“No pido la mayoría absoluta en Euskadi y en Catalunya, pero sí pido que no nos pongamos techo electoral”. Es la consigna que lanzó el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a sus candidatos en los comicios autonómicos vasco y catalán. El primero en afrontar las urnas será el líder del partido vasco, Javier de Andrés, quien parte de una situación tan baja que solo tiene margen para subir. Es lo que le exigen en Génova: poder vender una mejora para intentar salir de la actual irrelevancia.
La evolución electoral del PP en Euskadi tocó suelo en 2020. En coalición con Ciudadanos, ambos partidos lograron cinco diputados con apenas el 6,75% de los votos con una lista encabezada por Carlos Iturgaiz, a quien Pablo Casado colocó al frente del partido tras purgar a Alfonso Alonso, quien había apoyado a Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso de sucesión de Mariano Rajoy.
Iturgaiz logró el peor resultado histórico del PP. Pero cuatro años antes, en 2016, Alonso tampoco pudo celebrar mucho: logró nueve escaños con un 12,2% del voto. En 2012 fueron 10 diputados, y en 2009, 13.
Aquella legislatura de hace casi tres lustros fue la última en la que el PP tuvo algo que decir en la política autonómica vasca. El PNV ganó de largo en las urnas, pero la ausencia de la izquierda 'abertzale' en aquellos comicios por decisión judicial propició una mayoría alternativa hasta entonces inédita. PSE y PP sumaron sus votos, y Patxi López fue elegido lehendakari por el Parlamento vasco. Incluso hubo momentos, a principios de siglo, en que el PP logró más diputados que el PSE.
Dos comunidades claves
A nivel municipal el PP también tuvo una importante presencia. Por ejemplo, el actual portavoz nacional, Borja Sémper, llegó a ser teniente de alcalde en Donostia con el socialista Odón Elorza como alcalde. O el propio Javier de Andrés fue Diputado General de Álava.
Aquellos tiempos pasaron, y en el PP suspiran por recuperar una cierta relevancia que les permita, si no gobernar, sí al menos ser relevantes. Ocurrió a nivel municipal tras las elecciones municipales de 2023, cuando su voto evitó que EH Bildu ganara la Alcaldía de Vitoria o la Diputación de Gipuzkoa.
En el PP saben que uno de los agujeros electorales que impidieron a Feijóo ser elegido presidente del Gobierno tras ganar las elecciones de julio del año pasado está en sus malos resultados en Euskadi y Catalunya. No en vano, el líder del PP lleva desde 2022 intentando recuperar la presencia que el partido perdió en ambas regiones, su interlocución con los estamentos económicos y sociales y su capacidad de influir en la vida pública, más allá de poder gobernar o no. El PP nunca ha gobernado España sin tener buenos resultados en ambos territorios y Feijóo sabía que él no sería una excepción.
No se equivocó. Por eso el jefe de la oposición mantiene su apuesta por acercarse a los centros de poder de ambas comunidades. Y lo primero que hizo al llegar fue cambiar al líder del PP vasco, Carlos Iturgaiz, por alguien con un perfil más moderado y que afrontó labores de gestión en el pasado. De Andrés fue, además de diputado general, delegado del Gobierno con Rajoy en la Moncloa. En Euskadi lo consiguió. En Catalunya, no.
El PP se conforma así con recuperar algo de voz en el País Vasco. “Vamos a pelear para ser decisivos en Euskadi”, dijo Feijóo a principios de enero, cuando marcó las líneas maestras de sus objetivos de oposición para este 2024. El líder del PP mandató a los suyos a retener la mayoría absoluta en Galicia, objetivo conseguido el pasado mes de febrero; a mejorar en Euskadi y a ganar las europeas.
Pero la decisión de Pere Aragonès de adelantar los comicios catalanes y convocarlos para el próximo 12 de mayo ha escondido la campaña vasca, que llega este fin de semana a su ecuador. “Nos quita foco”, se lamentaron en la dirección del PP autonómico tras el anuncio del president de la Generalitat.
La consecuencia es que la campaña vasca será más autonómica que nunca. Y la presencia de Feijóo en ella, muy menor. El líder del PP apenas hará cinco actos electorales, muy lejos de la caravana paralela que organizó en febrero para aupar a Alfonso Rueda a por su primera mayoría absoluta. Uno fue el de apertura, hace ahora una semana. Otros dos este fin de semana. Y dos más antes del cierre, el jueves y el viernes que viene.
El mensaje del PP está centrado en pescar entre los descontentos por la gestión del Gobierno de coalición de PNV y PSE. Las encuestas de opinión indican que, lejos de la cuestión nacional que tanto interesa fuera de Euskadi, los ciudadanos vascos quieren soluciones a los problemas de la Sanidad Pública (Osakidetza) o de la vivienda. En ese caladero de descontento ha logrado crecer EH Bildu hasta tener a tiro ganar sus primeras autonómicas.
Descontado que el PP va a mejorar los resultados, el domingo 21 sabrán en Génova si la estrategia planteada por Feijóo funciona. Un resultado malo en el País Vasco, al que le seguiría un previsible resultado también menor en Catalunya, sería un lastre para la campaña de las europeas de junio, donde el líder de la oposición quiere demostrar que el fiasco de su investidura no fue más que un tropezón en su carrera hacia la Moncloa.