El día que vio la luz el primer informe de la Guardia Civil que situaba a Santos Cerdán al frente de una presunta trama corrupta, el entonces número 3 del PSOE se despidió de un reducido grupo de compañeros en Ferraz. “Lo siento, chicos. Pero yo soy inocente. Y voy a dedicar lo que me queda de vida a demostrar mi inocencia”. Y se marchó. La mayoría de los presentes no ha vuelto nunca a cruzar palabra con el hombre que acaba de salir de Soto del Real tras pasar casi cinco meses en prisión. Y solo unos pocos de ellos han mantenido viva todo este tiempo la expectativa de que el caso llegara a desinflarse y su excompañero de filas tuviera una coartada. Hasta el segundo informe de la UCO de la semana pasada.
Las evidencias, cada vez más numerosas, de que el político que dirigía el partido desde la Secretaría de Organización está implicado de lleno en una presunta trama criminal han terminado por convertirlo en un artefacto político no ya tóxico, sino radioactivo. Y eso lleva a muchos de los que alguna vez alardearon en público o en privado de su relación y su cercanía con el todopoderoso Santi, a una hipérbole de negaciones en busca de una distancia de seguridad reputacional. Así que en el PSOE ya nadie conoce a Santos Cerdán.
“Vamos, nosotros teníamos una relación profesional, como es evidente. Pero lo que es una relación personal, yo con Santos no he tenido nunca. Parecía un monje”, se justificaba esta semana en el Congreso una de las personas del Gobierno que más lo defendió en público hasta el primer informe de la UCO del mes de junio. Según varios dirigentes consultados, esa línea de negación es también habitual en las reuniones a puerta cerrada de la Ejecutiva Federal, donde todo el que un día pudo llegar a presumir de amistad con Cerdán, ahora se ve en la obligación de desdecirse, justificarse y renegar. Que no estuvo en su casa, que no sabe qué coche tenía, que nunca habló con Paqui.
El mensaje que se intenta trasladar desde la cúpula del partido es que el duelo sobre el exsecretario de Organización se pasó en verano. Y que aquel mazazo, que casi tumba al Gobierno, es incomparable a lo que se afronta ahora con los detalles de la investigación, por escandalosos que resulten. Hay otro pequeño grupo de socialistas, sin embargo, que no esconden que llegaron a trabar relaciones estrechas con él por razones políticas o laborales, y que sí admiten sin reparos que las novedades del caso han reabierto las heridas y han agravado el desgarro.
El motivo principal al que aluden es la mentira, el sentimiento de traición de un compañero con el que compartieron tanto tiempo y del que ahora dudan que les dijera alguna vez una sola verdad. El ejemplo paradigmático para todos ellos es Servinabar, la empresa que compartía Cerdán con Antxón Alonso y que, según la investigación, está en el epicentro de la presunta actividad criminal por el amaño de contratos y el cobro de mordidas.
No es solo que Cerdán ocultase a todo el mundo que poseía el 45% de la propiedad de una pequeña empresa constructora, como apunta la UCO, es que tras el primer informe desplegó una retahíla de excusas, ahora desmontadas, a la que hay quien quiso darle el beneficio de la duda.
El exdirigente socialista arguyó a quien le preguntó algo muy parecido a lo que dijo en su declaración ante el juez: que la escritura en la que firmaba la adquisición de la mitad de esa empresa no llegó a formalizarse nunca y que la hizo porque pensaba abandonar la política allá por 2016, cuando las expectativas socialistas de volver al poder en Navarra y en España eran casi nulas tras la caída de Pedro Sánchez de la secretaría general. A algunos de sus compañeros llegó a aportarle incluso algún detalle más, como que en aquellos tiempos en los que se planteó su futuro profesional llegó a hacer el amago de crear una nueva organización política con un nuevo CIF, al estilo del PSC en Catalunya, para soltar amarras con Ferraz.
La documentación que aporta ahora la Guardia Civil desmonta la coartada sobre Servinabar porque acredita que Santos Cerdán y su pareja llegaron a disponer de una tarjeta de crédito con cargo a la empresa hasta 2024. Y que también esa compañía pagó durante quince meses el alquiler de su ático en pleno centro de Madrid después de facturar más de seis millones de euros de la empresa Acciona en una década por contratos de obra ahora bajo la lupa de la Justicia.
Muchos de los que han compartido tiempo con él se llevan ahora las manos a la cabeza al recordar que en el verano de 2023, tras las elecciones generales, llegó a pedir ayuda en el partido por su situación económica. Convertido ya en hombre clave para la investidura de Sánchez por sus negociaciones en el extranjero con Carles Puigdemont, él mismo se rebajó la cuota de aportación al partido y solicitó entrar en la dirección parlamentaria del grupo socialista en el Congreso para cobrar una asignación extra. Su deseo le fue concedido y el grupo parlamentario incorporó a un miembro más a su dirección en septiembre de 2023 para que Cerdán pudiera aumentar sus ingresos.
Impacta entre algunos de los dirigentes que más trato tuvieron con él su actitud a la salida de la cárcel el pasado jueves. “Nunca ha sido muy expresivo, pero su frialdad al salir, su gesto impasible, su tono de voz como si estuviera dando una entrevista en el pasillo del Congreso un día cualquiera, es algo que realmente me impacta. Me lo imaginé todo este tiempo hundido y demacrado y la imagen que traslada, desde luego, no es esa”, relata una persona de la dirección socialista que tampoco se quita de la cabeza el día en que el exsecretario de organización se plantó en casa de José Luis Ábalos a pedirle el acta de diputado por su presunta implicación en la trama. “¿Tú? ¿Con lo que tú tienes encima vas a venir a mi casa a pedirme que me vaya? No tienes vergüenza”, le contestó Ábalos. Y Cerdán se marchó sin más.
En las últimas semanas el teléfono de Paqui, su pareja, había empezado a sonar después de varios meses de un silencio absoluto que la familia reprocha al partido. Algunos compañeros de su marido se atrevieron a escribirle últimamente para mandarle ánimos e incluso para trasladarle algún gesto de complicidad ante una situación procesal, la prisión preventiva, que algunos consideraban injusta. Que el nombre de la pareja de Cerdán aparezca también en el informe de la UCO como presunta beneficiaria de las tarjetas de crédito de Servinabar ha vuelto disparar las suspicacias. Y ahora todo el mundo niega haber contactado con ninguno de los dos desde la salida de prisión. Por miedo, por enfado, porque ahora nadie cree conocer de verdad a Santos Cerdán. Y, mucho menos, reconocerle.