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La espiral de violencia en Gaza acerca a Israel y Hamás a una escalada

La espiral de violencia en Gaza acerca a Israel y Hamás a una escalada
Jerusalén —

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Jerusalén, 22 ago (EFE).- El mes de agosto ha estado marcado por una violencia incesante en la frontera entre Israel y Gaza. Cohetes, globos incendiarios y con explosivos, fuegos, protestas y bombardeos de represalia mantienen en vilo a los civiles de ambos lados de la línea divisoria.

En un año marcado en todo el mundo por el dolor, el sufrimiento y la muerte, la frontera entre Israel y la Franja de Gaza, conocida por la abundancia de esos ingredientes, había gozado hasta entonces de una sorprendente tranquilidad.

Tras un comienzo agitado y un pico de tensión a fines de febrero, fueron meses de silencio, que hasta incluyeron un intento de negociación para intercambiar prisioneros y en los que las autoridades de uno y otro lado se centraron en hacer frente al coronavirus y sus consecuencias sociales y económicas.

LA VIOLENCIA: LA VIEJA NUEVA NORMALIDAD

A principios de este mes, sin embargo, milicias palestinas retomaron el lanzamiento de globos incendiarios y cargados con artefactos explosivos, que no solo encendieron la corta mecha de la recurrente violencia en la frontera sino que causaron cientos de incendios en las comunidades israelíes colindantes.

La reacción israelí tardó unos días en llegar pero finalmente sucedió, bajo la forma de bombardeos nocturnos sobre objetivos militares del movimiento islamista Hamás, que gobierna en el enclave, y nunca paró.

Ya son 11 las noches consecutivas de bombardeos, hasta ahora únicamente sobre objetivos militares; con excepción de un caso de dos heridas leves, solo han causado daños materiales.

Desde Gaza también han lanzado proyectiles, primero un cohete, después dos, luego uno más y el jueves, en la noche más violenta de los últimos seis meses, dispararon 12, en su mayoría interceptados por el Ejército israelí que no pudo evitar, sin embargo, que fragmentos de uno de ellos impactaran en una casa en la ciudad de Sderot, dañándola gravemente.

El último fue anoche, también interceptado por el sistema de defensa antiaérea Cúpula de Hierro y que, sin bien no causó daños, desencadenó un nuevo bombardeo israelí desde tanques.

EL OBJETIVO: ALIVIAR EL BLOQUEO

Según analistas palestinos, este repunte de tensión se debe a las demandas de la islamista Hamás de que Israel alivie el bloqueo que impuso en Gaza en 2007 y que se atenga a los compromisos acordados en la tregua mediada a fines del año pasado por Egipto y las Naciones Unidas.

Estos, agregan, incluirían, entre otras cosas, la expansión de la zona de pesca en el Mediterráneo, la autorización de la entrada de ciertos materiales que actualmente están prohibidos y un aumento del flujo de productos y de la cantidad de permisos para que gazatíes entren a territorio israelí.

Irónicamente, la respuesta que las agresiones han provocado ha sido el endurecimiento del bloqueo, incluyendo el cierre del único cruce fronterizo para mercancías, de la zona de pesca y la interrupción de la importación de combustible, lo que obligó a la única planta eléctrica de Gaza a cerrar y dejó a la población con menos de cuatro horas de electricidad diarias.

Fuentes palestinas han señalado también que una de las exigencias de Hamás para volver a la calma es que se les entregue la ayuda económica enviada mensualmente por Catar -que según medios Israel ha decidido confiscar hasta que cesen los ataques- y que esta se prolongue durante todo 2021.

LOS CIVILES: AGOTADOS, FRUSTRADOS Y DESESPERANZADOS

“La tensión y los bombardeos no son el problema en Gaza, sino el bloqueo israelí y la división interna entre Fatah (partido que gobierna en Cisjordania) y Hamás, que son los problemas básicos que deben resolverse, pero la escalada de golpe por golpe no ayuda y es inútil porque cada una de las partes sirve a sus intereses y no a los intereses del pueblo”, dice a Efe Shadi Ghanam, residente del enclave de 45 años.

“Nos acostumbramos a esta tensión, que viene sucediendo hace diez días y que sucedió varias veces en los últimos años. Estas escaladas comienzan cuando Hamás o Israel sufren de crisis internas y emplean la tensión para resolverlas”, agrega, y señala que aunque no se siente muy afectado porque los bombardeos son en edificios vacíos, sus hijos tienen miedo y se asustan por los ataques.

Del otro lado de la divisoria, Adele Raemer, residente del kibutz Nirim, tiene sensaciones similares: “La situación aquí es muy preocupante, estoy durmiendo en el refugio desde hace varias noches por temor a los cohetes, pero lo más triste es que nuestro gobierno es impotente frente a lo que está sucediendo”.

“La situación política es tan terrible, incluyendo la posibilidad de unas nuevas elecciones, que este no es un gobierno que pueda hacer nada significativo para cambiar la situación. No pueden ni ir a la guerra ni conseguir una solución diplomática, así que estamos entre la espada en la pared”, cierra.

LA RETÓRICA SE ENDURECE

Las autoridades, mientras tanto, se dedican a cruzar amenazas.

Un comunicado ayer de las facciones palestinas en Gaza advirtió que no aceptarán que Israel “utilice sus herramientas pacíficas de resistencia, incluyendo el lanzamiento de globos, como una excusa para bombardear objetivos militares” y enfatizó que “el pueblo tiene derecho a expresar su rechazo al bloqueo utilizando todos los medios apropiados”.

La respuesta del ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, fue clara: “El Ejército está preparado para proteger y seguir protegiendo a la gente del sur (del país) y atacará a los atacantes, infligiéndoles un grave daño”. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha asegurado que seguirán respondiendo a los globos incendiarios como hacen con los cohetes: con bombardeos.

Así, las amenazas y el golpe por golpe continúan como las formas predilectas de comunicación entre las autoridades, mientras la gente se acostumbra, una vez más, a las explosiones y el miedo de los niños, a los incendios que arrasan los bosques y a las alarmas que no dejan dormir ni siquiera en los refugios.

Pablo Duer

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