España tiene más árboles, pero la salud de los bosques avisa del futuro: “Revertimos el cambio climático o nos quedamos sin ellos”

Raúl Rejón

19 de julio de 2025 21:34 h

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España tiene más árboles, sí, pero sus bosques están más afectados que nunca por largas temporadas secas que los dejan, además, vulnerables a agresiones como las plagas. “Un decaimiento que nos abre la ventana al futuro que nos está llegando: un cambio por el que muchos bosques están decayendo”, reflexiona el investigador del Creaf y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Francisco Lloret.

La manera más fácil de evaluar el estado de los bosques es mirar cuántas hojas tienen. El nivel de defoliación –es decir, de falta de hojas o acículas– marca la salud de los árboles y, por tanto, de las masas forestales. En 2024, la defoliación media en España fue de un 22,9% que es casi la misma de un año antes (23,06%) y sigue en los niveles más altos desde que hay registros según el último Inventario de Daños Forestales del Ministerio de Transición Ecológica.

Se trata, según los técnicos, de una “defoliación ligera”, aunque en su “banda más alta”, a un paso de alcanzar el siguiente nivel. Ese nivel medio de España esconde, lógicamente, estados mucho peores en diversas zonas (como Catalunya o la sierra Morena) y otros mejores.

“Aún no se trata de superficies exageradas, no estamos en una emergencia, pero sí viendo claramente síntomas de bosques afectados relacionados con años secos y plagas”, explica Lloret Maya.

Y esta situación se ha dado durante un año (2024) que la Agencia Estatal de Meteorología calificó como “húmedo en su conjunto”. Las precipitaciones en la península supusieron un 105% respecto al promedio. Incluso el mes de octubre fue el más lluvioso de toda la serie histórica. Sin embargo, no fue suficiente para remontar significativamente el vuelo tras años de sequía.

Esto se produce porque algunas especies, como las coníferas (los pinos y los abetos), presentan una gran capacidad de resistencia a la falta de agua, pero, una vez superado cierto punto de no retorno, las lluvias ya no les salvan. Por otro lado, las especies frondosas se desprenden de las hojas en cuanto les falta humedad, pero si les llegan las lluvias pueden rebrotar.

Plagas al acecho

Francisco Lloret abunda en que hay una relación entre el estrés hídrico y el ataque de plagas que infectan los árboles. “Están de manera natural en el medio y cuando un árbol se debilita lo atacan. La cuestión es que, cuando la población de árboles está atravesando estrés hídrico, por ejemplo, en lugar de morir un ejemplar muere un corro de árboles. Y ese corro va creciendo”, remata. “Ahora en España este proceso no es un problema de gran dimensión, pero sí lo es en centro Europa por lo que más nos vale ponernos en guardia”, afirma el ecólogo.

La cuestión es que, desde que hay datos sobre la defoliación media de los bosques en España, la pérdida general de hojas de los árboles controlados ha pasado de un 19,9% a un 23% (un incremento del 15% en una década). Y, precisamente de los diez años más cálidos registrados en España desde 1961, seis se han producido en esta última década que ha visto el declive de las copas arbóreas. Y el podio lo copan los tres últimos cursos: 2022, 2023 y 2024, todos “excepcionalmente cálidos”.

Si el Inventario Nacional Forestal atestigua que en los últimos cuarenta años las masas forestales han ganado terreno en España al pasar de 11,7 millones de hectáreas arboladas a más de 18,5 millones de hectáreas, la salud de esos árboles es otra cosa: el creciente calor y los periodos de sequía más agudos asociados al cambio climático provocado por los humanos han deteriorado los ejemplares en la última década.

“Es importante destacar que las defoliaciones moderadas y graves detectadas en la mayor parte de las especies están asociadas al déficit de precipitaciones y altas temperaturas sufridas durante temporadas pasadas”, concluye el documento del Ministerio. La zona donde más situaciones graves (defoliaciones superiores al 60%) se han detectado es Catalunya. También esta es la comunidad autónoma con más nivel de pérdida moderada, es decir, entre el 26% y el 60% de las copas perdidas. “Los daños por estrés hídrico han sido los principales responsables de ese pérdida de biomasa foliar”, explica el informe. Dicho de otra manera: sin agua y con calor, las hojas mueren.

Lo primero que hay que hacer es revertir el cambio climático. Eso no quita para que puedan aplicarse técnicas silvícolas que ayuden, pero si dejamos para el final la causa principal, vamos a quedarnos sin bosques a los que aplicar esas medidas

De manera que allí donde las lluvias escasean en invierno y verano registran bosques con peor salud. En 2024 esto se hizo más patente también en áreas de Castilla-La Mancha, Baleares, Extremadura, sur de Aragón y la Sierra Morena de Andalucía.

Por eso, el catedrático Lloret Maya dice: “Lo primero que hay que hacer es revertir el cambio climático. Eso no quita para que puedan aplicarse técnicas silvícolas que ayuden, pero si dejamos para el final la causa principal, vamos a quedarnos sin bosques a los que aplicar esas medidas”

Una vez establecida esta premisa, el ecólogo recuerda que se trata más de “acompañar a los bosques en el nuevo contexto climático al que tienen que adaptarse de manera ultrarrápida”. Las medidas, prosigue, tienen que ser “suaves” porque “un bosque es algo complejo, con muchas piezas que han evolucionado juntas para funcionar. No pueden tratarse con simpleza”.

En este sentido, puede abordarse la composición de los bosques para conseguir que lo pueblen “especies que puedan vivir mejor en las nuevas condiciones” y también su estructura para adaptar, por ejemplo, la densidad de las masas forestales a los recursos hídricos que va a haber. Todo con delicadeza porque “si quitas muchos árboles, te entrará mucha luz que secará los nuevos retoños o no podrás secuestrar tanto CO2”, ilustra Lloret Maya para subrayar la necesidad de mantener en todo momento el delicado equilibrio que caracteriza un bosque porque “lo que no es, es un parque de árboles”.