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El PSOE pelea por sacar de la abstención a su electorado en Andalucía en una campaña con pocas expectativas de gobernar

Las elecciones en Andalucía del próximo 19 de junio marcarán otro punto de inflexión en la legislatura. En las filas socialistas se preparan para un nuevo revés, esta vez en el histórico bastión en el que Susana Díaz perdió la Junta por primera vez en 37 años ininterrumpidos de poder. Todos los interlocutores del partido, tanto a nivel regional como nacional, reconocen que las posibilidades de Juan Espadas de arrebatar el Gobierno a Juan Manuel Moreno Bonilla son mínimas y fían el resultado a la movilización de cerca de medio millón de votantes que en los comicios regionales de 2018 se quedaron en casa, pero volvieron a votar al PSOE en las generales de 2019. “Lo importante es activar el electorado, nuestro enemigo es la abstención”, resumen desde Moncloa.

La intención de Ferraz es que haya un “desembarco” de ministros y miembros de la dirección socialista en todo el territorio andaluz en las escasas cuatro semanas que quedan para las urnas. Pedro Sánchez pretende pisar todas las provincias –ya ha estado en Jaén y este fin de semana en Granada–, aunque en la sede federal del partido evitan darlo por cerrado ante las dificultades de agenda. Lo que dan por seguro es que participará en el acto de cierre de la campaña. El despliegue, en cualquier caso, ya ha comenzado con la presencia del ministro de Presidencia, Félix Bolaños; la vicesecretaria general, Adriana Lastra; o el secretario de Organización, Santos Cerdán. Los ministros andaluces María Jesús Montero y Luis Planas tendrán especial predicamento en los mítines del PSOE-A. 

Los socialistas reivindicarán la gestión del Gobierno de España frente al de la Junta. Los efectos de la reforma laboral, la subida del Salario Mínimo Interprofesional, el blindaje de las pensiones o los acuerdos alcanzados para la mejoría de la situación en el campo serán ejes de la campaña socialista en un momento de horas bajas para la coalición, que ve cómo las expectativas demoscópicas se van mermando, pese a esa producción normativa sin que hallen un antídoto que frene la caída. “Los efectos positivos de las reformas del Gobierno, como los ERTE, se las adueña Moreno en el discurso político, aunque en paralelo están atizando a Sánchez a diario”, se queja una persona próxima al candidato socialista.

Espadas se ha presentado con la promesa potente de reducir el paro a la mitad gracias a los fondos europeos, que en Andalucía –la única comunidad que no aprobó presupuestos para 2022 con los que aprovechar la inyección millonaria de la UE– “solo” se ha ejecutado un 40% de los recursos recibidos, 5.000 millones “no sabe dónde va a gastarlo” y otros 12.000 millones están por planificar y “no se ha dicho absolutamente nada”, según dijo el candidato socialista en un acto organizado por Europa Press. La otra gran propuesta es destinar 2.000 millones de euros para un programa de primera oportunidad laboral para jóvenes. 

El objetivo que se ha marcado Ferraz como suelo es recuperar esos cerca de 500.000 votos que abandonaron a Díaz y reeditar al menos los 33 escaños, pero la distancia con el PP puede ser un golpe para Sánchez, que encadenaría tres derrotas consecutivas en Madrid, Castilla y León y ahora el antiguo bastión socialista. Más allá de su propio resultado, en el PSOE han visto con preocupación la crisis que han atravesado las fuerzas a su izquierda. 

“Moreno Bonilla no se ha despeinado”

En las filas socialistas cunde un cierto desánimo porque en lo que coinciden varias de las fuentes consultadas es en que Moreno Bonilla no se ha desgastado en estos tres años y medio. “Moreno Bonilla no se ha despeinado”, señala una dirigente andaluza que apunta, no obstante, al hartazgo por la gestión de los servicios públicos, especialmente de la sanidad. “Fácil no es”, dice un alcalde que, considera, no obstante, que hay margen para recuperar a los votantes que en las generales metieron la papeleta de Sánchez pero les habían abandonado en las autonómicas: “Con Susana Díaz la gente no fue a votar por rechazo. Ahora hay desconocimiento, pero no rechazo”. Espadas apenas lleva un año al frente de la federación andaluza y en la cúpula socialista reconocen que su continuidad depende en buena medida del resultado en estas elecciones. 

