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La primera rectora de la Universidad de Sevilla inaugura su mandato con un compromiso de unidad y defensa de la pública

“Ser la primera mujer que dirige este Rectorado en 520 años de historia es un honor inmenso que asumo con enorme respeto, humildad y gran responsabilidad institucional”. Con estas palabras –pronunciadas con una amplia sonrisa de orgullo y emoción– ha iniciado su discurso de investidura Carmen Vargas, nueva rectora de la Universidad de Sevilla (US).

El acto solemne celebrado este viernes en el Paraninfo de la Hispalense ha servido también para escenificar la “unidad y fortaleza” del sistema universitario público andaluz, alineado en la demanda de una financiación “justa” y en la defensa de la “autonomía universitaria”. Así lo subrayó el rector saliente, Miguel Ángel Castro, antes de ceder el sillón del Rectorado a la que ha sido su vicerrectora durante diez años y medio.

Si bien el carácter histórico del nombramiento de Vargas contrasta con la lectura política que dejó su elección, interpretada como una victoria del continuismo, la nueva rectora ha debutado dejando claro que arranca una etapa “en la que seguiremos honrando nuestro legado, pero sin miedo a cambiar”. Para ello apeló a las más de 1.500 medidas “transformadoras” recogidas en su programa, con las que aspira a que la US, durante los próximos seis años, “avance con paso firme, claridad, previsión y rendición de cuentas hacia una universidad del futuro”.

Un relevo histórico, con llamamiento al “consenso y la unidad”

El auditorio del Paraninfo, rebosante de autoridades académicas y civiles, siguió con atención un acto que no solo marcaba un relevo histórico, sino también un momento de reivindicación colectiva. Sentado a la izquierda de la nueva rectora, el consejero de Universidad, José Carlos Gómez Villamandos, fue el primero en tomar la palabra. Lo hizo con un tono cómplice y cercano, recordando su propia etapa como rector de la Universidad de Córdoba.

“Cuando recibas los atributos de rectora, recibirás el peso de la responsabilidad de gestionar un buque insignia del sistema universitario andaluz y español como es la Universidad de Sevilla”, le dijo a Vargas, antes de recordarle que en ese camino “no estás sola”. Cuenta con su equipo, con una comunidad universitaria que la ha apoyado en las recientes elecciones por sufragio universal ponderado, con la sociedad sevillana y con la Consejería que él mismo preside, según enumeró el titular andaluz de Universidad.

De la nueva rectora de la Hispalense resaltó “su experiencia académica y su gestión”, además de “su forma de ser”, destacando que su “cercanía y afabilidad”, constituyen “un punto de confianza para todos nosotros”. En sintonía con el discurso que después pronunciaría la catedrática de Microbiología, el consejero defendió la necesidad de “la unidad y el consenso” en las relaciones institucionales, especialmente en un contexto marcado desde hace tiempo por el pulso entre los rectores y la Junta en torno a la financiación.

En ese punto, Villamandos ha abogado por “entre todos buscar soluciones compartidas” para “llegar a acuerdos en los que todos cedemos para que ganemos todos”. Asimismo, el consejero aludió a las dos leyes universitarias que se encuentran actualmente en tramitación parlamentaria y que han reavivado las tensiones entre el Gobierno andaluz y los rectores de la pública. Síntoma de que la nueva rectora no solo hereda un cargo, sino también un tablero político delicado.

Defensa del sistema público como despedida

Tras la intervención del consejero, intervino Miguel Ángel Castro para despedirse del sillón rectoral con un discurso salpicado de nostalgia, agradecimiento y reivindicación. El rector saliente agradeció el apoyo recibido durante sus años de mandato y puso fin a su etapa al frente del Rectorado con un firme alegato en defensa del sistema universitario público: “Sin la universidad el mundo sería mucho peor, el futuro sería mucho más incierto de lo que ya es”, afirmó, antes de lanzar un mensaje al consejero: “Por eso las autoridades deberían invertir más en ella, protegerla y cuidarla”.

Asimismo, Castro remarcó la “importante presencia de los rectores andaluces” durante el acto de investidura, como muestra de “nuestra unión y fortaleza” en estos “tiempos complejos”. Y les animó a seguir defendiendo “la autonomía universitaria”, derecho reconocido en la Constitución y “vulnerado” en el proyecto de Ley Universitaria para Andalucía (LUPA) actualmente en tramitación, según vienen advirtiendo los propios rectores de la pública.

Dirigiéndose a su sucesora en el cargo, su compañera en el equipo rectoral durante más de una década, celebró que “hoy haces Historia”. “Sobran razones para decirte que estoy orgulloso: tienes el talento, la educación, el respeto, la energía, la generosidad… Estamos en las mejores manos posibles que pueden dirigirnos”, sentenció Castro, antes de dejarse abrazar por un largo y cálido aplauso de despedida.

Después de recordar que Vargas se impuso en la segunda vuelta de las elecciones celebradas el pasado 10 de noviembre, Castro le entregó los atributos del cargo: la medalla rectoral, el birrete “laureado antiquísimo y venerado de color negro distintivo de nuestro rango” y, por último, el bastón de mando, símbolo de la autoridad conferida por la comunidad que la ha escogido. A continuación, ambos se fundieron en un abrazo antes de que ella ocupara por primera vez el sillón del Rectorado.

“La rectora de todos y todas” defiende una financiación “justa”

Fue entonces cuando la catedrática de Microbiología tomó la palabra para dibujar la universidad que aspira a liderar. Ya investida como rectora, Vargas estrenó el sillón del Rectorado hablando de “respeto, humildad y responsabilidad institucional”. “Recibo el testigo con respeto y con el deseo de seguir construyendo sobre lo ya logrado”, aseveró la exvicerrectora de Proyección Institucional e Internacionalización, antes de agradecer a su predecesor –“mi amigo, mi rector”– los “sólidos cimientos” legados.

También dedicó palabras de agradecimiento a “toda la comunidad universitaria”, tanto a quienes la apoyaron con su voto como a quienes optaron por otras propuestas: “Seré la rectora de todos y todas porque cada esfuerzo importa y toda opinión será escuchada”, remarcó Vargas, garantizando que “ese es el espíritu que quiero para nuestra universidad: un proyecto colectivo, abierto y de escucha, en el que las personas estarán siempre en el centro de todas las decisiones”.

En su discurso, también demostró ser heredera de las reivindicaciones que ha reclamado su predecesor, al reclamar con la misma firmeza –y desde la “lealtad institucional”– una financiación “justa, acorde a las necesidades de nuestras universidades y a los compromisos adquiridos con los rectores andaluces”. Una referencia que cobra especial relevancia al pronunciarse en plena negociación del segundo reparto de fondos, después de que el primero se aprobara con la abstención –y el malestar– de los rectores del sistema público por no incluir todos los conceptos de los acuerdos previamente firmados con el Gobierno andaluz.

Por otro lado, Vargas volvió a definirse como “hija de comerciantes de Sanlúcar la Mayor”, orgullosa de ser la primera universitaria de su familia. Así defendió el papel de la universidad pública como ascensor social y motor de igualdad de oportunidades. La nueva rectora cerró su discurso brindando por seguir “construyendo siempre unidos la Universidad de Sevilla”, retomando el lema de su campaña: 'La Universidad que nos une'. Prometió así iniciar una etapa de “unidad, de ambición compartida, de confianza en nuestra capacidad y en nuestro futuro”, para avanzar hacia “una universidad más justa, más abierta, más humana y más sostenible”. En definitiva, “una universidad mejor”. 

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