase política en EE.UU. también está dividida en este asunto” -entre los que creen que MBS tiene que ser reemplazado y los que optarían por dejarlo pasar- e Israel no puede permitirse perder aliados en Washington en ningún lado: “no quieren perder apoyo ni en la Casa Blanca ni en el Senado”.

En este sentido, el analista Ronen Bergman aseguraba hoy en el diario Yediot Aharonot que “Arabia Saudí es un componente central en la nueva visión de Oriente Medio de líderes como Trump y Netanyahu.

“Esta visión se centra sobre un eje moderado suní que, junto a Israel -y con apoyo de EE.UU.- promueva el diálogo dirigido contra Irán, Hizbulá, (el presidente sirio Bashar al) Asad y las organizaciones yihadistas”, valoró Bergman.

“Bin Salman promueve esta visión, pero ahora sus alas serán cortadas, si es que se mantiene en el poder, y su habilidad de continuar estos canales secretos y de aportar sus servicios de espionaje y sus inmensos recursos contra Irán y sus satélites puede ser severamente dañado”, advierte.

Bergman cree también que, en un nivel táctico, los agentes y asesores saudíes de MBS, que han sido y podrían ser detenidos por el asesinato, podrían ser los mismos que en los últimos tiempos “han promovido relaciones de Inteligencia con países extranjeros”, lo que afectaría a los supuestos intercambios.

Deniel Shapiro, del Instituto de Estudios para la Seguridad Nacional (INSS) y exembajador de EE.UU. ante Israel, advertía también que lo sucedido genera dudas para Israel y Estados Unidos sobre su concepto estratégico en Oriente Medio.

“MBS no tomó en cuenta que ordenando el golpe a Khashoggi cruzó todas las líneas aceptables para el público estadounidense y los miembros bipartisanos del Congreso”, asegura.

Un error de cálculo que podría limitar su poder, sus apoyos y su acercamiento a Israel.

Ana Cárdenes

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