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El Muro de las Lamentaciones se llena de ruegos de perdón con las “slijot”

El Muro de las Lamentaciones se llena de ruegos de perdón con las "slijot"

EFE

Jerusalén —

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El Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén Este, se llena estas noches de miles de judíos que rezan las “slijot” (“perdones”) en los días que median entre el fin de año judío, que fue la semana pasada, y el Yom Kipur, que será el próximo viernes y sábado.

El rezo de las “slijot”, un compendio de oraciones y cánticos que los judíos llevan siglos entonando en los días previos a la fecha más sagrada de esta religión, el Yom Kipur o Día de la Expiación, cada año va tomando una forma más pública y llenando la vieja ciudadela amurallada de fieles pidiendo perdón por sus pecados.

Ha surgido una nueva tendencia que incentiva la celebración colectiva: se organizan paseos nocturnos por Jerusalén los días de “slijot”, que concentran en la ciudad a miles de judíos provenientes del resto del país en las empedradas calles, observan cómo otros rezan dentro de las sinagogas y terminan a media noche en el Muro de las Lamentaciones con un acto masivo.

“Yo quisiera que fuéramos mejores personas, que pudiéramos ayudar a más gente con problemas”, asegura a Efe frente al Muro, Noemí, una mujer de ojos color miel y rostro arrugado que participa en la ceremonia junto a Kobi, su marido, con el que ha viajado hasta Jerusalén desde Ra'anana, cercana de Tel Aviv.

“Ahora lo que queremos es ser más honestos y amar más a las personas”, explica Kobi.

Otra participante en esta jornada colectiva de arrepentimiento, que se presenta como Shulamit, asegura rodeada de un grupo amigas: “Queremos paz, esa es la palabra, shalom, paz”.

“Los sefarditas (judíos procedentes de España y Norte de África) empiezan con las ”slijot“ más de un mes antes de Yom Kipur”, explicó a Efe el guía turístico Tzvi Goldwag.

“Rezan de madrugada del modo alegre con que ellos lo hacen. Y los judíos ashkenazíes (de origen europeo) oran una semana antes de Yom Kipur y sus oraciones son mucho más tristes”, describe Goldwag.

“Aunque soy ashkenazí, me parecen mucho más hermosos y alegres los cantos de los sefardíes”, añade.

En la plaza frente al muro resuena el llanto de un hombre que reza frente a un micrófono envuelto en el “talit” (manto de rezo), y sus lamentos son amplificados por altavoces colocados en diferentes lugares del recinto.

“Cada año viene más gente y el volumen es más alto, parece un concierto pop”, señaló Goldwag, quien añadió que “es un espectáculo muy impresionante y responde a una necesidad del público, que tal vez no participaba de las 'slijot' y quiere verlas de cerca”.

La plaza está repleta de chicos y chicas con sudadera y colgantes con la estrella de David, escuchando el “shofar”, instrumento hecho de con el cuerno de un carnero o antílope que se sopla en las fechas sagradas.

Al sonido profundo del cuerno se unen los lamentos y rezos que llenan la noche jerosolimitana.

Los amigos y las familias se encuentran y intercambian el mensaje “jatimá tová” (buena firma, en hebreo), deseándose los unos a los otros que, en el Día de la Expiación, cuando se celebra el Juicio Divino, Dios los inscriba en el libro de la vida durante el próximo año.

Según la tradición judía, después de que Moisés recibiese la Torá (Pentateuco) y regresase con ella para dársela a su pueblo, vio que adoraban al becerro de oro y, en su enfado, rompió las tablas de la ley divina.

Más tarde, volvió a pedirle perdón a Dios, lo que este hizo al cabo de 40 días: momento que marca el Yom Kipur, también denominado “Sábado de sábados”.

En esa jornada, la más sagrada para el judaísmo, Israel se paraliza por completo: se cierra el espacio aéreo, se suspende toda la programación de televisiones y radios; no hay transporte público ni privado, los coches no pueden transitar por las carreteras, y se cierra todo el comercio y las fronteras.

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