“La base electoral del PSOE en Andalucía es altísima”, continúa esa misma fuente: “Si movilizamos y a la gente le da por ir a votar, puede haber una sorpresa. Y en eso estamos municipio por municipio y la estructura territorial de todo el partido. Hay que apretar”. La base electoral en el PSOE andaluz, en este momento, es un millón de votos en una comunidad que disputa 6,5 millones de papeletas, el suelo histórico de un partido con casi 40 décadas en el poder.

A ese ‘músculo’ se aferran también en Ferraz, donde recuerdan que en Andalucía hay un militante socialista por cada 200 habitantes y que el 73% de los 778 alcaldes en la región son suyos. Y ellos se juegan en un año la reelección, por lo que consideran que se movilizarán sin que toque llamar a rebato en el último momento como ocurrió en 2018. 

A la maquinaria electoral del PSOE-A se ha referido el candidato del PP, que ha llamado a los suyos a no confiarse: “Tenemos enfrente la maquinaria más poderosa que existe en España desde el punto de vista electoral”. En las filas socialistas reconocen que el partido no está 100% activado. “Todavía apenas es campaña. La gente no está en harina”, señalan fuentes socialistas. 

El miedo a Vox frente al equilibrio por la alianza con el independentismo

Y en la estrategia de movilización Ferraz sigue apostando por espolear el miedo a Vox, a pesar de que esa táctica no ha dado frutos a juzgar por el crecimiento que ha tenido la extrema derecha elección tras elección. “Es que Vox tiene que dar miedo, porque es un peligro”, contesta un miembro del Ejecutivo sobre la insistencia en esa fórmula. El discurso se le complica, además, a Espadas, a quien la derecha andaluza atiza por las alianzas con ERC y EH Bildu, que tienen difícil encaje en una parte del electorado socialista de territorios como Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha fundamentalmente. La precampaña ha sido, además, complicada por la tormenta desatada por el escándalo del espionaje, que obligó a Sánchez a entregar a sus socios la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, y se ha incrementado el 'ruido' por una hipotética reunión con el president de la Generalitat, Pere Aragonès, que no llega y que será más delicada cuanto más se acerque el 19 de junio.

Otras fuentes socialistas tratan de trasladar cierta presión al PP. Una vez perdido el miedo a que la derecha gobierne en Andalucía –“Moreno ha gobernado como podría haber gobernado Susana Díaz”, dice una dirigente socialista que lo ve desde fuera de la región–, sostienen que los de Alberto Núñez Feijóo se juegan el modelo: o gobernar en solitario como él en Galicia o Isabel Díaz Ayuso en Madrid o de la mano de Vox, como en Castilla y León. 

Por otro lado, un Vox fuerte puede contribuir a que el PSOE sea primera fuerza –según los más optimistas– o al menos a acortar las distancias por lo que le quite al PP, que ya se hizo con la Junta con su peor resultado electoral. No obstante, en Ferraz hace tiempo que saltaron todas las alarmas por la fuerte irrupción de la extrema derecha en ámbitos como el rural, tradicionalmente de izquierdas. 

Y en los ánimos se palpa que las expectativas son bajas, aunque mejores de lo que marcan los sondeos, que dejan al PSOE en segunda posición a mucha distancia del PP. “Vamos a ir de menos a más. La campaña nos va a ayudar. Vamos a tener la posibilidad de no tener el batacazo que dicen las encuestas”, dice una de las fuentes consultadas. “Si se moviliza la gente no te digo que vayamos a gobernar, pero no está todo hecho”, concluye otro interlocutor.